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jueves, 16 de mayo de 2013

Torre del Friero (2.445m) por la Canal Estrecha, que parece que este año la regalan...

Decíamos ayer... Parafraseo al poeta porque tras mucho tiempo sin publicar ninguna actividad es lo mínimo que se puede decir y así, una vez más, nos hacemos los intelectuales, que es algo que siempre gusta al público en general y a los nisios en particular, especialmente cuando disponemos de un botellín de Mahou entre las manos.

Pues eso, que decíamos la última vez, que creo que fue cuando subimos el Corredor del Marqués, que mi nueva condición de padre del niño más guapo, más inteligente, más simpático y más buemo del mundo me tiene un poco apartado de las montañas pero que, eso sí, cuando sacara un día para acercarme sería para hacer alguna actividad de nivel. Con un par o tres al año me conformo.
Así, después de ver en Internet que la Estrecha del Friero estaba en perfectas condiciones arengué a la tropa y conseguimos juntarnos Andrés, Fernando y yo. El viernes 10, llegamos a Cordiñanes justo a la hora de cenar y tras dormir unas horas en el coche, a eso de las cinco de la mañana empezamos a caminar por las calles del pueblo para iniciar la subida por la Canal de Asotín.


Tras atravesar a la luz de nuestras frontales las primeras y escarpadas partes del sendero...


...vimos como nos adelantaba una cordada que iba más ligera que nosotros y con la niebla tapando nuestro objetivo del día, empezó a amanecer...
 


Dos horitas después de salir estábamos en la vega de Asotín...
 
...que conseguimos recorrer tras un par de paradas técnicas sin las cuales lo que quedaba de ascensión se nos podría haber complicado. Coincidimos con los dos compañeros que nos habían adelantado y que iban a meterse en la canal Ancha, Fernando, GPS en mano, les sacó de su error, echamos una conversación y mientras nosotros repartíamos material y nos poníamos los pinchos ellos salieron en pos de la Estrecha.
 
Los nisios nunca nos hemos caracterizado por nuestra velocidad, más bien por nuestra prisa, y con estas vistas mientras te pones el arnés y comes unas galletas...
 
...pues cuando quisimos empezar a enfilar la canal nos habían dado un poco más de las ocho de la mañana. Bueno, tampoco teníamos prisa ni ninguna cordada por detrás...
 
La niebla entraba y salía como un efecto especial en una película de suspense y le daba al tema una bonita sensación. Yo me entretenía con esas cosas tratando de no pensar en que hacía más de un año que no me calzaba los crampones y esperando que esto del alpinismo sea como andar en bicicleta, que no se olvida. Tampoco las tenía todas conmigo en el tema físico, pero mi faceta de "runner", a la que últimamente dedico más tiempo, me daba algo más de confianza.
Pues nada, vamos allá que el día promete. La nieve está perfecta, hay una preciosa huella que seguir y sólo hay que preocuparse de cómo nos encontraremos los resaltes que ponen algo de dificultad a la ascensión.
 

Fernando va primero...
 
Y yo me coloco segundo por aquello de durante la subida hacer la típica foto hacia arriba, foto hacia abajo. En las de abajo sale Andrés, que cierra el grupo.
               
Venga, un vídeo para ver si transmitimos el ambiente...
 


Pues eso, que ahí está Fernando en el primer resalte. Mira, prueba,echa un intento y nos dice que sólo es un paso, que se puede hacer bien.
Después subo yo, sin mayores complicaciones y ahora le toca a Andrés... 
                      

... y mientras Andrés intenta el paso, yo levanto la cabeza y me quedo obnubilado con el lugar en el que nos encontramos...
Cuando vuelo a seguir las evoluciones Andrés, compruebo que ha echado la mano izquierda a esa roca como se ve en la siguiente foto. Bueno, pues sólo diré que las cordadas que pasaran después, seguro que no se la encontraron allí. La versión para nuestras madres y esposas es que se movió un poco pero nada más, la versión para los amigotes es que casi se nos mata al caer desde una altura considerable y sólo gracias a su pericia y experiencia logró salir vivo de un trance que pudo haber sido dramático...
Sea como fuere, el caso es que a partir de entonces decidimos asegurar los pasos de mixto, que la cuerda no pinta nada en la mochila. Íbamos a tardar un poco más, pero ya hemos dicho que no teníamos ninguna prisa.
Un poco más arriba encontramos estos tres metros de roca...
...en los que había buenas manos y pies...
             

