Mostrando entradas con la etiqueta Patagonia. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Patagonia. Mostrar todas las entradas

viernes, 11 de mayo de 2007

Hielo Sur, Patagonia. Enero 2005. y 5ª Parte: Se acabó lo que se daba

La mañana siguiente no fue tan divertida para algunos como lo fue la noche y no voy a citar nombres para preservar la intimidad de las personas que, mientras no se demuestre lo contrario, es un derecho fundamental inherente al individuo.
Tras recoger el campamento y ligeros de equipaje, como decía el poeta, empezamos a andar. El material más pesado: crampones, botas de plástico, raquetas, tiendas de campaña, etc, lo llevaban en mulas, un pequeño lujo que agradecimos sobremanera en esta última etapa de
La Vuelta al Hielo Sur con Orejas
Al principio el camino discurría por un bonito bosque de lengas... El día era soleado, el sendero llanito, el paisaje inigualable y la compañía inmejorable, así que andábamos sin prisa y entonando viejas canciones campamentales. De vez en cuando algún arroyuelo se nos cruzaba añadiendo un pequeño aliciente a nuestra marcha.
Pronto el camino empezó a subir y nos permitió echar la vista atrás para ver al fondo, a lo lejos, el Paso del Viento, el Glaciar Túnel y el camino que habíamos recorrido aquella mañana.

Y un poco más arriba empezó otra vez el espectáculo, Al lado del Cerro Solo, emergió la fálica cumbre del Torre...

...y un poco más adelante, otra vez. Atraía como un imán nuestras miradas y nuestras cámaras de fotos. Que quede constancia de que estuvimos allí. Si Roy, el replicante de Blade Runner, vio "cosas que vosotros no creeríais" como "atacar naves en llamas más allá de Orión" y "Rayos-C brillar en la oscuridad cerca de la Puerta de Tannhäuser", nosotros vimos tormentas blancas sacudiendo las paredes del Cerro Torre, qué pasa.

Eso fue un rato, claro. Luego, otra vez el bosque...

...y ahora justo delante del Fitz Roy. Por cierto, que creo que cuatro chicos de Liverpool nos han plagiado descaradamente esta foto para la portada de un disco. Malditos rockeros...

Y, por fin, después de caminar todo el día, llegamos de vuelta a El Chaltén, de donde habíamos salido ocho días antes. Permitidme que me ponga profundo, pero creo que ya no éramos los mismos. Éramos un poco más viejos, un poco más sabios y un poco más felices.Lo primero que hicimos, casi sin quitarnos la mochila, fue tomarnos un helado. Después, al hostel a pegarse una ducha calentita y a dormir en una cama, dos pequeños placeres a los que no se suele dar importancia en la vida diaria.
Tras un día de descanso, que algunos empleamos en tirarnos a la bartola con dedicación de amanuenses, nos fuimos de excursión al Lago del Desierto. Viajecito en minibús, paseo en barco y los paisajes acostumbrados...

...incluso algún momento de especial sensibilidad. Creo que convertiré esta foto en uno de esos posters que incluyen una cita bíblica y que, por cierto, sólo he visto en los colegios de monjas.


Por la tarde, subimos a un otero desde el que tuvimos otras maravillosas vistas del Torre y el Fitz, de los que ya nos despedimos.


El viaje continuó con las visitas a los lugares no por más turísticos menos impresionantes, como el glaciar Perito Moreno. De verdad, hay que verlo, porque incluso yo, que de natural soy de verbo fácil y además he sido educado en las más exigentes escuelas del hemisferio septentrional, no soy capaz de describirlo.
De vuelta en Buenos Aires, tuvimos un día y medio para ver la ciudad. Por supuesto, nos acercamos a ver el barrio de la Boca...

...y rematamos la faena rindiendo pleitesía al Diego, con una visita a la mítica Bombonera, donde tantas glorias deportivas se gestaron.


Y eso es to... eso es to... eso es todo amigos. Así concluye de una vez por todas

La Vuelta la Hielo sur con Orejas

y continuaba diciendo aquello de: "lástima que terminó el festival de hoy, pronto volveremos con más diversiones..."

