martes, 29 de abril de 2008

Moncayo (2.316m) desde Cueva de Ágreda

Bueno, nos habíamos quedado bajando de Góriz a buen ritmo y con la decisión de hacernos el Moncayo antes de volver a casa. La bajada hasta la pradera de Ordesa nos llevó apenas cuatro horitas y en un periquete estábamos montados en el coche camino del sur: Torla, Biescas, Huesca, Zaragoza... y un bonito pueblo de no menos bonito nombre donde no pude evitar hacerme un retrato de esta guisa. Ególatra que es uno. Sobre las siete de la tarde llegamos a Ágreda, en Soria, pillamos habitación para dos (camas separadas, por favor) en el Hostal Doña Juana. Muy majetes, nos dieron una con vistas al Moncayo (y a la gasolinera) y tras tomar unas cervezas y unas raciones por el pueblo nos fuimos a dormir.
A las siete y media nos levantamos y tras desayunar con calma, nos fuimos hasta Cueva de Ágreda. Aquí dejamos el coche para empezar a caminar. Terminamos de preparar la mochila, nos untamos bien de crema para el sol que se preveía y, sin más, sobre las nueve y media empezamos a andar. Y para acompañar voy a poner esta canción, que tengo yo hoy el cuerpo de Beatles:
Primero entre unas huertas, siempre con la cumbre del Moncayo al fondo, que por esta vertiente sólo tenía unas manchas de nieve...
... y luego por esta pradera, que se aprovecha como campo de fútbol. Arriba enlazaremos con la pista que, tras atravesar un bonito y espeso robledal, nos llevará hacia el valle del río Mulas, que baja desde el Moncayo.
El camino no tiene pérdida. Sólo hay que seguir las marcas de GR, que aparecerán por doquier. Por cierto, con esa mochilita, sí que se andaba bien...
Tras salir del bosque el camino coge un poco más de inclinación, pero siempre por un sendero cómodo y bien marcado. El rumor del agua que baja del deshielo hace más bonita la marcha.

Al lado del riachuelo nos encontramos esto. Efectivamente, son restos de un avión. A lo largo de la subida hallaremos más piezas. Sí que me suena algún accidente aéreo por esta zona, pero recuerdo exactamente cuándo. Se admite cualquier información que complemente mi ignorancia.
Al llegar a este punto, dudamos si irnos hacia la izquierda y atacar la cumbre desde el Collado de Castilla o seguir por el marcado sendero.
Aquí, las marcas, sobre la piedra de abajo aunque poco visible por el reflejo del sol, nos indican claramente que crucemos el arroyo y tiremos hacia arriba.
Sin embargo, la vaguada había acumulado nieve y, como ya habíamos sobrepasado la dosis máxima semanal en los dos días de Ordesa, preferimos desviarnos un poco. Además, Navarro llevaba zapatillas de treking poco impermeables.
Al final, nos salimos completamente del camino y tiramos to´tieso pa´rriba. Allí al fondo va Navarro... y decía que no iba muy fino, el traidor.


Óscar se fue a ganar la redondeada arista, mientras yo tracé una directa a la cima por la incómoda pedrera.

Aquí, me espero para colocarnos un forro polar de los finos, que empezaba a dar el aire. La verdad es que las vistas eran magníficas. El valle que acabamos de recorrer, con las dos grandes curvas que hace el río, el pueblo de Cueva de Ágreda, los campos de cultivo, Castilla...
Y en poco más de dos horas y media llegábamos a la cima...
Foto en la cima. Creo que aquí había una imagen de la Virgen del Pilar, colocada por los mañicos. No sé que habrá sido de ella. Los guantes que llevo son cortesía del Sr.Navarro, que a mí se me olvidaron en el coche... y corría peligro de quedarme sin dedos...¡joder con el viento!
Y el vídeo en el que se aprecia cómo sopla el proverbial cierzo del Moncayo, lo que no se aprecia, a pesar de meter un poco el zoom, son las vistas de los Pirineos y de las Sierras de Urbión y la Demanda que teníamos.


