jueves, 1 de septiembre de 2011

Fin de Semana en Picos I. Subida al refugio J. Ramón Lueje o de Cabrones (2.100 m)

No han sido pocos los que nos han preguntado por el origen del ya famosísimo término “nisio”. Este vocablo se asocia inevitablemente a sublimes gestas alpinísticas. Cuando Agus me comentó que quería hacer una ruta por los Picos de Europa con Oscar, me pareció una ocasión excelente para hacer un poco etimología, ya que fueron ellos quienes comenzaron a usar el acertado adjetivo. Así un sábado de hace un par de meses quedamos en Panes, con la intención de subir desde Puente Poncebos hasta el refugio de Cabrones, pernoctar y tras ascender algún monte, bajar por el Urriellu de vuelta al punto de partida. Gaspar y yo decidimos salir el viernes para dormir en Gama, y como un cervatillo nos despertó al alba, llegamos con puntualidad británica a nuestra cita, circunstancia que hubiera dejado ojiplático a Borja…Oscar y Agus habían dormido en Potes, por tanto tenían un corto trayecto, supusimos que serían puntuales. Cual fue nuestra sorpresa cuando mediante un mensaje al móvil nos informan que, en su afán de descubrir las sublimes características que cualquier cerveza posee, se habían liado lo necesario para quedarse dormidos al día siguiente. Llegarían tarde por tanto, escribieron como resumen de su noche. Una intensa emoción me dominó, la que se produce al descubrir almas gemelas. Sí, eran de los nuestros… Nos costó encontrar aparcamiento en Puente Poncebos, serían cerca de las once y a esas horas en verano, el lugar es bastante concurrido. Bien, tarde pero alegres comenzamos nuestra marcha.
El ritmo era bueno y la charla agradable, mientras nos poníamos al día de nuestras ajetreadas vidas, llegamos a Bulnes. Qué bonita localidad. Algo menos de una hora y ya recorríamos sus callejuelas. Desde las afueras de Bulnes de arriba, podíamos ver la Canal del Tejo por la que habíamos subido los cerca de 500 metros de desnivel. En seguida vemos la canal de Amuesa. Son unos 700 metros de desnivel, solo con pensarlo mi organismo perfectamente adaptado comienza a resoplar…
Volver la vista atrás nos permite disfrutar de una imagen espectacular de Bulnes de arriba.
Nos topamos con un par de montañeros que bajaban alegremente y a los que fotografié para dar constancia del subidón que nos estábamos pegando.
Pasito a pasito llegamos a una fuente que Internet, siempre generoso en sus respuestas, bautiza como fuente de Amuesa, último punto para llenar nuestras botellas. Allí con las vistas de la canal recién ascendida, degustamos diferentes viandas que no detallaré pero que nos dejaron lo suficientemente satisfechos como para proseguir nuestro camino. Pocos minutos después habíamos alcanzado el collado. Qué lugar tan apacible, pensábamos hasta que una vaca con su cencerro nos recordó que teníamos que girar a la izquierda para afrontar la cuesta del Trave.
 
Pronto la niebla nos envolvió como tantas otras veces, pero al final las nubes quisieron respetarnos y se mantuvieron a la distancia deseada. Las montañas comenzaban a mostrarse.
Con facilidad nos adentramos en el Jou Luengo, con vistas a los Cuetos del Trave y su brutal cueva.
Mi cámara sorprende a Gaspar con los picos Albos al fondo.
Estábamos a principios de verano y todavía la nieve aguantaba los calores. Ahora vemos a Gaspar en una postura que el Facebook ha convertido en clásica. Esto sucedía justo después de pasar un tramo que pese a estar equipado con una cuerda, también es sencillo sin ella. Proseguimos nuestros pasos, ya con el Pico Cabrones al fondo cuya majestuosidad empaña la que Agus tiene habitualmente.
El cielo comenzaba a cubrirse, pero el camino es sencillo.
Cuánto me gustan estos paisajes lunares que hacen tan especiales a los picos…
Caminando con los picos Albos al fondo.
La senda zigzaguea por un laberinto de piedras.
De pronto un giro y aparece el refugio de Cabrones. Pese a los casi 1.800 metros de desnivel no se nos hizo largo el trayecto en ningún momento. Nueva panorámica del pico de Cabrones al que pongo un X en el debe de mi libreta de ascensiones.
Gaspar y Oscar a pocos metros del final de la jornada.
No habíamos conseguido contactar con el refugio para reservar plaza y había mucha gente en la puerta y teniendo en cuenta que sólo tiene 20 plazas…la cosa no estaba clara.
Efectivamente, no había sitio. Decidimos preocuparnos de eso después de refrescarnos con varias cervezas que consumimos deleitándonos con el paisaje.
Entre colchones, tiendas de campaña al final los amables guardas consiguieron darnos cobijo a todos. Además nos ofrecieron una suculenta cena a la que animados por el vino que la acompañaba, dotamos de varios calificativos, todos ellos altamente favorables. Ya sólo quedaba dormir e imaginar el camino que nos llevaría al día siguiente a la mismísima cara Oeste del Urriellu.

1 comentario:

Borja dijo...

Magnífico relato, querido amigo. Digno de la magnificencia del relatador, diría yo sin miedo a eqjuivocarme.
Ahora que hemos extendido la nisiedad por el orbe planetario, hagamos lo propio con la sabiduría en la delectación de los placeres que nos ofrece la existencia.