Pues eso, que espero que este relato haya sido del agrado de vuestras mercedes, porque era ésa y no otra la intención de este humilde montañero y contador de historias.

Sed buenos que la Virgen lo ve todo.

Por cierto, me he dado cuenta, tal vez demasiado tarde, de que en mi línea habitual de quedar como un impresentable no he mencionado a los compañeros argentinos en este viaje. El guía, Julián y los porteadores que llevaron la comida, las tiendas de campaña y en general el peso comunitario: Jordi, Santiago... vaya se me olvidan los nombres de todos. En fin, que muchas gracias por todo.

sábado, 5 de mayo de 2007

Hielo Sur, Patagonia. Enero 2005. 4ª Parte: El Paso del Viento

Después de unos ajetreados días por la capital palentina, por fin he sacado un hueco para continuar relatando el paseo que nos dimos por el Campo de Hielo Sur en lo que hasta la recién nacida infanta Sofía conoce ya como
La Vuelta al Hielo Sur con orejas
Nos habíamos quedado en el refugio de la laguna del Refugio, valga la redundancia, después de una jornada agotadora. Pues bien, a la mañana siguiente, calzados ya con la botas de trekking, aunque con las de plástico en la mochila, desandamos parte del camino recorrido el día anterior y tras una no muy larga, pero sí empinada subida, nos asomamos al Paso del Viento. Al otro lado nos esperaban unas vistas magníficas, con el Cerro Solo al fondo. Pero antes de seguir, la última foto con el Campo de Hielo a nuestras espaldas, por donde soplaba un fortísimo viento. El que le puso a este collado el nombre de El Paso del Viento no se estrujó mucho la cabeza, no.
A nuestra izquierda se abrían dos impresionantes glaciares: primero el de Quervain, que presentaba este laberíntico aspecto, repleto de azuladas grietas...

...más abajo, el glaciar Túnel. Hace no mucho los dos glaciares estaban unidos, pero el calentamiento global hizo retroceder tanto al primero que ahora entre ambos ha quedado esta laguna conocida como la del Guanaco. Nosotros caminábamos por la pedregosa pendiente de la derecha. Si podéis ampliar la imagen veréis que los puntitos negros son en realidad personas humanas, con sus orejas y todo.

No tardamos mucho en llegar hasta los pies del glaciar Túnel, el agujero de la parte inferior izquierda de la foto es por donde se cuela el río Túnel, que viene de la laguna del Guanaco y pasa por debajo de toda la masa de hielo.


Poco después nos subimos al glaciar por donde anduvimos en fila india, buscando el camino entre las grietas...

...su superficie estaba tan sucia que no hizo falta ni utilizar crampones, sólo un poco de cuidado.

Tras abandonar el glaciar y comer algo, llegó la parte más divertida de la jornada: franquear el río Túnel por medio de una tirolina.


Pero todavía nos quedaba un buen rato de caminata, bajar hasta la Laguna Toro y rodearla por la parte izquierda hasta llegar al campamento.
Allí, la empresa organizadora del trekking, nos había preparado una pequeña sorpresa, una cena a base de cordero, que supo a gloria bendita después de una semana comiendo pasta, arroz o polenta con la misma salsa antes de meterse en el saco. La sola visión de unas latas de Quilmes llenó nuestros ojos de lágrimas. Después, la ingesta de su contenido en dosis demasiado elevadas nos hizo alcanzar el estado de embriaguez hasta la fase de "Exaltación de la amistad", momento recogido en esta instantánea.

Prudentemente, algunos nos retiramos a tiempo, pero otros llegaron hasta el nivel de "Cánticos regionales"...

