miércoles, 30 de julio de 2008

Castro Valnera (1.718m) solo, otra vez

Una vez más, The South Face Nisio Extreme Team se vio reducido a la individualidad. Una sola persona afrontando el reto de subir a la cima de una montaña. La causa hay que buscarla de nuevo no en el milenario afán del doble camino, el físico de la ascensión y el metafísico de conocerse a uno mismo. Nosce te ipsum, reza un escrito en el templo de Apolo en Delfos. A mí mismo no sé, pero a mis habituales compañeros de andanzas montañeras los voy conociendo bien. Por eso, no extrañó en exceso que la tarde antes me dejaran tirado y nuestros planes de hacer cima en Peña Vieja o Torre Blanca, incluso en las dos el mismo día, se fueron al mismísimo garete, también, una vez más.

En fin, cambio de planes. Los agrestes Picos de Europa por un objetivo más asequible que me permitiera llegar a Salamanca a una hora prudente. Y metidos en faena de conocer la tierra que me ha acogido, Cantabria, me decidí por Castro Valnera. Precisamente, el día anterior había comprado un mapa de la zona y, sin necesidad de madrugar en exceso, poco después de las once de la mañana empezaba a caminar desde el punto de partida de esta ruta: el Portillo de Lunada, que como se ve en el cartel está a 1.350 metros.



Allí me encuentro con un par de compañeros que se dirigen al mismo lugar que yo. sin embargo, salgo un poquito antes que ellos. Tras rodear, la loma que hay a la derecha del puerto, según vienes de Cantabria, me encuentro con esta pared de caliza. Obervo que se puede sortear por la derecha, allí al fondo...



...o por la izquierda por esa canaleta. Como me apetece una trepadita, escojo esta opción. La verdad es que no tiene nada, sólo echar un poco las manos.



Por lo menos, ya hemos ganado unos metros. Allí abajo, sale la pareja que em encontraré varias veces a lo largo del día.



Es ahora, al ver que me han sobrepasado, cuando compruebo que, tal vez, era más cómodo el otro camino, pero bueno. Desde aquí ya puedo ver las primeras rampas del cordal que lleva hasta el Pico de la Miel y la Muela, las otras dos cumbres que hollaré antes de llegar a Castro Valnera.



Si hacia la parte de Burgos, la pendiente es más o menos suave, la vertiente cántabra presenta un aspecto más fiero. Allí van estos dos, que me sirven para llenar la foto. Así no tengo que andar haciéndome autorretratos... ¿verdad Mikel?



Mirando hacia el mar compruebo que allí el día está un poco neblinoso. Abajo, veo la carretera que me ha llevado hasta Lunada, serpentea remontando el valle que con la luz de la mañana va adquiriendo colores cada vez más vivos.



A ellos ya les queda poco para llegar a la cima. Su imagen sobre la cresta da una idea del desnivel de esas paredes herbosas.



Y aquí estamos, en lo que supongo es la cima del Pico de la Miel (1.573m). Si no es así, cualquier corrección será bienvenida.

Y aquí la foto con el banderín del patrocinador oficial.

Siguiendo la cresta llego a un punto en el que tengo el Castro Valnera justo enfrente. Lo malo es que hay un collado que debo bajar y luego volver a subir.

En este vídeo se ve bien el camino que hice.

En el collado, que según el mapa el Alto la Piluca (1.421m) me encontré con estos tres que venían en sentido contrario. Me paré a preguntarles si bajaban de Castro Valnera y me dijeron que no, que subían. Mal vamos, entonces, les comenté. Y sacando el mapa, también les saqué de su error. Pensaban que el Castro Valnera era el Pico de la Miel, de donde yo venía. Una vez hecha la rectificación de rumbo, tiramos para arriba. Yo, detrás para poder sacar las fotos.

Una rampa fuertecita nos sitúa en el Alto de la Pirulera (1.517m) desde el que ya se ve la cara norte del Valnera. Toda esa cresta me falta hasta la cima.

Me voy para allá y encuentro esta bonita flor en el camino. La verdad es que me viene al pelo para demostrar que soy un tipo sensible, de esos que se llevan ahora, y de paso descanso un poco.

Aprovecho para mirar atrás y veo el camino por el que he venido, en rojo, y descubro un sendero, en azul, que me puede servir para regresar evitándome la subida hasta el Pico de la Miel.

Retomo el camino. Inexplicablemente, esta foto me sale a la primera...

Ya he superado el repecho más duro y desde esta antecima se ve la cumbre. ¡Yupi!

Sobre la una y media llego a la cima de Castro Valnera (1.718m) y me encuentro con los dos compañeros que salieron conmigo de Lunada. Uno de ellos, amablemente, me saca esta foto. Recientemente he descubierto que si cojo el banderín de esta guisa, me tapo la zona abdominal y no es necesario que me meta barriga... Qué astuto soy.

Luego marchan y me quedo solo en la cima. Aprovecho para comer y para deleitarme con las vistas. Parece que entran nubes desde el norte...

