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jueves, 11 de febrero de 2010

Del cielo de Pakistán...Spantik (7.027m) Parte VII

Viene de aquí
Abro los ojos, he dormido profundamente, durante un instante no sé dónde estoy, en seguida me doy cuenta, es el día de cumbre. Me incorporo, no hace mucho frío, compruebo mi estado, me encuentro bien… Manuel se despierta también, suelta una gracieta y a mí me entra la risa, sí me encuentro perfectamente. Se escucha ruido fuera, vamos Andrés, movimiento, que otro sea el último… Resoplar a la hora de agacharme es un hábito en mi, no me preocupó quedarme sin aire al ponerme los crampones, pronto estaba listo. Al salir, sólo el frontal mostraba la niebla en la noche cerrada, creo recordar que nos levantamos a la una y pico, no me hagáis mucho caso, la altura y la cerveza por igual, han hecho estragos en mi memoria ya de por sí poco hábil. Puedo hacer los nudos de la cuerda sin guantes, efectivamente la temperatura no es muy baja. De vez en cuando los copos de nieve se cruzan en los halos de nuestros focos. Como compartía cordada con Carlos, las risas no faltaron al comenzar a caminar. Exceptuando un grupo la mar de internacional, el resto, salimos hacia la gloria, o a disfrutar de un inolvidable día de montaña, según se mire y según se valore la gloria claro… Rosi marca el ritmo, le seguimos bien. El tiempo no es bueno pero no importa, son las condiciones habituales para The South Face, la oscuridad me impidió inmortalizar esos momentos… al superar los primeros resaltes de la arista hablo con Carlos, ambos nos encontramos bastante bien, tengo buenas vibraciones y me siento optimista, claro entonces no sabía que la montaña ya había decidido que no podíamos ascender a su cumbre, la verdad es que no lo entiendo muy bien, pero sus motivos tendrá. Lo hizo con el sistema clásico, niebla, hundiéndonos hasta las rodillas, sin dejarnos ver la ruta… Pero aún teníamos un día más para volverlo a intentar, además con algo de huella abierta. Y pasamos el típico momento de la renuncia a la cumbre, pero aún teníamos hueco para la esperanza, un solo día de buen tiempo necesitábamos. Volvimos, pues, al campo III y como dicen los entendidos, descansamos esperando una ventana, que no llegó… La expedición americana había sido informada del parte del tiempo, la borrasca se había adelantado, la cosa iría a peor… ¿Qué decisión tomar?



Pues eso, bajamos a escape, bastante rápido, parece mentira con lo que me costó subir por estas rampas… Las palas más pindias estaban bastante duras, heladas, decidimos bajar rapelando, imagen que con la niebla quedó de lo más aparente…



Al perder altura, las nubes iban dejándonos ver lo poco recomendables que eran los resbalones en lugares de estas características. No apetece volar hasta el Chogolungma casi dos mil metros más abajo.



Por lo menos no teníamos que cargar con las cuerdas, había que dejarlas para la expedición americana, estos decidieron descansar, y en caso de que las cosas siguieran mal, bajar al día siguiente. Pero las cosas les fueron peor, a los dos días llegaron al base después de bajar en condiciones terribles, es lo que tienen estas montañas altas… Poco a poco todos íbamos llegando al final de las cuerdas fijas.



El contraste producido al salir de la nube, nos da imágenes espectaculares.



La niebla se disipó para clavar imágenes en mi recuerdo que luego me encargué de distorsionar gracias a los sutiles efectos de la imaginación.



Pronto, se me pasó la placidez de estar absorto en mi mismo, las grietas estaban más abiertas y en ellas cada uno tuvimos nuestro momento de tensión, no sé en que orden fuimos sintiendo el vacío en alguna de nuestras extremidades, pero gracias a la cuerda los bretes no pasaron de meras anécdotas.



Al poco, apareció el campamento II, después de una jornada de tensiones y decepciones, era un buen lugar para terminar el día. Sobre todo mirando al fondo y viendo el marrón que se nos venía encima.



Al poco rato, ya en el interior de la tienda, las mundanas labores de cocinar e hidratarse las hicimos viendo como las nubes se preparaban para descargar.



Y la noche fue de aquellas que imaginaba de crío cuando soñaba con exploraciones y aventuras. Y pasó para dejar un campamento envuelto en nieve, niebla y sobre todo silencio.



Podríamos dramatizar y si queréis hasta exagerar, ya sabéis darle un toque extremo, pero no es nuestro estilo y la verdad fuimos bajando poco a poco y con buena letra, sin problemas.



