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lunes, 7 de junio de 2010

Ruta dominguera: El pico del Lobo (2.274 m.)

Tras un viernes de desfase y un sábado de resaca, Jorgito (que ya ha vuelto de su mes ciclista por Cuba y espero que nos lo relate aquí pronto) y yo quisimos aprovechar el domingo para hacer alguna ruta. Como estábamos en Ayllón nos decantamos por el Pico del Lobo, una ruta que no parecía muy complicada (la resaca no desaparece del todo de un día para otro) y que nos pillaba cerquita, así que llamamos a Carmen y a Antonio (ya es la segunda ruta que hacen con integrantes nisios) y quedamos a las nueve de la mañana en Riaza.
Comenzamos la jornada tan vaguetes como la continuamos, ya que Jorge y yo nos quedamos dormidos y Carmen y Antonio también llegaron más tarde, pero por fin, a las 10,30 de la mañana conseguimos llegar hasta el puerto de la Quesera (1.710 metros) que es donde comienza la ruta. Como veis en la imagen, teníamos unas "ganas locas" de hacer la ruta...

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Pero poco a poco fuimos recorriendo el sendero. La ruta es muy sencilla, no hay problemas de pérdida ni nada por el estilo ya que sólo hay que seguir un camino de tierra bastante amplio. El pico del Lobo se encuentra situado entre Guadalajara y Segovia, concretamente en este lugar se encuentra el límite natural entre ambas provincias, lo que hace que el pico del lobo sea la montaña más alta de Castilla la Mancha con sus 2.274 metros y una cima importante de las que podemos encontrar en Segovia.
Para llegar a la cumbre hay dos opciones, la que parte desde la estación de esquí de la Pinilla, que dicen que es más corta pero con más pendiente (aunque nosotros no vimos tan claro que fuera más corta) y la que recorrimos nosotros que comienza en el puerto de la Quesera y posee un desnivel de 700 metros.
Tras esta introducción, continuo con el relato... Nada más comenzar hay dos subidas con sus respectivas bajadas que se hacen un poco pesadas puesto que no estás todavía en caliente y sobre todo cuando pega el sol, que es lo que nos ocurrió el domingo... así que hicimos una primera parada muy pronto, casi a la media hora de empezar, en un prado precioso desde el que todavía ni se veía el pico al que íbamos a subir...

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Estaba claro que teníamos el día vaguete, así que Carmen y Antonio aprovecharon esta primera parada para coger fuerzas con un plátano y un poquito de pan. Ay, ay, ay... a este paso, cuando llegáramos a la cumbre no nos iba a quedar ni un mísero cacahuete para llevarnos a la boca...

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De nuevo retomamos el camino y poco a poco comenzamos a tener unas maravillosas vistas de los campos segovianos. El cielo se había encapotado y eso hizo que todos mejoráramos, parecía que el cansancio y el calor no iban a poder con nosotros.

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La ruta es similar todo el tiempo, pequeños matorrales y subidas y bajadas bastante pronunciadas que hacen que "te rías" de los 700 metros de desnivel que hay desde el comienzo hasta la cumbre. Continuamos por el sendero durante otra hora y media contemplando los paisajes de la vertiente segoviana (se puede ver perfectamente toda la estación de esquí de la Pinilla que está pegando a este pico), hasta que por fin conseguimos ver la ansiada cumbre! Se trata de una cumbre muy sencilla de divisar porque justo en la parte más alta se encuentra una base militar que dejó de funcionar en el año 2.004 porque la zona ya no tenía interés estratégico - militar.

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Ya no nos quedaba casi nada así que disminuímos un poco el ritmo para poder disfrutar más de los paisajes. Esta zona ya posee una buena altitud y todavía se podían contemplar los últimos restos de la nieve del invierno.

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Más paisajes segovianos...

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Antonio y Carmen acercándose a la cumbre...