...y luego, otra vez autopista de buena nieve. ¡A gozar!



Y en las paraditas para deleitarse con el lugar en el que nos encontrábamos y de paso tomar un poco de aire, pues nada, una serie de foto arriba-foto abajo.
           
Llegamos a otro resalte, que Fernando prueba sin cuerda. Dice que no es difícil, pero yo por si acaso le pido que me asegure...

 
Efectivamente, no tenía nada y se hacía hasta bonito, pero claro, con la cuerda por arriba las cosas se ven de otra manera. Mientras asegura a Andrés yo sigo progresando, pero en el siguiente resalte, el tramo que lleva al famoso bloque empotrado, parece que hay atasco. Me aseguro a un cordino que había por allí y a esperar...
Cuando queda libre el resalte, es otra vez Fernando el que le da de primero mientras Andrés asegura. Es un paso raro en el que le toca pelearse un poco... como a mí. Por lo menos el hielo estaba bien y fiándose de los piolets, al final se saca rascando crampones...
           
Seguimos con la misma dinámica y mientras Fernando asegura a Andrés...
          
...Yo continúo hasta el bloque empotrado y cómodamente aposentado después de emplear mi enésimo paso de rodilla para franquear una pequeña cornisa, grabo este vídeo
Por último, llega Fernando
           
Andrés hace de primero el flanqueo por la derecha que nos vemos obligados a hacer porque el túnel bajo el bloque empotrado está tapado por la nieve y, me asegura a mi, que continúo en libre mientras asegura despues a Fernando.
 
Más adelante la canal se vuelve a estrechar y tiene un resaltillo que aseguramos por precaución aunque también lo sacamos fácil. Continúo hasta la salida de la canal y aseguro a mis dos compañeros disfrutando de estas vistas. Primero Fernando y luego Andrés.
En el collado nos encontramos con tres cordadas que bajan de la cima. Son las dos y media y nos desaconsejan hacer cumbre la nieve está muy paposa y la bajada se ha puesto peligrosa y hay un tramo muy expuesto. Sin problemas. Nos hacemos la foto aquí, que al Friero, ya subimos hace algún tiempo. Devolvemos a sus dueños un friend recuperado por el camino, comemos un poco y tras la foto con el embelma del patrocinador...
Efectivamente la nieve está muy pesada y el descenso se hace un poco ídem, pero las vistas de Peña Santa le quitan a uno todos los males...
Toca hacer un rápel para bajar a la Vega de Asotín y nos tomamos el regreso con calma, que por lugares como estos no se pasea todos los días...
Además, por el hayedo nos encontramos con el amigo Edu Simal que subía con dos compañeros para hacer la Estrecha el domingo y echamos un rato de charleta...
 
Lo ideal para plantarnos en el Valle de Valdeón con esta preciosa luz de atardecer...
Comprobar los senderos de vértigo que habíamos recorrido a oscuras esa madrugada...
Y llegar a Cordiñanes a las siete y media, una hora perfecta para tomarse una cerveza y celebrar una nueva hazaña de The South Face Extreme Nisio Team.

martes, 7 de febrero de 2012

Cotopaxi (5.897m): Qué extraño, subir a un volcán a pasar frío.

Viene de aquí

Un nuevo día amaneció, pero no era un día cualquiera, dos miembros de The South Face,  Martita y un servidor, Jorgito, tenían ante sí una de las más emocinantes empresas de sus nisias vidas: Coronar la montaña más emblemática de Ecuador.
El Cotopaxi, es uno de los volcanes activos más altos del planeta tierra y a su vez la segunda altura del país, sólo superado por El Chimborazo (6.310m). Nuestro plan original era subir los dos, pero con gran dolor de corazón y después de pensarlo mucho, descartamos ir al Chimbo, así que el Cotopaxi se convirtió en el objetivo principal de nuestra visita a las montañas de Ecuador.
Como casi siempre que se va de viaje sobran planes y falta tiempo.
No muy pronto nos pusimos en marcha, sin duda iban a ser un par de jornadas entretenidas pero la magnitud del reto no quitaba a Martita las ganas de hacer el payasete.