Caminar por el monte entre la niebla es raro, siempre tengo la sensación de estar en un pequeño escenario de límites establecidos por evidentes efectos ópticos. Perfecto para pensar sin el asombro espectacular de los grandes paisajes.



Al llegar al campo I vimos que ya lo estaban desmontando, tras recolocar las mochilas, continuamos bajando para salir a la roca. Qué hemos hecho mal Andrés parece pensar Jonás mientras me mira.



Al fin en el base, una fiesta nos esperaba, unos de esos inverosímiles pasteles que hacen estos cocineros sin horno ni nada parecido, incluso refrescos para celebrar la cima, o como decía Samander…que todo el mundo está bien. Y es que esta gente alguna que otra desgracia sí ha vivido…aquí no tantas, pero en el Nanga Parbat…



El mal tiempo se estableció en la zona un par de días más, ya sólo quedaba esperar a los porteadores y regresar. Mientras aprovechaba para alucinar con lo que me rodeaba. Esta vez me adentré más aún en el nacimiento del Chomolugmna…



El tiempo mejoró y los pasos se abrieron… esto parece un plagio de Siete novias para siete hermanos…



Y así se terminó mi sueño de superar los 7.000 metros en el mismísimo Karakorum, acostumbrado a sonoros fracasos prácticamente no me afectó, me he endurecido sobre todo desde que hace ya muchos años me dí cuenta de que jamás Greta Garbo nadaría desnuda a mi lado.



El día de partida amaneció con una luz espectacular. ¡Qué jaleo todo el mundo desmontando a la vez!



Y comenzamos la vuelta. Unas tres semanas, habían pasado volando. Aunque aquí todo parece estar quieto, como las olas este glaciar…



Y empezamos a hablar de otros viajes y otros montes.



Aunque aquí te podrías estar una vida intentando escalar sólo unos pocos...



Era Milan Kundera el que decía que la memoria no guarda películas, guarda fotografías, en la mía se encuentra esta...



El hielo se convirtió en laberinto, grietas, pasos, en medio de ese caos fotografié a los porteadores, estos fácilmente encuentran el camino bueno.



Y las palabras, con su poder de decir más de lo que significan, siempre que se combinen de la manera adecuada evidentemente, yo no soy capaz… por tanto otra foto, que tampoco transmite lo que quiero, pero puede valer.



El glaciar se llenó de pequeños puntitos que moviéndose alteraban el hábito de un lugar acostumbrado a la soledad.



Escribía Machado “al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar”, pero ella se mostró de esta manera para poner en duda mis pensamientos…



Y después del glaciar, llegaron los caminos y con ellos los niños qué buscaban, como en cualquier parte del mundo, satisfacer su curiosidad.



Lola se veía siempre rodeada de chicas, por estos lugares ellas lo tienen bastante más duro.



Recorrer la arista del Spantik es lo más próximo a caminar por el cielo que imagino, pero en seguida pones los pies en el suelo, de golpe y porrazo. Pasamos por un pequeño hospital de campaña creado por una montañera checa, cuyo nombre no recuerdo, siempre que puede se acerca a estas tierras y ejerce sus conocimientos de medicina, nos contaba que allí la gente con poca cosa, se muere.



Ya en el pueblo disfrutamos de la hospitalidad de estas gentes. Y a mí se me venía a la memoria la película del “Hombre que pudo reinar”, ¡qué grande!



Viendo estos rincones y comparándolos con algunos de Madrid, me pregunto si son estos los que se han estancado en el tiempo, o somos nosotros los que vamos viajando en un tiempo que va en estampida…



Todo estaba sumido en una profunda tranquilidad



Y escenas tan cotidianas como una simple conversación se convertían en motivos para fotografiar.



Los coches llegaron para devolvernos de nuevo a nuestro mundo, y con ellos el pueblo a mirar.



Y el niño agarrado a la mano del abuelo, vamos como en cualquier sitio que recuerde.



Un largo viaje, excesivo para nuestras posaderas que botaban al ritmo que exigía el traqueteo de los viejos jeep.



Las imágenes, los paisajes, los pueblos, las gentes iban pasando delante de mis ojos, esos recuerdos que voy cambiando al ritmo que cambio mi escala de valores.



Chavela Vargas cantaba, inmensa, que las ciudades destruyen las costumbres… Al llegar a ellas sentíamos que todo era caos.