...efectivamente, se mete la nube. Pero bueno, no tengo prisa y el camino de vuelta no tiene pérdida. Así que me echo un rato en la cima viendo entrar y salir las nubes.

Al final me decido a bajar y en poco más de media hora estoy en el sendero de la ladera norte, el que pintaba en azul en la foto.

Mirar atrás era una verdadera delicia... ¡joder qué cursi me ha quedado esto!

Una vez superado el primer tramo, el sendero se hacía bien, llego a este punto, abajo, pastan unos caballos... Aquí me vuelvo a encuentrar con los dos compañeros de toda la jornada que han parado a descansar. Echamos un rato de conversación y continúo.

...caminar por aquí es ahora incómodo. No se ve sendero. Sólo una serie de mojones, que voy uniendo siguiendo la parte más pisada de las altas hierbas...

El sitio, con la pared a la derecha y el hayedo a la izquierda es muy bonito, pero tres bonitos resbalones con us consiguientes dolorosos culetazos lo estropean un poco. Además, no corre el aire, hay mucha humedad y sudo como un pollo. Todo muy completo, vaya.

Al acabar este tramo, echo de nuevo la vista atrás. Desde ese collado he venido justo por encima del hayedo conocido como Monte la Brena.

Ahora sólo queda rodear el Pico la Brena, que me separa del Portillo de Lunada, donde tengo el coche. Decido hacerlo por la derecha, o sea por el sur. Cuando llego al coche, compruebo que los dos compañeros han vuelto a llegar antes que yo. Obviamente, por la izquierda, o sea por el norte, es más corto, o rápido o las dos cosas.

Termino de escribir estas líneas cuando me llama el ínclito Mr.Churches. Está en Londres, haciendo escala en el vuelo que le llevará a Islamabad. ¿A la capital de Pakistán?, se preguntarán los seguidores habituales de nuetsras andanzas. Pues porque el muy canalla se ha enrolado en una expedición al Karakorum que intentará subir el Spantik, un montañón de siete mil y pico metros. Desde este humilde blog va todo el ánimo del mundo para ayudarle a coronar la cima y, por supuesto, hacerse una foto con el emblema de patrocinador. Un bonito reportaje de la expedición será publicado en esta página a su regreso allá por el mes de septiembre, ya concluya con el tradicional fracaso o con un inusitado éxito. ¡Dale caña, Andrés!

domingo, 20 de julio de 2008

Calcetinada por Alto Campoo: Cuchillón, Tres Mares y Peña Labra

Este fin de semana quería estrenar mi nueva condición de cántabro acercándome a Picos y subiendo el techo provincial, bueno uno de los dos: Peña Vieja o Torre Blanca, según gustos. El caso es que ninguno de los habituales de The South Face Nisio Extreme Team estaba disponible, así que cambié de destino y decidí acercarme a Alto Campoo.
Recordé que el compañero Zieft había estado por aquí aunque fuera en invierno y tras consultar su blog para hacerme una idea del recorrido tomé dirección Sur. Qué raro se me hace, yo antes para buscar montañas solía ir al Norte.
En fin que dejé el coche en el aparcamiento de la estación de esquí. Creo que en el mismo sitio que Zieft y sobre las 10,20 de la mañana empezé a caminar para ascender el Cuchillón, que es la cima que aparece allí arriba.

Aquí, explico un poco mis primeras intenciones...

...pero no tardé en cambiarlas. Para qué dar todo el rodeo, me dije, y tiré todo recto para arriba justo por debajo de la línea de este telesilla...

Al fondo, ya se veía al fondo el embalse del Ebro. Hay que ver lo bien que quedan todos estos hierros en las fotos, deberían poner un par en cada montaña.

No suelo salir solo al monte, es que mi mujer se preocupa, así que para sacar las fotos con bicho me tengo que hacer autorretratos. La verdad es que no es mi especialidad. Esta foto la saqué al cuarto intento, había que verme poner el temporizador, subir un poco para colocarme, bajar para comprobar la foto, ver que era una mierda, repetirla...

Allí está la cima.

Iba a seguir un poco por ese colladuco, pero este pelotón de bóvidos me indicó que mejor diera un rodeo un poco más arriba.

Pues nada, que cuando las cosas se piden con educación...

Tiré para arriba y encontré la línea de mojones...

No llevaba ni una hora andando, pero el calor empezaba a apretar. No soplaba ni una brizna de aire. Poco después de esta foto, a apenas cinco metros de mí, salió un ciervo enorme, me dio tiempo a sacar la cámara, pero estaba en modo vídeo y sólo tengo dos segundos del animal huyendo.

Ya no quedaba nada, de hecho, ya estaba llegando a la cima.

El panorama desde aquí es impresionante. Me siento un rato para dedicarme a la contemplación, comer un merecido bollito de chocolate y repetir el show de hacerme una foto que salga decente. Ésta salió a la tercera.

La de la cima del Cuchillón (2.171m), a la segunda. Había tardado una hora y media.