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Esto de Internet es la leche, con un clic las fotos viajan cincuenta años atrás en el tiempo


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Esta tiendita es el último lugar para abastecerse de agua, comida y cualquier otra cosa que se pueda necesitar. Martita, presa de un tormentoso drama interior, duda entre los Conguitos y los Peta Zetas


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Poco a poco vamos acercándonos y tomando conciencia de que este no es lugar para gallinas, las últimas vacas que osaron faltar al respeto al Cotopaxi componen ahora esta expresiva instalación.


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Con la humildad por bandera accedemos al Parque Nacional Cotopaxi por el valle de Limpiopungo. Extensos pajonales rodean lo que Von Humbodlt describió como "un cono perfecto, el más hermoso de todos los nevados"


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Esta vez Jaime conduce un Land Cruiser un poco más moderno que va ganando altura por las laderas del volcán


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Los tres últimos días, el Cotopaxi se mostraba despejado pero ahora algunas nubes se pegaban a su cara norte.


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Llegamos al parqueadero (4.600m) y comenzamos a preparar las mochilas


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Desde aquí la montaña adquiere una nueva dimensión. Sobrecoge pensar que estamos en un volcán activo, viene a mi cabeza la imagen de un gigante dormido y tres personitas andando de puntillas sobre su espalda nevada. A lo lejos el tejado amarillo del refugio nos indica hacia dónde dirigir nuestros pasos.


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Una vez preparados posamos felices y sonrientes, ahora empieza lo bueno. Algo más de 1.200 metros de desnivel nos separan de la cima.


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Martita y Jaime dan los primeros pasos por el sendero pardo de ceniza


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El Refugio está cerca, más o menos una hora a paso muy lento, distraidos abreviamos el camino.


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Miro atrás y presencio esta escena. Son los guardas del refugio que ganan metros para hacer más sencillos los porteos. Con una maniobra propia de los Duke de Hazzard aparcan el coche y llaman a Jaime, que desanda lo andado para ayudarles.


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Como ir al Eroski pero a 4.700 metros, rápidamente nos alcanza y entre todos llevamos las bolsas.


Los asiduos recordarán que en el descenso de el Illinizas norte explicamos a Jaime algunos de los fundamentos de la filosofía nisia y anticipé que una gañanada mayúscula le hizo comprender tan complejos conceptos.


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¿Veis esa cara de imbécil que tengo?, pues esa no es nada comparada con la que se me quedó poco después de la foto cuando retomamos el camino y me asaltó la reveladora imagen de unos crampones perfectamente encintados en el mostrador del albergue. Lo había vuelto a hacer, una vez más ¡¡¡ME HABÍA OLVIDADO LOS CRAMPONES!!! Y digo una vez más... recordad


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A voces, se lo dije a Jaime que marchaba un poco por delante. No se lo podía creer... supongo que varias opciones pasaron por su cabeza: Volver al albergue a por ellos, clavarme el piolet en la frente, darme una patada en el culo y ponerme en órbita... Finalmente, decidimos subir rápido al refugio y preguntar a los guardas si tenían algún par de sobra. Por fortuna, así fue y gracias a Jaime y a los chicos del refugio todo quedó en un ejemplo claro de lo que se entiende por "estar en la parra"


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Tras tan penoso acontecimiento Jaime, mientras preparaba un buen guisote, parece pensar:
¿Con qué clase de mandriles me estoy metiendo al monte?


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En breve las ganas de diversión y jodienda nos volvieron a embargar


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Las brumas se difuminaron y nos permitieron admirar la hermosura de esta cumbre, aprovechamos este lindo instante para encomendarnos a los astros con la esperanza de que las nubes no nos acompañasen mañana.


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Una vez alojamos el guisote de Jaime en el buche, a eso de la seis de la tarde, nos metimos al saco. Acordamos levantarnos a las 23:30 para ponernos a andar media hora más tarde. Como suele ocurrir cuando intentas dormir en estos casos, te sumerges en un extraño duermevela donde se suceden imágenes inconexas y bucles de pensamientos mezclados con la emoción y los nervios. Me recuerda a cuando eres pequeño y no duermes porque al día siguiente en el cole te van a llevar de excursión a la fábrica de tabletas de chocolate. No sé para vosotros, para mí estas noches son parte de los momentos mágicos y misteriosos que ofrece la montaña.


