lunes, 5 de noviembre de 2007

Ascensión a Peñalara con bocata de tortilla

Importantes asuntos me llevaron este fin de semana a la capital del reino ineludiblemente. Sin embargo, lejos de amilanar mi ánimo, aproveché la ocasión para sumar una nueva ascensión a mi currículum montañero valedera por añadidura y además por partida doble para nuestro último reto: 50 provincias-50 montañas.
Se trata de Peñalara, que con 2.428 metros es la cima más alta de dos provincias, la de Segovia y la de Madrid, con lo que matamos dos pájaros de un tiro. Ahí es nada.
Por una vez en la vida y sin que sirva de precedente, la excursión ganó en nivel estético gracias a que Raquel, mi santa esposa, quiso acompañarnos a Mr Churches y a mí.
Así que, a las nueve de la mañana salimos de Madrid, donde Mr.Churches nos había dado posada, y fuimos a buscarle ala estación de autobuses de Segovia, a la que llegaba procedente de Valladolid. Todo un ejercicio de logística, desde luego.
En la cafetería de la estación compramos unos bocadillos de tortilla porque según nuestra información esta ruta así lo merecía. Por esta razón y no por otra y gracias a la inventiva e imaginación de Mr.Churches, este foto-reportaje se ha dado en llamar
Ascensión a Peñalara con bocata de tortilla
(Dos pájaros de un tiro en el reto 50 provincias-50 montañas)
El caso es que nos subimos hasta el puerto de Cotos y sobre las 12,10 horas empezamos a caminar.


El camino ascendía suavemente entre pinares y el día, soleadito, acompañaba a la perfección. Te arrimas tú mucho a mi señora, Andrés...

Poco a poco se va cogiendo altura y los pinos dan paso a vegetación arbustiva en una zona hace tiempo ocupada por unas pistas de esquí y ahora felizmente recuperadas.

Al llegar a una de las revueltas del camino, un mirador nos permitió contemplar por primera vez nuestro objetivo del día. Al fondo, Peñalara. En primer plano, Andrés en una de sus habituales poses. Como sabía que la verdadera protagonista del día iba a ser Raquel, pues se esforzaba en ofrecer su mejor perfil, que por cierto, dudo que sea éste.

Una paradita, un poco de agua y a seguir andando...


Un poco más arriba, la pista se estrecha hasta convertirse en un senderito entre escobas. Eso sí, siempre muy cómodo.
Ahora sí que no queda nada...


...la última rampa, ya con un rosario de gente bastante considerable...
...y en dos horitas nos plantamos en la cima. Bastante concurrida. La verdad es que hacía mucho que no me encontraba a tanta gente en una cumbre. Será porque últimamente hemos escogido montañas poco frecuentadas o más alejadas de Madrid o menos asequibles o no era puente... o todo esto junto.

Vídeo de la cima...


...en la que permanecimos el tiempo justo para hacernos una foto. Demasiada gente. Y nos fuimos hacia la cresta de los Claveles para completar una bonita ruta circular.

Continuamos por un caos de bloques de piedra bien señalizado por mojones que rodea el Risco de los Claveles por la izquierda, o sea por el norte.
Raquel nos esperó abajo mientras Andrés y yo hacíamos un ataque relámpago a la cima para hacernos la foto de rigor que sacó Raquel desde abajo donde nos esperaba. Como veis todo en la vida es cíclico.
Ahora el sendero iba cerca de la vertical vertiente este de esta sierra. Abajo aparecía ya la Laguna de los Pájaros.
Ya no nos quedaba nada, el descenso era cómodo y las vistas del valle de Lozoya (los graciosos absténganse de hacer rimas fáciles, por favor) eran inmejorables.
Un contraluz forzadito pero chulo de la laguna con los Claveles al fondo.
Llegados a este punto, una horita después de abandonar la cima de Peñalara, nos tumbamos en la hierba, sacamos los bocadillos de tortilla adquiridos a tal efecto y los degustamos como buenos domingueros escuchando los gritos de los niños de una familia que había acampado cerca de nosotros.
En un momento dado, Andrés me pidió la cámara y se consagró con una fotografía rebosante de sensibilidad que se ha merecido un lugar en este humilde blog. Qué chico éste, toca la guitarra, lee a los clásicos y además hace buenas fotos... si es que tenemos una joyita.
Como el sol empezaba a caer y la temperatura con él. Reemprendimos la marcha siguiendo los hitos bajo la cresta sobre la que acabábamos de caminar y decidimos volver por aquí cuando haya nieve.
El caminito nos llevaba por bonitos parajes, como éste en el que por fin pude salir de dudas y confirmar que Andrés no es un vampiro, es que tanto salir por la noche me tenía con la mosca detrás de la oreja.

Otra horita y llegamos al puente de madera sobre el arroyo que desagua de la laguna grande...

...y continuamos por el sendero entre pinares, otra vez repleto de gente.
La suave luz del atardecer acariciaba los pinares al finalizar nuestra ruta...
...que se parecía bastante a la Calle Mayor de Palencia un domingo después de misa. Esto me produce sentimientos encontrados. Por un lado, me alegra que haya tanta gente que disfruta con la naturaleza y las montañas, aunque encontré demasiadas colillas y pañuelos de papel por ahí tirados... pero por otro, echo de menos la soledad de zonas menos frecuentadas. Por cierto, preciosa toda esta zona, hay que volver con la bici de montaña.
Y para terminar, aquí dejo la ruta aproximada que hicimos para quien le pueda interesar.

3 comentarios:

Kepa dijo...

que suerte de día, cuando yo fui solo vimos nieve, hielo, ventisca y pasamos un frio del copón de la baraja. No pudimos pasar de hermana menor.

A ver si el Geme me lleva....

Anónimo dijo...

Es más fácil subir el Annapurna en solitario que Peñalara, jeje

Me trae buenos recuerdos, de una vida anterior, que iba a escalar a la Teresa, o a subir por las canales. Ya hay hielo en la pared negra? XDDD

igertu dijo...

Kepa farsante!!! pero si les decías a los piiiii que no hacía frío!!!!

Bonito día, sí señor a ver si algún día tenemos oportunidad de repetirlo.

Salu2