Y allí, lo que me queda por andar, en primer término Tres Mares y allí al fondo Peña Labra. No parece que esté muy lejos, pensaba... cuán equivocado estaba. Los Picos de Europa se difuminaban en el horizonte.

Ahora tocaba bajar por estas praderitas. Los caballos se me asustaron un poco y galoparon a un lado y a otro hasta tranquilizarse. Esto me hizo empezar a tararear una canción:

Al poco rato llegué a esta brecha. Iba sobre aviso, porque Zieft lo relataba perfectamente en su reportaje. Un poquito más abajo, indicado por un mojón, se destrepa con facilidad...

Una vez abajo, a nuestra izquierda, o sea, hacia la parte palentina, vemos la salida, también marcada con un hito...

...sólo es una sencilla trepada. Por suerte, esta foto salió a la primera y no me tocó subir y bajar tres veces... Perdonen que les dé la espalda.

Así nos platamos en este cómodo sendero que, en caso de duda, seguiremos un poco hacia abajo.

Si no, os puede pasar como a mí, que llegué a un cortado y por no retroceder demasiado, me tocó hacer este destrepe. Son unos cinco metros, pero con buenas presas, lo que le dio un pequeño aliciente a la excursión.

No tardé en llegar aquí. Más hierros de otro remonte. Seguí esa ancha pista...

...que abandoné en este punto. La pista iba hacia abajo y yo no quería perder mucha altura. El sendero me llevaría al lugar por donde poder franquear sin problemas ese muro de roca.

Allá vamos con otro autorretrato.

Al franquear ese paso...

Al final subí por unos senderos que zigzagueaban marcados con banderines. Al llegar arriba me di cuenta de su utilidad...

Un esfuercito más y ya casi estamos en la cima del Tres Mares (2.171), donde, como se puede comprobar en la foto, había una plaga de insectos en general y de mariquitas en particular.

Así que, estuve en la terraza de la cumbre lo justo para hacerme la foto de rigor.

Desde aquí, viendo las nubes que cubrían la costa, confirmé que había elegido sabiamente al irme a la montaña en lugar de a la playa.

Como era todavía la una y media, al final decidí acercarme hasta Peña Labra, que le tenía ganas desde hace tiempo. Empecé a caminar y al rato llegué a un cortado. Éste no era tan fácil de destrepar. El calor apretaba y dudé si continuar o no. En esta tesitura y como se piensa mejor con el estómago lleno, me paré a comer.

Sabia decisión, porque después de reponer fuerzas volví un poco sobre mis pasos y encontré el sitio bueno para seguir, que antes se me había pasado.

Ahora Ahora sí, un nuevo y cómodo sendero que poco a poco perdía altura. Lorenzo seguía apretando y los bichos incordiando, pero las magníficas vistas lo compensaban con creces. Ánimo, que ya queda menos.

Al fondo asoma Peña Labra. Noto que me empiezan a flaquear las fuerzas. La verdad es que no estoy en mi mejor momento de forma, no. Además el calor hace mella... venga un esfuercito más. Me encuentro con una pareja, cualquier excusa es buena para descansar así que charlamos un rato. Diez minutos me dicen que me queda.

Ya estamos ahí, sólo hay que subir el repecho y luego directo a la cima.

Ya la veo al fondo...

Y por fin, una horita después de comer, llegué a Peña Labra (2.029m), mascarón de proa de la Montaña Palentina, como dice Miguel Ruiz Ausín en su guía. Aquí debía de haber un festival muscial de verano para insectos porque había millones.

El paisaje, impresionante. Me senté en este priivilegiado balcón, me comí otro pastelito y descansé aquí asomado, que soplaba algo el aire. Ahora toca volver.

Midiendo las fuerzas, que ya he dicho me empezaban a faltar, al igual que el agua, empecé el retorno. He llegado a la conclusión de que el calor tuvo mucho que ver con el cansancio que me llevaba encima. Sí, la ruta no era precisamente corta, pero se me hizo muy dura. Cada poco tiempo daba sorbitos de agua. En cuarenta minutos ya estaba otra vez con el Tres Mares a tiro...

...y en diez minutos más ya estaba en la pista camino del mirador de El Chivo. Aquí me quedé sin agua. Y todavía me tocaba bajar hasta el coche. Para colmo, las botas me hacían daño, estaban acartonadas de la última mojadura y no tenían la flexibilidad de siempre. Ya llevo un tiempo diciendo que tengo que jubilar estas chirucas...

Con calma empecé a descender por las pistas y cuando estaba a medio bajada, que me tocaba atravesar la carretera, pasó en coche la pareja que me encontré camino de Peña Labra. Muy mala cara me debieron de ver, porque pararon y se ofrecieron a llevarme hasta el coche. Tras dudar un microsegundo, acepté, que para algo soy del Nisio Extreme Team. La verdad es que, como no llevo GPS, no sabría decir cuántos kilómetros ni qué desnivel acumulado hice, sólo sé que anduve casi siete horas con un calor de órdago. Vamos lo que en mi pueblo se llama una calcetinada.