martes, 28 de febrero de 2012

La Galana (2.564m): Saturday Morning Browny, pero con final feliz

Este fin de semana bajé de las tierras cantábricas a Salamanca. Por supuesto, la semana anterior fue un ir y venir de SMS, correos eléctricos y mensajes en el Facebook para juntar al mayor número posible de nisios y acometer alguna actividad digna de The South Face Extreme Nisio Team. Finalmente, los elegidos fuimos Sergito, Jorgito y Borjita. Gaspi sigue recuperándose de una lesión de rodilla que se hizo esquiando y a Andrés se le ha visto mucho últimamente por Soria, se comenta que anda estudiando una nueva ruta al Moncayo con la que sorprender en los próximos Piolet d´Or, pero por el momento son todo rumores...
Total, que  el viernes 24 nos plantamos en Hoyos del Espino y tras una moderada ingesta de cervezas y huevos fritos con patatas, nos fuimos a dormir a la plataforma. Desde ese momento y hasta la mañana siguiente sólo aportaré unos datos: 
1.-Ese día me había metido tres platos de alubias con morcilla en casa de mi santa madre.
2.-Me tocó dormir en el saco menos caliente de los que llevábamos.
3.- Como consecuencia de las dos premisas anteriores pasé una noche entre medio perra y perra y media.
Y cuando el alba ya despuntaba en un despejado horizonte coloreado entre el malva y el anaranjado se produjo el que ya se conoce internacionalmente como "The saturday morning browny incident".
Tal vez eso pueda explicar mi lento caminar en medio de continuos jadeos, aunque a fuer de ser sincero supongo que sólo sería un elemento más que añadir a mi ya consabido lamentable estado de forma que desde ya me he propuesto mejorar.
Después de esta tal vez algo larga pero, a mi humilde juicio, totalmente innecesaria introducción como decía Chema el simpático panadero de Barrio Sésamo: "metámonos en harina".
Tras un apaño bastante aceptable a base de papel de periódico, a las ocho y cuarto de la mañana tomamos el cien veces recorrido camino de la laguna grande.
Photobucket
Por el Prado de las Pozas ya nos daba el solecito, se cumplían las previsiones y el día iba a ser excelente.
Photobucket
Al llegar al paso de los Barrerones, la panorámica de las cumbres de Gredos (qué gran vino, por cierto) es de esas que uno no se cansa de contemplar. Por supuesto, Sergio nos recduerda que el verano de 2010 formó parte del selecto grupo de nisios que se hizo la integral del Circo en diez horitas. A la derecha aparece La Galana, nuestro objetivo del día, en su cima estaremos en unas horas.
Photobucket
Bajamos hasta la Laguna Grande que atravesamos sobre su congelada superficie...
Photobucket
...y no tardamos en llegar al refugio de Elola. El Almanzor espera la llegada de las hordas de montañeros que hoy pisarán su cima, en La Galana, sin embargo, estaríamos solos, como nos gusta. Qué cosas tiene la montaña.
Photobucket
Tras comer un poco de chocolate y ponernos los crampones reanudamos la marcha. Por cierto, que aquí Sergio dio rienda suelta a las exigencias de su antifonario de forma más civilizada que un servidor, gracias a que en el fondo de mi mochila encontré una ración de combate de papel higiénico de doble capa. Me veo obligado a pedir disculpas a mis amigos y ex compañeros de El Norte de Castilla por el improvisado uso que hice de su trabajo diario... no quiero ni pensar qué será de nosotros en un futuro no muy lejano cuando desparezcan los periódicos y sólo leamos la prensa en el Ipad 17s.
Bueno, que pierdo otra vez el hilo, pues eso, que allá vamos en busca de la Canal de los Geógrafos...
Photobucket
...no tardamos en ganar altura. El refugio y la laguna van quedando abajo.
Photobucket
...mientras arriba aparece, imponente, el Ameal de Pablo.
Photobucket
Parece que Sergio quiere ganar puntos para ser Miss Febrero en el calendario del año que viene...
Photobucket
...seguimos ascendiendo. Como se puede comprobar, mis dos amigos y sin embargo compañeros de ruta no tardan en dejarme atrás. Ya he dicho que últimamente no voy nada fino, no doydiez pasos sin que empiecen a quemarme las piernas, el corazón se me desboca... pero como ya llevo algún tiempo subiendo montañas, me lo tomo con calma que ya llegaremos...
Photobucket
...los que se lo toman con calma son Jorge y Sergio que me esperan en posición zen...
Photobucket
...mientras contemplan estas vistas de el Morezón en el que se identifica bien su Canal de la Mina.
Photobucket
Venga, que seguimos subiendo. Hace calor, hasta 19 grados marca el termómetro de mi reloj...
Photobucket
A la izquierda, hacia el sur, se eleva el Almanzor. Sergio había propuesto a lo largo de la semana intentar la norte, pero el mal estado de la vía, muy seca, y mi ya repetido bajo estado de forma no hacían aconsejable meterse en ese "fregao". Otro día...
Photobucket
Llegamos al colladuco bajo el Ameal donde muere la Canal de los Geógrafos...