... y lo pagaron a la mañana siguiente con un bonito dolor de cabeza que les acompañó durante todo el día. Pero, como decía aquel libro: "...esa es otra historia", que será contada en la quinta y última parte de este folletín digital que ya tiene más adeptos que el en su tiempo afamado culebrón de Cristal.

miércoles, 25 de abril de 2007

Hielo Sur, Patagonia. Enero 2005. 3ª Parte: Por tierras de Mordor

Tercera parte de esta sin par aventura que narra los avatares y cuitas de nuestros amigos, que deberán recorrer en una jornada agotadora las inhóspitas tierras de Mordor, o por lo menos el lugar más parecido que he visto en mi vida.
Después de dormir una noche más con la espalda pegada al frío hielo, los aislantes aquí sirven de poco, el toque de diana nos puso en funcionamiento y tras recoger el campamento nos pusimos de nuevo a caminar. A nuestra izquierda las afiladas cumbres del Cordón Adela ofrecían impresionantes vistas, como la de este glaciar que fotografía Jesusín.
Hacia el otro lado, la mirada se perdía en el horizonte, donde la estampa de Jorgito es la viva imagen de la soledad.

Después de unas horas de marcha, siempre buscando la salida por el glaciar Viedma, tuvimos que cambiar las raquetas por los crampones y encordarnos por si las grietas, a pesar de que eran bien visibles.


Por fin, abandonamos el hielo y comenzamos a caminar por la morrena del glaciar, la verdad es que uno se sentía muy pequeñito andando por aquí.

Al superar un repecho, apareció una laguna, cuyo nombre no aparecía en nuestro mapa, no sería la última que nos encontraríamos en esta larga jornada.
Desde allí pudimos echar una última mirada al Hielo Sur, convertido ya aquí en el glaciar Viedma.
Y frente a nosotros, allí, el Paso del Viento. Pero para alcanzarlo antes debíamos atravesar este pedregal, digno de las mismísimas tierras de Mordor. Yo, por si acaso, miraba a todos lados piolet en mano esperando que, de un momento a otro, apareciera un orco u otro maligno servidor de Saruman.

Tras otro repecho, otra laguna, la de los Esquíes. Sus aguas turquesas hipnotizaron a Andrés llevándole a un éxtasis de ensoñación, momento en el que fue sorprendido por mi cámara.
Otra subida y otra laguna... como en el Día de la Marmota, vamos. Pero, ¿por aquí no habíamos pasado ya? Que no... que esta es la laguna Ferrari

Las luces de la tarde en el verano austral producían reflejos y reverberaciones en el agua de la laguna...

...y por fin, allá abajo, por un recoleto senderito junto a un arroyuelo que serpenteaba jugetón aquí y acullá, la laguna del Refugio, nuestra meta.

Pero, ¿qué ven mis ojos? Una construcción con cuatro paredes y un tejado. ¿Será un espejismo? ¿Una ilusión fruto de las más de diez horas de caminata? No, el refugio era real y en él dormimos sobre literas de madera, todo un lujo...

...como relajarse de esta manera. Es curioso, hay que irse al culo del mundo para poder apreciar los pequeños placeres de la vida, como caminar descalzo por la hierba. Clavadito al Richard Gere en "Pretty Woman", je, je.

Este ha sido el breve pero conmovedor relato de una etapa más de la
Vuelta al Hielo Sur con orejas
que continuará cuando tenga un rato libre entre mis múltiples ocupaciones.
Próximo objetivo cruzar el Paso del Viento.
¿Qué nuevas y emocionantes aventuras vivirán nuestros jóvenes amigos? No te pierdas el próximo capítulo, próximamente en el ordenador que te pille más a mano.

viernes, 20 de abril de 2007

Hielo Sur, Patagonia. Enero 2005. 2ª Parte: El Circo de los Altares

Ante los cientos de miles de peticiones recibidas por parte de enfervorecidos fans pidiendo la publicación de la segunda parte de
La Vuelta al Hielo Sur con orejas
cosa que se agradece desde el fondo del corazón y otras vísceras importantes, vamos a continuar la narración de esta aventura digna de ser recogida en versos alejandrinos por el mismísimo Homero o, en su defecto, cualquiera de los negros que, como todo el mundo sabe, tenía a su servicio.
Si os acordáis, al finalizar el anterior capítulo, negros presagios se cernían sobre el futuro de nuestros expedicionarios...


