Amanece. Son algo más de las 7,30h y la plaza de Jmaa el Fna empieza poco a poco a recobrar la actividad. En pocas horas los vendedores de zumos y de dátiles devolverán el colorido a este lugar. De momento la ciudad y sus gentes parecen todavía desperezarse...
...hasta que los integrantes de la Expedición Ramafloja y el nisio que se ha unido a ellos hacen acto de aparición. Hemos comprado unos deliciosos pastelillos de los que damos buena cuenta para desayunar y esperamos la llegada del taxista con el que hemos quedado para viajar hasta Imlil.
La Torre de Koutubía refleja ahora el sol de la mañana...
Puntual a la cita aparece el taxista con su Mercedes. ¿Cabremos los seis con las mochilas además del conductor? Vamos a comprobarlo...
...pues parece que sí... cuatro atrás y tres delante. Sólo falto yo...
Vamos allá. La estrella del Mercedes apunta directamente hacia nuestro objetivo. "Beaucoup de neige", dice el amigo taxista. Sí, sí, mucha nieve, si por eso vamos... en las casi dos horas de viaje observamos el paisaje cambiante, charlamos con el conductor. Dos millones de kilómetros tiene el coche encima...
...y ahora, 65 kilómetros más. Llegamos a Imlil, le pagamos los 250Dh=25€ acordados y nada más bajarnos en este aparcamiento aparecen unos cuantos guías locales ofreciéndonos todo tipo de servicios: desde alojamiento hasta mulas, crampones y piolets. Se lo agradecemos pero tenemos de todo. Se quejan de que entonces ellos de qué van a vivir... no preocuparse, hombre, que ya llegarán después otros menos rudos que nosotros que necesiten porteadores para subir...
En un ratín hacemos las últimas compras. "Un poco" de pan... esto es una ironía, por eso va a entrecomillado. Lo que tiene Edu entre las manos es sólo una ínfima parte del pan que subimos. Los compañeros ramaflojistas se pusieron a echar cuentas: que si somos tantos a tantos panes por día... como en primero de EGB con las sumas... y al final llevábamos... ¡unos ochenta panes! Lo que más me llamó la atención es que luego se pasaban todo el día con la frase: "Pero no seas tonto, ¡no te hinches a pan!", especialmente el amigo Juanillo. Curiosa gente estos ramaflojistas, sí.
Aquí estamos ultimando las mochilas. Tarea ardua ya que había que estar a embutir las cosas dentro mientras le explicabas a un amable bereber que no te interesaba la cimitarra o la "piedra preciosa" que quería venderte...
En fin, que después de un rato, la verdad es que tanto ramaflojistas como nisios compartimos la filosofía de tomarnos las cosas con calma, conseguimos ponernos en marcha y, sobre las 11,00h empezamos a caminar por las calles de Imlil con nuetras pesadas mochilas a la espalda. La mía rondaría los 25 kilos y ya en las primeras rampas empecé a pensar que para qué demonios seríamos tan rudos habiendo mulas y porteadores. Débil de espíritu que es uno.
A pesar de las pesadas mochilas, valga la redundancia, el buen día que nos ha salido y el ánimo de empezar nos hacen más llevadera la carga. Al ánimo de empezar, la gloria de concluir, suele decir mi amiga Susana. Nunca he sabido muy bien el significado de este adagio, pero bueno, si lo dice Susana, por algo será. Sin prisa pero sin pausa vamos dejando atrás las casas de Imlil...
...y ganando altura. Pronto el pueblo, que en realidad está distribuido en diversos núcleos diseminados por el valle, queda nuestros pies. Imil está a 1.740m y el refugio a unos 3.200m, tenemos pues por delante 1.500m de desnivel, que según la guía de David Taura que llevamos se puede hacer en 5 horas. Nosotros tardaremos más, lo sabemos antes de dar el primer paso y nuestro ritmo lo confirma.
No tardamos en llegar a la cota de nieve. Efectivamente, beaucoup de neige, beaucoup de neige. Nos cruzamos con alguna mula que continúa minando mi moral...
...y pasamos el pueblo de Aremd. En sus afueras unos niños juegan en la nieve con improvisados patines y esquíes se lanzan por las pendientes, hacen guerras de bolas de nieve... vamos que se lo pasan pipa. Nosotros caminamos. Tenemos que atravesar este valle y, al fondo, remontar hasta la mitad la ladera de la izquierda. El camino no tiene pérdida.
Una vista atrás hacia Aremd, que está a 1.900m.