Photobucket
...donde me vuelven a esperar. Sergio me hace esta foto, ahí voy, sufriendo como Lale Cubino...
Photobucket
Dejamos atrás el collado, una atalaya privilegiada sobre, por ejemplo los Tres Hermanitos y todo el Cuchillar de la Ventana.
Photobucket
...y ya tenemos ahí la cima de La Galana. Mientras me esperan, Sergio y Jorge buscan la mejor forma de subirse al Venteadero...
Photobucket
...parece que vamos a ver cómo están esas canales...
Photobucket
...dejamos atrás el Ameal y el Risco Moreno que ofrecen esta atractiva estampa...
Photobucket
...y al llegar debajo de este corredorcillo a Sergio se le iluminan los ojos como al Tío Gilito, pero en lugar signos del dólar: $, en sus pupilas refulgen sus piolets, así que antes de que me dé tiempo a quejarme de lo justito de fuerzas que voy, empiezan a tirar para arriba y yo, por no molestar, sigo sus pasos.
Photobucket
Nos plantamos en su entrada. Hay un pequeño resalte que le le da un poco de aliciente al arranque. Sergio no se lo piensa y se mete en faena...
Photobucket
...cuando salva el pequeño obstáculo, le pasa uno de sus piolos a Jorgito que sólo lleva uno (los nisios somos muy de compartir) y se pone en plan estético para tirar hacia arriba.
Photobucket
Como va sobrado, no en vano es uno de Los Héroes del Paldor, le deja el piolet a Jorgito y al grito de "esto está muy tumbado, la nieve está bien, no tiene nada" continúa su ascensión...
Photobucket
...y tiene tiempo para pararse y retratarme a mí. Ya he desenvainado mi segundo piolet...
Photobucket
...busco el sitio, clavo los piolets, subo los pies...
Photobucket
...y arriba, la verdad es que cuando estás disfrutando se te olvidan los cansancios...
Photobucket
Jorge y Sergio siguen...
Photobucket
...otra foto de Sergio hacia atrás...
Photobucket
...y ya está estudiando cómo hincarle el diente a esa cornisa, la verdad es que la canal es cortita, serían 60 metros...
Photobucket
... y la salida nada, es fácil y una vez superada, se asoma a inmortalizarnos... y para los que se hayan fijado en un pequeño detalle, efectivamente, los cascos se quedaron en la furgo, con los arneses, la cuerda y los cacharros.
Photobucket
Ahora, sale Jorgito con el Ameal y el Risco Moreno de telón de fondo. ¡Vaya sitio espectacular!
Photobucket
Puesa nada, ya en el venteadero, con la salida de nuestra canal y el Almanzor con el Cuchillar de las Navajas al fondo.
Photobucket
...y delante, la cima de La Galana, ya no queda nada, pero queda lo peor, a ver cómo están de nieve esas trepaditas finales...
Photobucket
...en ésas escuchamos un sonido fácilmente reconocible, el helicóptero de emergencias. Vaya hombre, a ver si no es nada serio. Se acerca hacia el Almanzor... se da unas vueltas...
Photobucket
...y al final, vuelve a su cara sur, donde empieza con un operativo de rescate. Luego nos enteramos de que era un chico que se había dislocado un hombro en una caída. Nada grave, menos mal.
Photobucket
Bueno, nosotros a lo nuestro. Decía que quedaba lo peor, pero la montaña estaba en buenas condiciones. Pero últimamente me pasa que agarroto en los sitios un poco expuestos. No sé si será por esto de ser padre, pero me lo pienso muy mucho, iba cansado y no me encontraba a gusto en el primer destrepe. Después, una vez en ello, sin problemas, y ya estamos bajo la última trepada. Jorgito que ha subido primero espera a Sergio...
Photobucket
...esta es la canaleta final y ahí está Jorgito en acción...
Photobucket
...después va Sergio...
Photobucket
...y ahí estoy yo....
Photobucket
Resultado, los tres en la cima con el banderín de nuestro orgulloso patrocinador el Bar Llamas, era mi primera vez en esta cumbre, aunque no para mis dos compañeros de ascensión. En este privilegiado mirador, nos apretamos un fuet y un cuarto de queso entre otras viandas para recuperar fuerzas para el descenso. Tardamos casi siete horas incluyendo las paradas desde que salimos del coche, ya digo que yo iba despacio y tenían que esperarme...
Photobucket
...pero si para subir no fuimos muy rápidos, el descenso lo hicimos ligeritos y con el pecho henchido de orgullo nisio en un bello paraje como éste...
Photobucket
...los hermanitos vigilan nuestro camino hacia la Laguna Grande donde nos esperaban otro de mis hermanos: Xavier y Paz, que se habían dado el paseo hasta el refugio...
Photobucket
...y con ellos emprendimos el camino de vuelta a la plataforma. Por cierto, Paz, Xavier, pasadme vuestras fotos para completar el repor que yo ya iba tan fundido que no os saqué ninguna. Eso sí, ésta de despedida de La Galana no se me pasó por alto, además aproveché para detenerme justo en el momento en el que mis cuádriceps entonaban el Requiem de Mozart. No era para menos, nos plantamos en la plataforma en sólo tres horitas.
Photobucket