Nos resguardamos del viento en este vivac y sacamos el jamón ibérico, de Guijuelo por supuesto, que habíamos llevado para la cima del Perdido, pero en fin... nos supo igual de bueno y nos sirvió para hacer un guiño a posibles nuevos patrocinadores...
Tras echar una conversación y compartir las dos últimas lonchas de jamón con dos navarricos que subieron por la parte zaragozana, nos fuimos para abajo con un ojo puesto en la pedrera y otro en el maravilloso paisaje.
El descenso nos brindó fotos tan bonitas como ésta...
No tardamos en llegar al sendero del valle, por el que avivamos un poco el ritmo. Sin necesidad de infringir las normas de tráfico íbamos a estar en Palencia a media tarde, justo para dar un paseo con nuestras contrarias... lo que a buen seguro nos hará ganar unos valiosos puntos. Sí, de esos canjeables por días de montaña con los amigos. Qué sabios somos...
A poco más de diez minutos del pueblo nos encontramos con este pastor que echaba el día con sus ovejas por estos parajes.

Charlamos un rato con él y retomamos nuestro camino.

Tardamos una hora y media en bajar. La verdad es que me ha sorprendido esta montaña. Me esperaba una ruta menos bonita, me alegro de haberme equivocado.

lunes, 28 de abril de 2008

Pirineismo al más puro estilo The South Face

Demasiada nieve, mucho peso en la mochila y una paupérrima preparación física. Partiendo de estas premisas sólo podíamos vivir unas jornadas en Pirineos al más puro estilo The South Face. Dos de los más selectos miembros del Extreme Nisio Team: el Sr. Navarro y un servidor, nos fuimos a Ordesa el 23 de abril para subir al refugio de Góriz y, desde allí, atacar todas las cumbres posibles, desde el Taillón hasta el Perdido. Bueno, ésa era, al menos, nuestra intención.
Salimos de Palencia a las 7,30horas y sobre las 13,30 horas estábamos en la pradera de Ordesa dispuestos a comernos el mundo, esta pequeña parte del mundo por lo menos.
Sabíamos que las mochilas pesarían, porque cinco días allí arriba implicaban mucho peso: raquetas, piolet, crampones, botas de plástico, ropa técnica y de abrigo, ropa de recambio, comida para llevar durante el día... vamos que pesaban como dieciséis toneladas
En fin, que así salíamos sobre las 14,00horas del aparcamiento, con buen paso, que había ganas...Éramos conscientes de que no era muy pronto, pero teniendo en cuenta las horas de luz y que en verano hasta Góriz se tardan unas cuatro horas y media... En cualquier caso íbamos a buen ritmo aunque era inevitable detenerse a hacer fotos. Qué sitio más bonito.
A cada vuelta del camino te encontrabas una nueva pequeña maravilla que había que inmortalizar...
...una nueva pequeña maravilla..
Hablando por teléfono con los chicos del refugio nos habían dicho que había riesgo de avalanchas 5, o sea, el más alto. Eso hubiera bastado para echar atrás a cualquiera, pero no a dos aguerridos miembros de The South Face Extreme Nisio Team, además, ya habíamos pedido los días en el curro y, para quedarnos en casa...
A medida que ganábamos altura la nieve iba aumentando de espesor. Aquí a unos 1.650 metros, justo antes de las Gradas de Soaso... Por cierto, el que está detrás de esa mochilaza soy yo.
Las Gradas de Soaso... sin palabras...
...y en llegando al circo, con el Perdido allí arriba.
De repente un estruendo nos sorprende. Giramos la cabeza y... esto debe de ser eso de riesgo de aludes 5...
...en el vídeo se ve un poquito mejor.
Bueno, que, entre ponte bien y estate quieto, llegamos a la cascada de Cola de Caballo sobre las 18,00h. Unos sarrios nos observaban como pensando: "pero dónde vais, almas de cántaro".

Yo todavía llevaba puestas mis viejas chirucas de treking y su Goretex ya no es lo que era. Así que, paradita para comer algo y cambiarme de calzado que aún queda lo mejor.

