Sólo en los grandes episodios de la historia la épica y la tragedia se han mezclado para aleccionar a los orgullosos hombres. Recordemos a Scott y su aventura en el Polo Sur o a los griegos en la batalla de las Termópilas. Lo que se va a narrar a continuación no tiene mucho que ver con esto, pero a que el comienzo es supermolón. Se trata de:
Del Curavacas a Peña Prieta
(1/2 Integral de Fuentes Carrionas)
al filo de lo impresentable pero con orejas
En primer lugar, he de pedir disculpas porque hacía más de un mes que no actualizaba el blog. Trabajo, obligaciones, ya se sabe, perra vida. Por esta misma razón hacía dos meses que no me escapaba a la montaña, así que para el retorno elegí algo especial: la Integral de Fuentes Carrionas. Es decir, enlazar los picos Curavacas, Tres Provincias y Espigüete en una maratoniana jornada.
Para ello conseguí engañar al incansable Andrés Iglesias, Mr.Churches, y a Óscar Navarro, lo cual no me perdonarán en mucho tiempo.
La documentación sobre la ruta era fácil, busqué en Internet y unos compañeros del Club Peña Torquilla de Guardo lo habían hecho en trece horas. Para más información, consulté con Tente Lagunilla y Ángel Villán y me confirmaron que se podía hacer en ese tiempo, eso sí, yendo a buen ritmo.
En fin, que a las 7,10 horas salimos de Vidrieros tras haber dejado otro coche en Cardaño de Abajo.



A media subida, mirar atrás era simplemente indescriptible, mejor contemplad la foto. Al fondo se ve Peña Redonda.


Andrés, en una pequeña trepada en la parte final del Callejo Grande.

Ya en la cara norte, con las vistas sobre el valle de Pineda, el mar de nubes y la sierra de Peña Labra al fondo.






Bajando hacia la Curruquilla, empezaba a dar el solecito y eso animaba a andar. Al fondo, a la izquierda, la Aguja del Pastel, creo.






Además, poco después nos encontramos a una pareja que nos contó que unos amigos habían salido a las seis de la mañana para hacer la integral desde el Espigüete y que habían hablado con ellos por walkie a las once y media y todavía estaban en el Pico Murcia.
Después de comer algo, bueno más bien acabamos con el chorizo, salchichón, pan y fruta que llevábamos, momento que no recogieron las cámaras para no herir la sensibilidad del espectador, continuamos la marcha con los planes del todo cambiados. Ahora el objetivo era: llegar hasta donde se pueda.
Un poco más abajo de la cumbre del Tío Celestino, Navarro me sorprendió llamando por teléfono a mis seres queridos, más que nada para contar que, contra todo pronóstico, seguíamos vivos.
Un poco más adelante nos asomamos a la laguna de Fuentes Carrionas, donde nace el río Carrión, y que Navarro tenía especial interés en poder ver, así que allí quedó inmortalizado para la posteridad.
Aquí, una bonita vista en la que Andrés y Navarro contemplan el Pozo de Las Lomas, unos centenares de metros más abajo. Al fondo, la cara norte del Espigüete, que a estas alturas literalmente se descojonaba de nosotros y de nuestra osadía. Pero en fin, la gloria sólo es para los audaces.
A partir de aquí seguimos pasando por debajo de la cima del Alto de Fuentes Carrionas y cuando estábamos frente al Tres Provincias, Óscar decidió darse la vuelta, prefería bajarse al Pozo de Las Lomas a refrescarse los pies (y sus correspondientes ampollas) en sus cristalinas aguas. Ya nos esperaría por el camino.





Yo dudé, porque creía que hasta la cima del "Trespro" tardaríamos una hora, pero Andrés me aseguró que en ese tiempo estaríamos en Peña Prieta. Y tenía razón, al Tres Provincias (2.499 metros), donde se unen los límites de León, Palencia y Cantabria, llegamos en veinte minutos, a las 17,20horas, con una preciosa vista de los Picos de Europa detrás.
Aquí posa Mr.Churches justo antes de insinuarme: "ya que estamos, ¿por qué no nos llegamos hasta Peña Prieta? Para luego añadir: "Si está ahí mismo, no ves el caminito..."
Así que, al grito de ¡antes morir que perder la vida!, nos plantamos allí, en la cima de Peña Prieta (2.536 metros), casi once horas después de salir de Vidrieros, concretamente a las 17,48 horas. Al fondo, se ve el Curavacas, desde allí, sí desde allí lejos, veníamos. ¡Vamos, una pechada a andar!
Tampoco faltó la foto con el banderín de nuestro patrocinador, que a buen seguro, estará orgulloso de nosotros y nos renovará por otra temporada más, y van...
A las 18,00 horas emprendimos la bajada de Peña Prieta. Yo casi corriendo de ganas de acabar y Andrés, como siempre, tranquilo, a su ritmo.
No negaremos que la bajada se nos hizo durilla en ocasiones, pero las vistas, nuestro fugaz encuentro con un zorro y la satisfacción de una buena jornada de montaña nos hacían olvidar, a ratos, el dolor de pieses.
Así, en poco menos de dos horas, nos plantamos en este puente sobre el arroyo de Las Lomas y en media hora llegaríamos al aparcamiento de Cardaño de Arriba. Por cierto, en este lugar unos avezados empresarios van a colocar un aparcamiento enorme y unos remontes de la futura (si nadie lo remedia) estación de esquí Tres Provincias. Así que aprovechad para descubrir este sitio ahora, porque dentro de no mucho ya se lo habrán cargado.







Al llegar al aparcamiento, a las 20,36 horas, o sea trece y pico después de salir, no encontramos a Óscar, tampoco estaba en Cardaño de Abajo, hasta donde llegamos haciendo dedo. Tras unos minutos de búsqueda, incertidumbre, preocupación y sin cobertura en el móvil, por fin apareció. Por un pequeño malentendido él creía que le iríamos a buscar al Pozo de las Lomas y nosotros que nos esperaría por el camino.
Por cierto, he incluido esta crónica en la sección El reto del alfabeto, porque de entre todas las cimas que hollamos este día, alguna hay que nos teníamos, por ejemplo la "h" de Hoya Continua. También en Montañismo con orejas por la jupa de andar que nos pegamos y a su vez en Al filo de lo impresentable porque una vez más el desafío que nos plateamos nos superó y no conseguimos nuestro objetivo.
Epílogo
El lunes hablé con Tente para relatarle nuestra experiencia y cuando le conté sucintamente nuestro periplo se limitó a decirme: "despacio, muy despacio".
Moraleja
Esto pasa por pedirle consejo a un tío que se dedica a subir ochomiles.