martes, 7 de febrero de 2012

Cotopaxi (5.897m): Qué extraño, subir a un volcán a pasar frío.

Viene de aquí

Un nuevo día amaneció, pero no era un día cualquiera, dos miembros de The South Face,  Martita y un servidor, Jorgito, tenían ante sí una de las más emocinantes empresas de sus nisias vidas: Coronar la montaña más emblemática de Ecuador.
El Cotopaxi, es uno de los volcanes activos más altos del planeta tierra y a su vez la segunda altura del país, sólo superado por El Chimborazo (6.310m). Nuestro plan original era subir los dos, pero con gran dolor de corazón y después de pensarlo mucho, descartamos ir al Chimbo, así que el Cotopaxi se convirtió en el objetivo principal de nuestra visita a las montañas de Ecuador.
Como casi siempre que se va de viaje sobran planes y falta tiempo.
No muy pronto nos pusimos en marcha, sin duda iban a ser un par de jornadas entretenidas pero la magnitud del reto no quitaba a Martita las ganas de hacer el payasete.


Photobucket


Esto de Internet es la leche, con un clic las fotos viajan cincuenta años atrás en el tiempo


Photobucket


Esta tiendita es el último lugar para abastecerse de agua, comida y cualquier otra cosa que se pueda necesitar. Martita, presa de un tormentoso drama interior, duda entre los Conguitos y los Peta Zetas


Photobucket


Poco a poco vamos acercándonos y tomando conciencia de que este no es lugar para gallinas, las últimas vacas que osaron faltar al respeto al Cotopaxi componen ahora esta expresiva instalación.


