martes, 6 de marzo de 2012

Descubriendo los montes del Duranguesado: Ascensión al Andasto (822 metros) y senderismo bajo la sombra del Anboto

Aprovechando que por fin daban buen tiempo para un fin de semana, Jorgito, Mateo y yo decidimos acercarnos a Gernika y aprovechar la ocasión para descubrir un nuevo monte de los cientos que hay por todo el País Vasco.
El Anboto (1.331 m.) ya estaba hecho pero nos faltaba conocer los alrededores de tan magestuosa montaña, así que sin pensarlo dos veces nos dirigimos hacia la localidad de Arrazola para intentar ascender al Ipizte o, como se llama oficialmente, el Iruatxeta (1.062 metros).
Dejamos la furgoneta en el aparcamiento de Arrazola y ya comenzamos a disfrutar de las vistas tan espectaculares que íbamos a tener durante todo el recorrido con el Anboto como gran protagonista.

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Cogimos la calle de Arrazola que se dirige hacia la montaña y fuimos dejando poco a poco los caseríos del pueblo

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En muy poco tiempo abandonamos la carretera asfaltada y comenzamos a ascender por una pista de tierra perfectamente señalizada que te va llevando hacia los pies del Anboto

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En este tramo del principio es donde encontramos la única "pega" del recorrido. La ruta se adentra en un bosque y el camino se convierte en un auténtico barrizal, así que hay que tener cuidado si no se quiere pagar la cerveza de después, ya sabéis, por eso de tocar el suelo con el culo...

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Por si no teníamos suficiente con concentrarnos para no resbalar y pagar birra, nos encontramos con unas "amables" vacas que no tenían ninguna intención de hacerse a un lado para facilitarnos el paso. Eso sí, Mateo estaba alucinando con ellas, creo que jugaba a ver quién aguantaba más la mirada, ellas o él...

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A medida que avanzas el Anboto está más y más cerca y eso te permite examinar a fondo este montañón y descubrir cosas como la impresionante aguja que se asoma en la foto

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Continuamos caminando y tras dejar el bosque seguimos por un camino que discurre por el lateral del Anboto. Aquí ya pudimos contemplar nuestro objetivo: el Ipizte (1.062m.)

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Como ya os he comentado la ruta discurre bajo la mirada del Anboto, pero también va siempre pegada al río Errekaundi y cuando ya llevas una horita de caminata es cuando más puedes apreciar esto último, ya que toca cruzarlo unas dos o tres veces.

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La caminata es suave y casi sin enterarnos vamos ganando altura. Tras una hora aproximadamente, la ruta se va alejando del río y se adentra en un hayedo impresionante.

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Parece que estamos en una película de ficción con árboles que están a punto de hablar y paisajes donde puede aparecer un duende por cualquier parte

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otra más para deleitar los sentidos

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Este hayedo se encuentra exactamente en la vertiente oeste del Andasto y en menos de media hora a paso tranquilo alcanzamos el cordal de la montaña. Aquí el Anboto vuelve a adquirir todo el protagonismo, parece que estamos pegaditos a su cima.

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Ya no nos queda nada para llegar a la cima del Andasto. Continuamos un poco más por un sendero que aparece a mano izquierda

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Y realizamos una pequeñísima trepada para poder alcanzar la peña cimera. ¡Ya podemos decir que Mateo ha trepado!

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El cielo estaba completamente despejado y las vistas que nos afrecía el Andasto eran impresionantes pero Mateo estaba mucho más feliz descubriendo lo que son los buzones que contemplando el paisaje, ¡cosas de niños!

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Mateo aprovechó la parada para pegarse una gran pitanza compuesta por un puré de carne, patatas y verduras bien "calentito" y a continuación nos hicimos la foto de familia

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Como el tiempo nos acompañaba y la hora era buena, volvimos a coger la pista y nos dirigimos hacia el Ipizte por el collado de Zabalandi. El camino está muy bien señalizado y sigue pegadito al Anboto

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La nieve estaba presente desde el principio de la pista y eso hacía que el paisaje tomara unos tintes más bucólicos todavía

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Jorgito aprovechó la ocasión para explicarle a Mateo lo que es la nieve. Aquí van los dos subiendo poco a poco

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Después de caminar durante un cuarto de hora aproximadamente nos pusimos en el collado Zabalandi justo a los pies de la cima del Ipizte, donde hay un pequeño refugio.

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Poco a poco continuamos la aproximación a la cima

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Estábamos muy cerca de la cima pero la nieve cada vez era más blanda y pesada y a medida que nos acercábamos a la cima íbamos viendo que andar por el lapiaz con nieve y un bambino en la chepa no era la mejor idea, así que tras analizarlo minuciosamente decidimos que por hoy ya era bastante. La prudencia es la mejor amiga en la montaña. Así que poco a poco comenzamos el descenso.

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En el horizonte la silueta del Udalaitz, el Atxaurrutxugane y el Erdikoatxa. Precioso cresterio que recorrimos hace unos meses cuyo relato duerme el sueño de los justos. Y mas al fondo ¿puede ser el Txindoki? ...

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Y justo cuando comenzábamos el descenso pudimos comprobar la valentía de los vascos. Jorgito y yo nos quedamos pegados al ver subir a este ciclista. ¡Os juro que acababa de bajarse de la bici! Sin palabras...

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Para no bajar por el mismo lado, nos dirigimos al collado de Ipiztekoarriaga, justo en la otra parte y comenzamos a descender poco a poco.

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Pero de repente nos surgieron muchas dudas sobre si podríamos llegar al coche por el otro lado y sobre todo si podríamos hacerlo sin tener que caminar diez horas más. Así que ante la duda, nos decantamos por atajar por donde pudimos y volver a subir hasta el cordal del Andasto. Alguna nisiada teníamos que hacer...

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¡de nuevo estábamos junto a la cima del Andasto! ¿esto no cuenta por dos?

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Desde aquí sí que comenzamos a bajar y para no liarnos más lo hicimos por donde habíamos subido.

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Aprovechamos una vez más para contemplar la perfecta aguja pegada al Anboto

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Y volvimos a saludar a nuestras compañeras de camino

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Después de más de cinco horas de pateo, llegamos de nuevo a Arrazola, ¡las cervezas ya nos estaban esperando!

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3 comentarios:

Pere dijo...

Aupa ese Mateo Mendizale!

Borja dijo...

No he visto el pañuelo del Llamas en esa cima, así que no se puede convalidar. Otro día volvemos juntos y ya lo llevo yo, despistaos!!

Pat | Snow Kites dijo...

The images are nice and it creates a soothing impression like you will not mind going there even if it will mean traveling miles.