martes, 24 de mayo de 2011

Ascensión a la Maladeta 3.308 m. Parte II

Viene de aquí.

Cuando Gregor Samsa se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en un monstruoso insecto… Carajo, vuelvo a empezar plagiando a los clásicos…Bien hagamos unas pequeñas modificaciones sobre el texto y comencemos nuevamente...Cuando el grupo de nisios se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontraron sobre sus sacos metidos en una tienda de campaña…y abriendo un poco la cremallera de la entrada, con esta imagen…



Brutal, ¿verdad? El día comenzó con la puntualidad que tiene el sol al amanecer. Y para nosotros, como tantos otros, con el sonido de un despertador…sacas la mano del saco, te das cuenta que hace un frío del copón, la vuelves a meter, te haces el dormido y esperas que nadie lo haya oído…un plan sin ninguna fisura, pero estos ya estaban despiertos. Despertarse con esa temperatura te hace filosofar con preguntas de la magnitud de ¿Qué pinto yo aquí? Esta secuencia eliminó cualquier duda…





Había que salir fuera, para disfrutar del espectáculo y mear claro…Aprovechando el contraluz y las bondades de las máquinas automáticas saqué este fotón…



Mirar hacia el otro lado no era menos interesante…Y encima con la luna en un cielo totalmente azul.



Nos quedamos tranquilamente contemplando el avance de las nubes.



Pese a que nos rodeaba un ambiente poético en el que palabras del tipo “inmensidad” tenían justa cabida, no podía faltar nuestra costumbre de hacer el ganso…



Pasaba el tiempo, pero disfrutábamos haciendo fotos sin parar, casi a los mismos paisajes…



Un amanecer para no olvidar, éramos unos privilegiados.



Bien, había que empezar a moverse…estábamos allí para subir un monte, ¿no?



Nos encontrábamos muy cerca del glaciar de la Maladeta. En un momento estábamos subiendo por él como niños con zapatos nuevos, en este caso con botas y crampones nuevos.



Al ir cogiendo altura la perspectiva cambiaba, también los colores.



El mar de nubes seguía…



Mira la cara norte del Eiger en pequeño!!!



Como tantas otras veces nos lo estábamos tomando con calma, para ir acostumbrándonos al lento ritmo del Himalaya y para disfrutar del paisaje…



Esto era lo que veían…



Ya teníamos cerca la pequeña canal que nos llevaría a la Madaleta.



La nula consistencia de la nieve caída, no daba mucha confianza.



Había que ir con cuidado, aunque el terreno no era complicado.



En pocos minutos nos encontrábamos disfrutando de la vista del lago de Cregüeña.



Nos quitamos los crampones para recorrer la pedrera que nos llevaría a la cima…



Y comenzamos la sencilla subida.



Sergio observa el salto que tenemos hacia el glaciar….



Instantes después Gaspar llegaba al mojón de cumbre.



Desde allí el rey de los pirineos se mostraba imponente.



Risas propias de la cima.



Foto estándar para el Facebook…



Cima con el banderín de nuestro querido patrocinador Bar Llamas y el Aneto al fondo, que nos asegura unas Mahous bien frescas al regreso….



Anda que no nos quedan montañitas por subir…



En la cumbre del Aneto, un grupo disfruta también de las fantásticas sensaciones de cima.



Toda la nieve había caído en la misma vertiente dando unos curiosos contrastes.



Durante un corto intervalo de tiempo, nos planteamos ir al Aneto también…¡Qué por plantear no quede! Pero habíamos estado completamente solos y preferíamos seguir estándolo, por tanto decidimos dirigirnos hacia el pico Sayó. Así comenzamos el descenso relajadamente.



Había que bajar con cuidado.



En la zona de la rimaya, Sergio disfrutó de sus nuevos crampones.



La parte inferior del Corredor de la Rimaya tenía un cordino que nos vino pintiparado para que el fotógrafo pudiera componer un elegante posado, con la famosa grieta justo debajo.



Un observador casual, podría interpretar erróneamente nuestras acciones y pensar que se encontraba ante unos tipos expertos…pero no, efectivamente sólo hacíamos el fantasma. El glaciar con sus arbitrarias formas se iba a convertir en un campo de juegos, aquí subiendo un murito que se había formado…



Una vez que nos cansamos de hacer el mono, continuamos por el glaciar de la Maladeta tranquilamente hacia el Pico Sayó…



Teníamos que volver a Madrid y para ser sinceros no disponíamos de mucho tiempo. Añadiré también un comentario sobre lo bien que se estaba sentado al sol mirando como las nubes se iban disipando. Decidimos por unanimidad acercarnos a lo que creo que se llama el Diente de la Maladeta y bajar raudos a saciar nuestra sed con una cervecita.



La fina capa de nieve hacía incómodo el descenso y las montañas tendrían que esperar unas semanas más para verse nuevamente bajo un tupido manto.



Y la niebla comenzaba a subir hacia las cumbres.



A la altura del ibón de la Renclusa, la nieve había desaparecido. La tranquilidad del lugar nos obligó a retozar un rato en la hierba.



Unos días después volaríamos hacia el Himalaya. Bajábamos comentando nuestro siguiente destino. Eso tiene los viajes, antes de hacerse están en nuestra imaginación y después en nuestros recuerdos…



En Benasque dimos buena cuenta de unas pintas…a vuestra salud!!!!

1 comentario:

Borja dijo...

Efectivamente, compañero, unas fotazas!!!
Y ese relato, parafraseando a los clásicos... eres un artista!!