Photobucket


Con la humildad por bandera accedemos al Parque Nacional Cotopaxi por el valle de Limpiopungo. Extensos pajonales rodean lo que Von Humbodlt describió como "un cono perfecto, el más hermoso de todos los nevados"


Photobucket


Esta vez Jaime conduce un Land Cruiser un poco más moderno que va ganando altura por las laderas del volcán


Photobucket


Los tres últimos días, el Cotopaxi se mostraba despejado pero ahora algunas nubes se pegaban a su cara norte.


Photobucket


Llegamos al parqueadero (4.600m) y comenzamos a preparar las mochilas


Photobucket


Desde aquí la montaña adquiere una nueva dimensión. Sobrecoge pensar que estamos en un volcán activo, viene a mi cabeza la imagen de un gigante dormido y tres personitas andando de puntillas sobre su espalda nevada. A lo lejos el tejado amarillo del refugio nos indica hacia dónde dirigir nuestros pasos.


Photobucket


Una vez preparados posamos felices y sonrientes, ahora empieza lo bueno. Algo más de 1.200 metros de desnivel nos separan de la cima.


Photobucket


Martita y Jaime dan los primeros pasos por el sendero pardo de ceniza


Photobucket


El Refugio está cerca, más o menos una hora a paso muy lento, distraidos abreviamos el camino.


Photobucket


Miro atrás y presencio esta escena. Son los guardas del refugio que ganan metros para hacer más sencillos los porteos. Con una maniobra propia de los Duke de Hazzard aparcan el coche y llaman a Jaime, que desanda lo andado para ayudarles.


Photobucket


Como ir al Eroski pero a 4.700 metros, rápidamente nos alcanza y entre todos llevamos las bolsas.


Los asiduos recordarán que en el descenso de el Illinizas norte explicamos a Jaime algunos de los fundamentos de la filosofía nisia y anticipé que una gañanada mayúscula le hizo comprender tan complejos conceptos.


Photobucket


¿Veis esa cara de imbécil que tengo?, pues esa no es nada comparada con la que se me quedó poco después de la foto cuando retomamos el camino y me asaltó la reveladora imagen de unos crampones perfectamente encintados en el mostrador del albergue. Lo había vuelto a hacer, una vez más ¡¡¡ME HABÍA OLVIDADO LOS CRAMPONES!!! Y digo una vez más... recordad


Photobucket


A voces, se lo dije a Jaime que marchaba un poco por delante. No se lo podía creer... supongo que varias opciones pasaron por su cabeza: Volver al albergue a por ellos, clavarme el piolet en la frente, darme una patada en el culo y ponerme en órbita... Finalmente, decidimos subir rápido al refugio y preguntar a los guardas si tenían algún par de sobra. Por fortuna, así fue y gracias a Jaime y a los chicos del refugio todo quedó en un ejemplo claro de lo que se entiende por "estar en la parra"


Photobucket


Tras tan penoso acontecimiento Jaime, mientras preparaba un buen guisote, parece pensar:
¿Con qué clase de mandriles me estoy metiendo al monte?


Photobucket


En breve las ganas de diversión y jodienda nos volvieron a embargar


Photobucket


Las brumas se difuminaron y nos permitieron admirar la hermosura de esta cumbre, aprovechamos este lindo instante para encomendarnos a los astros con la esperanza de que las nubes no nos acompañasen mañana.


Photobucket


Una vez alojamos el guisote de Jaime en el buche, a eso de la seis de la tarde, nos metimos al saco. Acordamos levantarnos a las 23:30 para ponernos a andar media hora más tarde. Como suele ocurrir cuando intentas dormir en estos casos, te sumerges en un extraño duermevela donde se suceden imágenes inconexas y bucles de pensamientos mezclados con la emoción y los nervios. Me recuerda a cuando eres pequeño y no duermes porque al día siguiente en el cole te van a llevar de excursión a la fábrica de tabletas de chocolate. No sé para vosotros, para mí estas noches son parte de los momentos mágicos y misteriosos que ofrece la montaña.


Photobucket


A las 23:30 nos levantamos sin apenas dormir. El viento sopló fuerte toda la noche haciéndonos intuir que el clima había empeorado, los caretos de entre sueño y preocupación son un poema. Como también suele ocurrir en estos casos, hay que obligarse a desayunar.