Afrontamos las clavijas con un poco de respeto al principio, sobre todo por el peso de las mochilas. Pero, superado el primer tramo y una vez cogido el truquillo, el resto fue disfrutón, la verdad. Y si no miren ustedes cómo se lo pasa el Sr. Navarro, que es de natural reservado.
Al salir de las clavijas nos pusimos las raquetas de nieve. Fue justo después de que yo me hundiera hasta el pecho en un mal paso. Caía la tarde sobre el valle de Ordesa y yo empezaba a preocuparme...
...el refugio estaba ahí al lado, pero la nieve estaba muy blanda, normal a esas horas de la tarde (eran casi las siete) y hasta con las raquetas nos hundíamos hasta las rodillas, normal con el peso que llevábamos en la chepa.
Pero bueno, siguiendo unas huellas del día anterior y con las fuerzas bastante justitas, por fin vimos el refugio allí al fondo. Dejadme que haga memoria... A ver... No, definitivamente nunca me había alegrado tanto de llegar a un refugio de montaña.
En fin, que después de siete horas y media, llegamos con las últimas luces del día y antes de entrar a devorar la cena que amablemente nos prepararon a pesar de ser las 21,30h nos hicimos esta foto. Navarro estaba bastante cansado. Como dijo el forero de Mendiak Javierh cuando se subió el Teide desde la Playa del Socorro: "Os juro que estaba sonriendo".
En el refugio sólo estaban los dos guardas (encantadores, por cierto, así da gusto) y dos chicos ingleses. Habían llegado el día anterior, las huellas eran suyas. Iban con zapatillas de treking y equipo de acampada, ni unos míseros bastones... nos contaron que habían salido a las nueve de la mañana y habían llegado a las nueve de la noche. ¡Doce horas! Empapados y hundiéndose hasta la cintura en la nieve. Inmediatamente saqué un par de formularios y les alisté en The South Face Extreme Nisio Team. Estoy a la espera de que manden dos fotografías de carnet.
Nos pasamos la cena rumiando qué podíamos hacer al día siguiente. Los guardas nos dijeron que a un 3.000, ni locos. Ni Punta de las Olas, ni leches, que, como mucho hasta Punta Custodia o Punta Tobacor. Eso madrugando un poco para pillar la nieve un poco dura, porque en cuanto entrara un poco la mañana... otra vez a pisar sopa. Y como la cosa no iba a estar mejor, en cuestión de riesgo de aludes y de transformación de la nieve, hasta el domingo por lo menos, con gran dolor de nuestro corazón, tomamos la decisión de bajarnos. A la mañana siguiente, viendo el pedazo de día que salió y mirando hacia las cumbres nos costó ponernos en marcha. Incluso ya caminando hicimos un par de amagos de quedarnos... pero la prudencia pudo más. Ya volveremos por aquí en mejores condiciones.
Una vez más el espectáculo era impresionante. Bajábamos a buen ritmo...
... aunque paramos para despedirnos de la Cola de Caballo...
...y nos dedicamos a disfrutar de la delicia de caminar completamente solos por este lugar inigualable.
Ya habíamos decidido que, de vuelta a casa, pararíamos por Soria para subirnos el Moncayo.