...pues a la mañana siguiente, los hados nos fueron propicios y el Paso Marconi, nuestra puerta de entrada al Hielo Sur, amaneció así de despejadito.


Era nuestra oportunidad para cubrir la etapa más decisiva de nuestro trekking, ésta:


Con la rapidez que nos hizo famosos en tantas otras ocasiones que no es el caso citar aquí, desmontamos el campamento y emprendimos la marcha remontando el glaciar Marconi.



Lo hicimos a buen ritmo dividiendo el grupo en tres cordadas cuando la subida se puso pindia.



Después de tres días metidos en una tienda de campaña, la gente disfrutó de la jornada. Aquí Mr.Churches y Jorgito, se hacen los remolones para salir en la foto buena, con la aguja Pollone al fondo.


Y por fin, tras franquear el Paso Marconi, un tramo de roca y, ante nuestros ojos: el Hielo Sur, la mayor masa de hielo existente en la Tierra después de Groenlandia, y de los polos, claro.



Con la boca abierta y sin poder apartar los ojos del horizonte nos calzamos las raquetas y empezamos a adentrarnos en el Hielo. Aquí, el gran Antonio Quero lidera la cordada en la que también iban Iñaki, Mari, Andrés e Íñigo. Al margen de la eminente belleza intrínseca de la imagen, si queréis echaros unas risas ponedle a esta escena la musiquilla de: "¡Ay hoooouu!", sí hombre, la de los enanitos de Blancanieves...


Así, en unas siete horas, nos detuvimos para establecer nuestro campamento. Para ello, construimos un muro con bloques de hielo para proteger las tiendas del viento...


...y tras una horita de trabajo así quedó, una bonita urbanización de plástico con vistas a la "infinidad blanca". Sí, vale, ya he soltado el tópico, ¡qué pasa! Y ahora voy y pongo otro más: "desierto helado", ¡hala! Ya me he quedado a gusto.

A la mañana siguiente, una pequeña ventisca se nos echó encima y otra vez con un poco de prisa desmontamos el campamento y nos dirigimos hacia el sur. Siempre con la referencia del Cordón Moreno a nuestra izquierda.


Y si delante de nosotros estaba lo suficientemente despejado como para poder ver este paisaje...


...a nuestra espalda, la cosa se estaba poniendo bastante mal y no se veía un carajo.


Pero la de ese día era una jornada corta, apenas tres horas para llegar al Circo de los Altares, uno de los lugares más mágicos que he visto en mi vida y, ojo, que yo he estado dos veces en Torremolinos.



Allí, con día medianamente bueno, mientras unos montaban el campamento...



...otros nos dedicábamos a posar para la posteridad en actitud sexy por el mero placer de alimentar nuestro ego.




Por supuesto, no faltó la foto con nuestro patrocinador oficioso, el Bar Llamas, en Salamanca, el único lugar de España en el que se ha detenido el tiempo, en lo que al precio de las copas se refiere.

Ya de paso, aprovechamos para hacer una en plan portada de disco de los Bee Gees para cuando saquemos nuestro primer LP: "Montañeros al filo de lo impresentable cantan en español"
Y así nos pasamos la tarde, admirando las vertiginosas agujas que teníamos delante que las nubes hacían aparecer y ocultarse ante nuestros ojos ...sólo el Cerro Torre se negaba a dejarnos ver su cima nevada. Al final, sólo por un segundo, la pudimos ver. Bueno, todos menos Íñigo, a quien sus conocidos narcisismo y vanidad le jugaron una mala pasada, ya que en ese momento prefirió salir así de guapo en esta foto.



Bueno, con esta sugerente imagen en la que se conjugan la belleza del planeta en el que nos ha tocado vivir hasta que nos lo carguemos y la elegancia y el saber estar de uno de sus más singulares habitantes nos despedimos hasta la próxima entrega de
La Vuelta al Hielo Sur con orejas
Y no olviden supervitaminarse y mineralizarseeeeeeee!!!!