Photobucket


Sumidos en un mar de dudas nos disfrazamos de montañeros y posamos justo antes de echarle un par y salir.


Photobucket


Definitivamente, los astros no nos escucharon. El viento soplaba con fuerza, una fina niebla nos envolvía y hacía un frío de cojones. A paso lento, en silencio oyendo nuestra respiración fuimos ganando altura hasta donde empezaba el glaciar, donde nos encordamos. Martita conserva la sonrisa momentos antes de encarar la gigantesca grieta, un pequeño laberinto de seracs y muros de hielo que componen uno de los momentos clave de la ascensión. Gracias a Jaime y su conocimiento de la montaña superamos los pasos sin mayor problema.


Photobucket


La temperatura de unos 20 bajo cero y mis congelaciones pasadas me hacían pensar que quitarse las manoplas para hacer fotos no era una gran idea, esto unido al hecho de ir encordados, propició que a partir de aquí las fotos escaseen.


Photobucket

La ventisca no daba tregua y la sensación térmica helaba el corazón, fijaos como la ropa empieza a teñirse de blanco


Photobucket


Después de seis horas progresando a buen ritmo entre tinieblas amaneció. Un momento mágico y conmovedor que aportó a la cordada nuevos bríos al intuir la cima cerca.


Photobucket


Un belga y su guía ecuatoriano descansan a pocos metros de la cumbre dando forma a esta serena estampa


Photobucket


Si esto fuera una viñeta de Forges se titularía:
Prueba de agudeza visual: encuentre las siete diferencias con el Yeti


Photobucket


Tras casi siete horas llegamos a la cumbre, el sentimiento de felicidad no cabía en el pecho. Desde hace años sentíamos el Cotopaxi como una montaña imantada que nos atraía y ahora estábamos en su cima. Nos abrazamos a tres bandas y nos dimos la enhorabuena, también dimos las gracias a Jaime.


Photobucket


En teoría cuando llegas aquí esto es lo que se ve, también se deberían divisar el Antisana, el Cayambe, el Chimborazo y demás cimas.


Photobucket


En nuestro caso con mucha imaginación intuímos un poco el cráter, pero ver, lo que se dice ver... poco.

Martita estaba radiante de felicidad pero tenía la cara morada, temimos que tuviera principios de congelación. En ese momento cautivos de la emoción no reparamos en el detalle de que es de Miranda de Ebro y atesora la fortaleza y el espíritu de lucha que ha hecho famoso el Mirandés. La cosa finalmente quedó en agua de borrajas.


Photobucket


No exagero si digo que allí no se podía estar. No se veía nada y el viento te tiraba al suelo. Al estar parados, el frío te acuchillaba. Sacamos unas pocas fotos hasta que la cámara se empaño y decidimos emprender el regreso.


Photobucket


Bajamos rápido y sin parar, el mal tiempo persistía y el cansancio comenzaba a notarse. Llegamos de nuevo a la grieta, la luz tenue de la mañana confería a la brecha un aspecto fantasmal.


Photobucket


Lentamente, acompañados por los amenazantes crujidos del hielo, fuimos penetrando en la pálida maraña de seracs y agujeros infinitos. Seguimos los sabios pasos de Jaime que nos condujeron a la salida por un camino distinto al que tomamos hace solo unas horas


Photobucket


Mucho más abajo dejamos atrás las nubes mientras el solillo se esforzaba por salir. El refugio y el parqueadero a lo lejos acompañan los últimos pasos del descenso


Photobucket


Finalmente llegamos al refugio a eso de las diez de la mañana. Sin que sirva de precedente apartamos la cerveza y brindamos con un buen vino chileno que trajimos para la ocasión. Fue una pequeña sorpresa para Jaime a modo de agradecimiento por su profesionalidad y su simpatía.
Es lo que tiene pertenecer a The South Face, se nos podrán olvidar los crampones pero nunca el vino, eso no se olvida. Nisios hasta el fin.

Photobucket