Después de un par de ajetreadas semanas ocupadas en mudanzas y bodas, por fin sacamos un día para dar un paseo por el monte. En esta ocasión, The South Face demostró su decidida apuesta por la cantera y nos fuimos con las sobrinas a hacer una ruta por la Sierra de Salamanca, creo que esta parte todavía pertenece a la Sierra de Las Quilamas. En concerto, salimos desde San Esteban de la Sierra con la intención de llegar a San Miguel de Valero, aunque finalmente acortamos un poco el paseo para que nos diera tiempo a llegar a comer cuando habíamos reservado.
El recorrido comienza en la parte baja del pueblo, junto a esta preciosa casa de arquitectura serrana y siguiendo desde las fuentes por el camino de las huertas, bajando hacia el río. Aquí María y Vega ya están preparadas para la jornada provistas de mochila, bastón y gorra... de los que se irán desprendiendo por el camino.
La verdad es que la ruta no tiene pérdida, está perfectamente señalizada con estas marcas de GR que a veces se solapan con otras de PR. Esto nos dio ocasión para que las niñas estuvieran entretenidas buscándolas a modo de juego, lo que les hizo más llevadero el paseo.
Al salir de las huertas llegams al río, que cruzamos por este magnífico puente. Después seguiremos a la izquierda...
...por aquí. María quería ir de guía y mi santa esposa, Raquel, la acompañaba.
No tardamos en dejar atrás el pueblo y una vez cogida un poco de altura las vistas son preciosas.
Al salir de las huertas llegams al río, que cruzamos por este magnífico puente. Después seguiremos a la izquierda...
...por aquí. María quería ir de guía y mi santa esposa, Raquel, la acompañaba.
No tardamos en dejar atrás el pueblo y una vez cogida un poco de altura las vistas son preciosas.
Algunas jaras ya están en flor.
El camino va remontando poco a poco la ladera y el calor empieza a notarse, tanto que María me pasa su gorra, que tiene un dibujo de Shrek y leds incorporados, por si se nos hace de noche, me explica.
Atravesamos pequeños olivares y jugamos a identificar los árboles. Las niñas, sobre todo Vega se los saben todos: el olivo, la encina, el alcornoque...
Ahí va la tropa, en fila de a uno con María en cabeza guiando la expedición y comiendo avellanas y galletas...
El desnivel positivo son algo más de cien metros y muy suavecito. Justo hasta dar la vuelta a la loma tras la que empieza el descenso hacia Valero. La carretera que vemos al otro lado conduce también a este pueblo.
Aquí, María ya no lleva ni gorra, ni bastón, ni mochila y corre cuesta abajo en camiseta, disfrutaron como enanos, que al fin y al cabo es de lo que se trata.
El calor apretaba y Vega se paró a refrescarse un poco en este bonito paraje.
Y aquí estoy yo, con la gorra de Shrek, y sudando la gota gorda por el calor y porque llevo casi tres semanas en las que el único ejercicio que he hecho es subir y bajar cajas.
En apenas dos horas ya vemos el pueblo de Valero allí abajo. Obsérvese a José Ángel, hermano de Raquel y por ende mi cuñado, que camina al más puro estilo Labordeta.
Llegamos a la plaza de torosy comprobamos que la subida de 350 metros de desnivel hasta San Miguel de Valero, donde habíamos dejado el otro coche, puede hacerse un poco dura para las niñas y, sobre todo, muy lenta para el grupo con lo que llegaríamos tarde a comer, así que decidimos subir sólo los machotes.
Tardamos media hora a buen ritmo y con ello terminamos de ganarnos el chuletón en La Terraza, el mítico restaurante de Santibáñez de la Sierra que, en ocasiones, se hizo más duro que las últimas rampas, pero que conseguimos concluir con éxito.José Ángel sugirió que la próxima vez hagamos la ruta en sentido contrario... No sé, no sé... no veo muy claro yo eso de empezar por el chuletón.
Atravesamos pequeños olivares y jugamos a identificar los árboles. Las niñas, sobre todo Vega se los saben todos: el olivo, la encina, el alcornoque...
Ahí va la tropa, en fila de a uno con María en cabeza guiando la expedición y comiendo avellanas y galletas...
El desnivel positivo son algo más de cien metros y muy suavecito. Justo hasta dar la vuelta a la loma tras la que empieza el descenso hacia Valero. La carretera que vemos al otro lado conduce también a este pueblo.
Aquí, María ya no lleva ni gorra, ni bastón, ni mochila y corre cuesta abajo en camiseta, disfrutaron como enanos, que al fin y al cabo es de lo que se trata.
El calor apretaba y Vega se paró a refrescarse un poco en este bonito paraje.
Y aquí estoy yo, con la gorra de Shrek, y sudando la gota gorda por el calor y porque llevo casi tres semanas en las que el único ejercicio que he hecho es subir y bajar cajas.
En apenas dos horas ya vemos el pueblo de Valero allí abajo. Obsérvese a José Ángel, hermano de Raquel y por ende mi cuñado, que camina al más puro estilo Labordeta.
Llegamos a la plaza de torosy comprobamos que la subida de 350 metros de desnivel hasta San Miguel de Valero, donde habíamos dejado el otro coche, puede hacerse un poco dura para las niñas y, sobre todo, muy lenta para el grupo con lo que llegaríamos tarde a comer, así que decidimos subir sólo los machotes.
Tardamos media hora a buen ritmo y con ello terminamos de ganarnos el chuletón en La Terraza, el mítico restaurante de Santibáñez de la Sierra que, en ocasiones, se hizo más duro que las últimas rampas, pero que conseguimos concluir con éxito.José Ángel sugirió que la próxima vez hagamos la ruta en sentido contrario... No sé, no sé... no veo muy claro yo eso de empezar por el chuletón.
No hay comentarios:
Publicar un comentario