Aún nos quedaba recorrer, ahora de vuelta la famosa Karakorum Highway, ahora de vuelta, parece que se hace más larga.



Yo ya estaba absolutamente integrado en el medio…Aquí con Samander Khan



Unos días después del regreso, al volver de una excursión por Montserrat con Borja, Raquel y Gaspar, escuchaba en la radio que un camión había hecho volar por los aires medio Hotel Marriott en Islamabab, yo había estado por allí con la sana intención de tomar un vaso…me costaba creer que fuera el mismo lugar en el que días antes me habían tratado tan bien. Y es que en Pakistán puedes encontrar las dos caras de la moneda. Eso sí, luego sólo se habla, como siempre, de la mala.



Qué empeño en no dejar a la gente vivir tranquila…


Con la mente ya en casa, aprovechamos el tiempo para hacer turismo los últimos días que nos quedaban en estas tierras. Y como Taxila, uno de los enclaves arqueológicos más importantes del sur de Asia quedaba cerca, dirigimos nuestros pasos hasta allí. Las esculturas que aquí encontramos nos muestran como es posible la convivencia, al menos en el arte, de motivos hinduistas, budistas incluso griegos…y es que el mismísimo Alejandro Magno estuvo haciendo de las suyas por estos lugares…Y aquí unas muestras del arte grecobudista, estas no han sufrido las absurdas ocurrencias que producen los fanatismos.



Y la típica foto del ganado pastando tranquilamente entre las ruinas… un poco más exótica, eso sí.



En fin…que no conseguimos la cima, pero la expedición fue un éxito como muestra la siguiente imagen…



Siempre es un éxito toparte con buena gente. Y bueno… así termina esta larga historia, espero no haberos defraudado con el ansiado final, pero ¡qué esperabais!, ¿cima? Hombre… que somos nisios…!!!

domingo, 26 de julio de 2009

Del cielo de Pakistán...Spantik (7.027) Parte VI

Fuertes hordas de virus informáticos se hicieron con el control de mi ordenador, tras una batalla que entrará en los anales de la épica todo volvió a la normalidad. Y así me permito comenzar como los clásicos. Decíamos ayer… que después de una jornada de considerable esfuerzo, llegamos al campo II situado cerca de los 5.500 metros.




Si el campo I nos hacía pensar que disfrutábamos de unas vistas impresionantes, el campo II nos demostraba que eran mejorables. Nos encontrábamos en un lugar asombroso.



El Malubiting desde aquí acentuaba si cabe más aún su belleza.



Grandes grupos de montañas nos rodeaban, sacar la cámara de paseo te convertía en un obligado paparazzi. Ignoro el nombre de estas cumbres.



No había mucho espacio en el campamento, las grietas nos rodeaban en muchos puntos y en los que no tremendas caídas nos esperaban. He de decir que no era un lugar para tener un apretón, había que moverse con cierta precaución. Al fondo, la cumbre del Spantik.



Por la noche, la nieve había hecho acto de presencia, pero dejó una mañana fabulosa. Teníamos que mejorar nuestra aclimatación, ese día nos lo tomamos de descanso.



La arista no dejaba muchas opciones para dar un paseo, o para arriba, o para abajo. Aún así no necesitábamos movernos demasiado, esto nos rodeaba…



El Karakorum es enorme, cuántas montañas nos quedan por subir, afortunadamente.



Aquí, los rostros de Jonás y Jorge dejan claro que estábamos disfrutando.



Yo me aseguré la foto de nuestro patrocinador Bar Llamas, nunca se sabe si se va a tener otra oportunidad tan buena, un día así en un lugar como éste. Vaya, en la tienda aparece el logo de los del otro lado…Misión cumplida, me aseguré un buen suministro de cerveza durante una temporada…



La arista del Spantik es bastante estrecha en algunos puntos, la llegada al campo II es uno de ellos.



Pero te permite tener una grandiosa vista de lo que te rodea. Fueron momentos que te hace agradecer el privilegio de vivir.



Parecía que cualquier momento o punto de vista era mejor que el anterior y por tanto las fotos se repetían con imperceptibles variaciones. Otra vez el Malubiting, podría poner otras tantas fotos prácticamente iguales, es una montaña magnífica.



Y otra fotografía casi repetida.



Aquí podréis observar el campamento es su totalidad y además haceros una idea de la subida al campo III. Se encuentra justo detrás de montículo de la izquierda. Y menudo subidón…aún viendo la imagen desde la comodidad de mi hogar me entran sudores fríos. Y desde allí se continúa hasta la cima al fondo.