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¡Y por fin llegamos a la cumbre! Tengo que decir que así como la ruta nos pareció entretenida y agradable, cuando llegamos a la parte más alta, justo donde se encuentra la base militar, nos desencantamos bastante porque la zona se encuentra en un estado bastante lamentable. Hay basura por todas partes y eso ha provocado que para llegar hasta arriba tengas que atravesar alguna zona repleta de mosquitos e insectos. Da mucha pena porque podría ser un lugar precioso y porque además estamos hablando de una zona que está declarada "reserva natural del macizo del Lobo - Cebollera"... pero en fin, sin más comentarios...

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Como decía... ¡por fin hicimos cumbre! así que tocaba foto de grupo e hice lo que pude (todas las fotos están hechas con el móvil porque la cámara estaba muy a gustito en la furgoneta...)

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Tras esta subida grandiosa debido a las escasas fuerzas y ganas que teníamos en un principio, almorzamos con Dios manda cerca de la cima (lomito ibérico, queso curado, un poquico de chóped y pan del día) y comenzamos a descender por el mismo lugar por el que habíamos subido.

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Durante el descenso nos encontramos con ¡dos víboras! Según nos contó Antonio por estos lares hay bastantes pero no suelen picar a no ser que se sientan amenazadas, de todos modos, Carmen ya estaba con mil ojos por si las moscas...
Finalmente llegamos después de otras dos horitas y media al coche. En definitiva, cinco horas de actividad y una cumbre más a las espaldas, en esta ocasión, la más alta de Castilla la Mancha... ¡Toma ya! je,je.

lunes, 15 de febrero de 2010

Previsión: -9 º. Decisión: ¡¡Pues subimos al Moncayo!!

Este fin de semana las previsiones meteorológicas no eran nada buenas... Todas las provincias de Castilla y León estaban en alerta por bajas temperturas y si había una que sobresalía esa era Soria, según los expertos los pingüinos tendrían que hacer uso de la bufanda... De todos modos, como somos así que inteligentes no teníamos más opción que ir directos al frío porque se nos caducaba un maravilloso regalo de boda que consistía en meternos en una cueva (eso lo cuento en otro repor, si quieres verlo pincha aquí) y claro, como para desperdiciar algo con la crisis que tenemos!!
Así que el viernes cogimos la furgoneta y en ella pasamos toda la noche del viernes y la del sábado!! qué fríoooo!!!
Durante toda la tarde y toda la noche del sábado estuvimos tentados de coger los bártulos y regresar a casita, más que nada porque nos quedamos a dormir en Ólvega para estar cerca del Moncayo y allí el frío estaba todavía más presente!! pero al final, nos hicimos los duritos y decidimos continuar con lo que nos habíamos propuesto... subir al Moncayo!!
A las nueve de la mañana abrimos los ojos con cuidado... a mí se me habían congelado las lentillas la noche anterior y mucho me temía que esta vez pasara lo mismo, pero afortunadamente, había hecho algún grado menos. Eso sí, el cielo estaba completamente cubierto y todo apuntaba a que iba a empezar a nevar de un momento a otro. Pero nos hicimos los chulitos por enésima vez y después de un buen desayuno nos dirigimos hasta la Cueva de Ágreda, el pueblecito en el que comienza la ascensión al Moncayo si se realiza desde la parte soriana...
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Ya estábamos a punto de comenzar cuando empezó a nevar... En estos momentos sólo tenía una pregunta en la cabeza... por qué no me dedico a jugar al parchís o me da por hacer patinaje en pistas cubiertas!!!

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Sonrisa "obligada" y para arriba, que todo estaba a nuestro favor... una niebla que no nos dejaba ver ni las montañitas más bajas, un frío del copón y nieve! yujuuuu!!!