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A las 23:30 nos levantamos sin apenas dormir. El viento sopló fuerte toda la noche haciéndonos intuir que el clima había empeorado, los caretos de entre sueño y preocupación son un poema. Como también suele ocurrir en estos casos, hay que obligarse a desayunar.


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Sumidos en un mar de dudas nos disfrazamos de montañeros y posamos justo antes de echarle un par y salir.


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Definitivamente, los astros no nos escucharon. El viento soplaba con fuerza, una fina niebla nos envolvía y hacía un frío de cojones. A paso lento, en silencio oyendo nuestra respiración fuimos ganando altura hasta donde empezaba el glaciar, donde nos encordamos. Martita conserva la sonrisa momentos antes de encarar la gigantesca grieta, un pequeño laberinto de seracs y muros de hielo que componen uno de los momentos clave de la ascensión. Gracias a Jaime y su conocimiento de la montaña superamos los pasos sin mayor problema.


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La temperatura de unos 20 bajo cero y mis congelaciones pasadas me hacían pensar que quitarse las manoplas para hacer fotos no era una gran idea, esto unido al hecho de ir encordados, propició que a partir de aquí las fotos escaseen.


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La ventisca no daba tregua y la sensación térmica helaba el corazón, fijaos como la ropa empieza a teñirse de blanco


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Después de seis horas progresando a buen ritmo entre tinieblas amaneció. Un momento mágico y conmovedor que aportó a la cordada nuevos bríos al intuir la cima cerca.


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Un belga y su guía ecuatoriano descansan a pocos metros de la cumbre dando forma a esta serena estampa


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Si esto fuera una viñeta de Forges se titularía:
Prueba de agudeza visual: encuentre las siete diferencias con el Yeti


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Tras casi siete horas llegamos a la cumbre, el sentimiento de felicidad no cabía en el pecho. Desde hace años sentíamos el Cotopaxi como una montaña imantada que nos atraía y ahora estábamos en su cima. Nos abrazamos a tres bandas y nos dimos la enhorabuena, también dimos las gracias a Jaime.


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En teoría cuando llegas aquí esto es lo que se ve, también se deberían divisar el Antisana, el Cayambe, el Chimborazo y demás cimas.


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En nuestro caso con mucha imaginación intuímos un poco el cráter, pero ver, lo que se dice ver... poco.

Martita estaba radiante de felicidad pero tenía la cara morada, temimos que tuviera principios de congelación. En ese momento cautivos de la emoción no reparamos en el detalle de que es de Miranda de Ebro y atesora la fortaleza y el espíritu de lucha que ha hecho famoso el Mirandés. La cosa finalmente quedó en agua de borrajas.


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No exagero si digo que allí no se podía estar. No se veía nada y el viento te tiraba al suelo. Al estar parados, el frío te acuchillaba. Sacamos unas pocas fotos hasta que la cámara se empaño y decidimos emprender el regreso.


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Bajamos rápido y sin parar, el mal tiempo persistía y el cansancio comenzaba a notarse. Llegamos de nuevo a la grieta, la luz tenue de la mañana confería a la brecha un aspecto fantasmal.


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Lentamente, acompañados por los amenazantes crujidos del hielo, fuimos penetrando en la pálida maraña de seracs y agujeros infinitos. Seguimos los sabios pasos de Jaime que nos condujeron a la salida por un camino distinto al que tomamos hace solo unas horas


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Mucho más abajo dejamos atrás las nubes mientras el solillo se esforzaba por salir. El refugio y el parqueadero a lo lejos acompañan los últimos pasos del descenso


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Finalmente llegamos al refugio a eso de las diez de la mañana. Sin que sirva de precedente apartamos la cerveza y brindamos con un buen vino chileno que trajimos para la ocasión. Fue una pequeña sorpresa para Jaime a modo de agradecimiento por su profesionalidad y su simpatía.
Es lo que tiene pertenecer a The South Face, se nos podrán olvidar los crampones pero nunca el vino, eso no se olvida. Nisios hasta el fin.

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