Las huellas que veis, llegaban se internaban solamente unos metros en la ruta. La nieve estaba muy blanda, había muchas grietas y por supuesto no había nada equipado por encima de nosotros. La cosa no estaba fácil. Había que hacer un plan y organizarse un poco. Reunión de pastores.



Para crear tensión y dramatismo a las deliberaciones, el sonido de un gran alud.



Estaba claro, teníamos que abrir huella poco a poco si queríamos hacer algo. Yo había visto hace tiempo un video de una expedición que no pudo pasar del campo II debido a que la nieve les impidió progresar, en las imágenes renuncian hundidos hasta la cintura. Las rampas hasta el campo III tiene una inclinación de 45º o 50º, según las condiciones. Aquí se suelen instalar largos tramos de cuerdas fijas. Jonás subiendo con intención de comenzar a instalar cuerda.



La nieve estaba muy blanda. Algunas grietas nos mostraban que no era un solar apto para la construcción. Hassan y Rossi suben también, ellos son los que realmente se van a currar la instalación de las cuerdas.



Al poco vuelven. La cosa está bastante mal. La arista se complica y la nieve es poco estable. Hay que trabajar por la noche esperando que la nieve se endurezca. La intención era subir al campo III al día siguiente. Y así lo hicimos. La mañana nos sorprendió con unos colores brutales. El día parecía bueno, había muchas ganas. Carlos sacó esta fotografía de nuestra salida.



Aquí Jorge tras pasar un tramo delicado.



Las nubes hacían acto de presencia, nos encontrábamos ante la jornada más dura de toda la expedición. El campo III se encuentra a unos 6.300 metros, pero antes hay que subir una loma importante. Más o menos 1000 metros de desnivel bien cargaditos.



Pero esto es un disfrute.



Ante nosotros se encontraba el tramo más técnico de toda la ascensión. Mis pulmones estarán por allí todavía. No sé cuántas veces hinque la rodilla en esa subida.



Mientras tomábamos aire, la gente iba llegando. Todas las expediciones subíamos a la vez.



No tengo muchas fotos de la subida, bastante tenía yo con respirar como para andar jugando con la cámara. Pero cuando la cuesta te daba un descanso, te dabas cuenta de que el Karakorum te rodeaba. Llegando a un pequeño descanso.



Antes de culminar la loma que precedía al campamento III, había un tramo llano que en la subida, yo engañándome, me hacía a la idea de que allí estarían montando las tiendas. Cuando llegué exhausto, la vista me hizo recuperar fuerzas de golpe.



Espectacular. Lentamente vamos subiendo. Al fondo a la izquierda se puede apreciar el campo II.



Aplicando el zoom. El campo II, bastantes metros más abajo.



Desde su privilegiada atalaya, Jonás sigue el lento ascenso.



La temperatura no era baja, se aguantaba con un simple polar, estuvimos un buen rato viendo cómo la gente sudaba la gota gorda en la ascensión.



El último tramo hacia el campo III volvía a inclinarse seriamente. Qué pinto yo aquí, pensé varias veces,pero al volver la vista atrás hallé la respuesta



Menudos recuerdos me trae esta imagen. Era como llegar a una cumbre. Los integrantes del nision team estaban en mi mente. Pensé en las conversaciones que hubiera tenído con Iñigo, que a Quique le hubiera dado tiempo a llegar a la cima y volver en el rato que subía el último tramo, en las risas que me hubiera echado subiendo con Borja...Estaba cerca de los 6.400 metros.



Al fin el campo III, con la cima al fondo. Privilegiado balcón. La alegría se apoderó de mí.



El cansancio era considerable, con la excusa de sacar fotos paraba cada poco y tomaba un poco de aire.



Ya estaba llegando, me sentía afortunado. El campamento se encuentra cerca de los 6.300 metros.



Ahora mirábamos desde arriba a muchas de las grandes montañas que estos días nos rodearon.



Tras descansar unos minutos, salí a fotografiar la llegada de la gente. Me encontraba bien. Me sentía como si tuviera una fuerte resaca, estado que domino a la perfección.



Las nubes no nos transmitían buenas vibraciones para el ataque a cima. Pero creaban un extraño ambiente. Hacía frío.




La tarde caía, yo me encontraba bien. Me di el típico paseo por el campamento, nervioso no en vano al día siguiente era el día de cumbre. Pero eso se contará en el siguiente capítulo de esta odisea convertida ya en clásico.



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