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El camino comienza con un amplio sendero pero enseguida aparece un precioso bosque. La ruta es sencilla, no hay apenas pendiente y afortunadamente teníamos huella para no perdernos.
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La niebla parecía que no nos iba a abandonar en toda la jornada y las huellas comenzaban a desaparecer. Afortunadamente, unos minutos más tarde que nosotros habían comenzado a hacer la misma ruta unos vascos bastante rudos y un chico de Ágreda que conocía la zona, así que nos relajamos, fuimos despacito y dejamos que los cinco machotes nos adelantaran y así de paso nos fueran abriendo huella.
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Más o menos a la hora de caminata desaparece el bosquecillo y te encuentras ya con una subida bastante pronunciada que te va a llevar casi directamente hasta el Moncayo. Aquí la cantidad de nieve que había era impresionante y además parecía recién caída, estaba muy blanda así que tocaba ponerse las raquetas. Es la primera vez que no hacíamos el nisio y nos las dejábamos en la furgo, qué alegría!!!
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De repente la niebla comenzó a desaparecer y contra todo pronóstico comenzó a brillar intensamente el sol. No nos lo podíamos creer! En 10 minutos el día había cambiado radicalmente a nuestro favor!
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Nosotros nos dedicamos todo el tiempo a seguir las huellas de los aguerridos vascos. Esto nos facilitó muchísimo las cosas aunque también nos hizo alargar la ruta, ya que en lugar de subir directamente por la ladera del Moncayo lo hicimos por la ladera de la montaña de al lado, así que luego nos tocó patear por la cresta para llegar a la cumbre (siento mi corto vocabulario de montaña, pero es que tengo muchísimo que aprender sobre las cosas técnicas todavía...)

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La subida por esta ladera se hace un poco larga y sobre todo por los cambios que tenía la nieve, de repente dura, de repente blanda... eso sí, con las raquetas se llevaba bastante bien.
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Y cuando llegamos a la cresta la imagen no pudo ser más bonita, todo era blanco, por un lado las montañas repletas de nieve y por otro un maravilloso mar de nubes, el único color diferente, el azul del cielo.

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Por si fuera poco el sol hacía que la temperatura mejorara considerablemente, tanto tanto que nos tuvimos que quitar capas y en ocasiones hasta pasamos calor.
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¡Qué vistas más espectaculares! Mar de nubes por todas partes, a un lado Soria y al otro Zaragoza, precioso. Desde la cumbre se podía ver perfectamente la ruta zaragozana, que al ser cara norte estaba con la nieve más dura y obligaba a tener que cambiar las raquetas por crampones.
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Todo era blanco, estabamos en la cresta pero dudábamos del lugar exacto en el que estaba la cumbre...

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Por fin conseguimos ver a nuestros compañeros vascos que acaban de llegar a la cumbre


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Así que en menos de tres horas llegamos por fin a la cima del Moncayo! Yo intentaba buscar el altar que hay para la Virgen del Pilar o alguna otra señal, pero estaba todo completamente cubierto por la nieve!
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Foto de enamorados, ya que era el 14 de febrero...
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Y como hacía tan bueno nos quedamos descansando un poquito en la cima y disfrutando de la compañía de los cuatro vascos, del chico de Ágreda y de otros tres montañeros que habían subido por la parte zaragozana.

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Tras comer unas chocolatinas, nos preparamos de nuevo para hacer el descenso.
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Bueno, antes otra foto de enamorados!...
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Un último vistazo a las preciosas vistas...
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Y para abajo!. Esta vez cogimos el camino más directo, bajamos derechitos. La nieve era blanda y abundante y con las raquetas era más una sensación de estar esquiando
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Claro que por hacer el mono la nieve se acumulaba tanto en las raquetas que hacía que saltaran las fijaciones y si no estabas atento te podías meter un buen tortazo!

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Cuando bajamos toda la ladera nos quitamos las raquetas y comenzamos a pie el regreso a la furgoneta.

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Ahora podíamos apreciar mucho mejor el paisaje del Moncayo ya que en la subida todo estaba cubierto por la niebla.

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Y como hacía buen tiempo también aprovechábamos para hacer el tonto, qué raro...
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El bosque es precioso y seguro que en primavera está más bonito todavía.

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Al final llegamos de nuevo al camino principal donde habíamos dejado la furgo, desde aquí ahora las vistas del Moncayo eran impresionantes
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Por fin llegamos a Cueva de Ágreda. El sabor de boca que se nos quedó del Moncayo es indescriptible. A mi personalmente me encantó, realmente fue un día de los enamorados irrepetible.
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Otra pareja de nisios del Extreme Team ya estuvieron por aquí hace un tiempo ¿quieres verlo? Pincha aquí