lunes, 21 de abril de 2008

Robleñada (931m) Montaña... bueno, punto más alto de Valladolid

Hay ocasiones en las que un hombre tiene que hacer las cosas por su cuenta. Ésta es una de ellas. La presión de nuestros patrocinadores es tremenda últimamente y con razón. Los dos últimos fines de semana los he dedicado a diversas celebraciones y eventos sociales que en todos los casos sin excepción han comenzado con comilona y han acabado con melopea. Esto es así, amigos. Es lo que tiene estar entre la elite, que te exigen resultados.
Así pues, sin encomendarme ni a Dios ni al diablo, hoy lunes, me lancé a la conquista de una nueva cima. Tras barajar algunas opciones: hacer la primera repetición del Shiula Grande, hacer en libre y en solitario la Oeste del Naranjo... finalmente me decidí por tachar una cima del reto 50 provincias-50 montañas que nos traemos entre manos. Estudie las posibilidades durante al menos siete segundos y, sin más, a eso de las dos y media de la tarde, me cogí la mochila, un bocadillo de tortilla del bar Viena, me monté en el coche y puse rumbo a Castrillo de Duero, provincia de Valladolid, para subir en solitario a su punto más alto, un páramo llamado Robleñada que tiene 931 metros de altura sobre el nivel del mar. Ahí es nada.
Aparqué junto a este crucero y me preparé para empezar la ruta, que según indicaba el libro Los techos de España, sale del pueblo por aquella calle de enfrente. El camino no se parece mucho a los que solemos recorrer en nuestras salidas montañeras y además empieza a llover, pero me digo, "¡qué demonios! Es lunes, la gente está trabajando y... éste es tu trabajo: dar un paseo por el monte". En verdad soy afortunado. Lo celebré poniendo buena cara al mal tiempo y tarareando esta conocida tonada:
La ruta no tiene pérdida. Sólo hay que seguir la pista que asciende suavemente hacia el páramo donde se encuentra la máxima altitud de Valladolid. Allí atrás dejamos el pueblo.
Seguía lloviendo y yo seguía cantando. Y también haciéndome fotos con el minitrípode y el disparador automático... cualquiera que me viera corriendo a ponerme en el sitio bueno para quedarme allí quieto simulando andar hasta que sonaba el click...
Cuando casi había terminado la subida, de repente, dejó de llover. Salió un poco el sol y los campos verdes de cereal brotado sacaron todo su color... Como dijo el poeta: "Ancha es Castilla". Y preciosa, añado yo, y preciosa.
Una vez en el páramo me desvié del camino para atrochar por estos campos de romero todos ordenaditos.
Y en un ratín más ya estaba llegando al montón de piedras más grande, que la guía sitúa como punto más alto de Valladolid. Había tardado unos 45 minutos.
Foto con el emblema de nuestro patrocinador secular, el bar Llamas. Por cierto, si vas a Salamanca, pásate por allí y dile a Sito que te ponga una Mahou y que la cargue a mi cuenta.
En fin que sin más emprendí el camino de regreso. Esta vez iba por la pista pero entre los romeros vi un hito y, sólo por curiosidad, me acerqué a ver si sólo era una piedra grande...
Y esto fue lo que me encontré. Unos tales Albaro y Sagrario (cada uno pone su nombre como le da la gana) habían colocado aquí una chapita señalando el punto como Robleñada y su altura. La verdad es que a simple vista sí que parecía estar más elevado que el montón de piedras. Además, allí mi altímetro, que marca las alturas cada cinco metros, señalaba 935m y aquí ponía 940m. Lo que es seguro es que los montones de piedras de ese campo no son mojones para señalizar nada, es sólo que es una tierra de mucho cascajo y los agricultores cuando pasan el arado tienen que ir después recogiéndolas y amontonándolas...
En fin, sea como fuere, yo me paré allí, saqué el bocata de tortilla de patata, que con tanto cariño me había preparado Lino, y me inmortalicé por si acaso no me daban por válida la cima. Además, me pareció un buen momento para darle una alegría a nuestro otro patrocinador. Vaya campaña guapa que nos está saliendo.
Con renovados bríos, reanudé el regreso. Pero en lugar de hacerlo por la misma pista por la que había subido, fui directamente a asomarme al cortado del páramo. Seguí por el borde hacia el Oeste, o sea, hacia la izquierda y así pude contemplar Castrillo de Duero en todo su esplendor.
Además, encontré una vereda con hitos cada cierta distancia y con signos evidentes de ser paso habitual de ganado ovino, ya conocéis los conguitos... Ovejas no, pero salieron tres ciervos que me sorprendieron tanto que no me dio tiempo a sacar la cámara. Después salieron otros tantos conejos, pero tampoco me dio tiempo a hacerles una foto. Este avión, en cambio, no se me escapó. Pues menudo soy yo.
Tras abandonar el caminillo y cruzar campo a través para coger una pista porque amenazaba tormenta otra vez, regresé al pueblo después de un paseo de una hora y media que sólo puedo calificar como de muy gratificante. Además de un magnífico aperitivo para los cinco días en Pirineos que me voy a pasar con el señor Navarro.
Y ahora aquí estoy, contándolo. La próxima será la del Taillón o la del Marboré o la del Perdido...