Y otra hacia adelante, siguiendo las huellas en la nieve. Me paro para hacer fotos pero, como es habitual en mí, aprovecho para tomar un respiro. La verdad es que no me he entrenado específicamente para esta expedición y, para variar, mi estado de forma no es el mejor del mundo. Pues nada, despacito y, como dice el anuncio: a sufrir en silencio.
Tras otra serie de pendientes durillas, nos situamos a media ladera. Abajo discurre el arroyo, Assif n´Isougouane se llama. Ya queda menos para la mitad del camino de hoy.
Sólo cruzar este puente...
...y, después de unas tres horitas de marcha, llegamos a Sidi Chamharouch, un lugar santo. De hecho muchos musulmanes van hasta aquí en peregrinación nosotros adelantamos a un matrimonio no precisamente joven y la mujer caminaba descalza. Bueno, en calcetines. Acuden a rezar a la gran piedra blanca. Aquí paramos a tomar un té con los bereberes que viven aquí y no paran de pedirte que, a la vuelta, pases por su tienda: "Sólo mira", decían. Bueno, bueno, a la vuelta que ahora hay que seguir subiendo. Estamos a 2.350m, sólo quedan mil metros de desnivel...
Vamos para allá. Esta foto la sacó Pere. La verdad es que no iba nada bien. Mucho peso. Pero ya queda menos. De vez en cuando nos cruzábamos con porteadores que bajaban las mochilas de grupos de esquiadores: dos y hasta tres cada uno, y andando por la nieve con botas katiuskas...
Edu insistía en que le pasara la tienda de campaña, que él iba bien. Tras dejarle insistir tres o cuatro veces, acepté su ofrecimiento. Literalmente me quité un peso de encima.
Empezaba a caer la tarde y la verdad es que noté los tres kilos de menos de la tienda. Empecé a caminar a mejor ritmo y cambió también mi humor, que no estaba yo para muchas fiestas, no. Ahora, me detenía a apreciar el impresionante valle que remontábamos.
Tras el fuerte repecho que hay tras Sidi Chamharouch, ahora el camino gana altura muy poco a poco. El valle es largo. Al fondo tienen que estar los refugios.
Una vista atrás y ahí está Edu, hecho un chaval, bueno, es que es un chaval, con la tienda que le he pasado. El sol que cae empieza a colorear la nieve de las montañas. ¿Habéis visto qué corredores se trazan en esa pared negra?
A las 18,48h llego al Refugio del Muflón. Edu y Juanillo llegan conmigo. Ya casi es de noche. Hemos echado casi ocho horas en subir, con una parada en Sidi Chamharouch de casi una hora. Lo que decía: mucho peso y mucha calma. Pero ya estamos aquí, cansados pero estamos aquí. Abdul, el guarda del refugio nos dice que pasemos, pero le explicamos que vamos a dormir fuera en las tiendas de campaña. En cualquier caso insiste en que pasemos dentro a tomar un té en lo que llegan los compañeros.
Ahí llegan. No tardan mucho, pero la luz casi se ha ido por completo.
Dejamos las mochilas fuera y pasamos a tomar el té que sabe a ambrosía de los dioses y sienta de maravilla. Entre sorbo y sorbo el grupo debate. Estamos cansados y montar la tienda de noche es un quilombo. Un grupo de españoles que hay por ahí nos dice que por dormir cobran 80Dh=8€. Llegamos a la conclusión de que mejor esta noche dormimos en el refugio nos recuperamos bien de la paliza y mañana cuando bajemos del monte, si eso, ya plantamos el campamento. Somos rudos, pero no tanto... Creo que le voy a colocar a este reportaje la etiqueta de Al filo de lo impresentable... Una foto del interior del refugio con la omnipresente foto del rey Mohamed VI.
Nos instalamos en una habitación y bajamos a hacernos la cena. Aquí el derecho a cocina es gratis. Devoramos la pasta a la carbonara con cus-cus y salchicón acompañado de pan, eso sí sin hincharnos, y buscamos sitio en la chimenea. Es el único sitio calentito del refugio que está a unos 4º y con mucha humedad. El otro refugio, el Neltner, situado veinte metros más arriba es más calentito, pero cuesta 150Dh=15€ sólo dormir, por ese precio aquí tienes desayuno y cena. Aprovechamos para secar los botines y los calcetines, somos nisios y no nos pusimos las polainas, así que pies húmedos durante unos días.
Cansados pero satisfechos nos vamos a dormir. Hemos decidido que mañana no madrugaremos mucho, queremos descansar y levantarnos con calma para, también con calma, intentar el Toubkal. A ver qué tal nos recuperamos de la paliza y a ver qué tal eso de la altura.
La Torre de Koutubía refleja ahora el sol de la mañana...
Puntual a la cita aparece el taxista con su Mercedes. ¿Cabremos los seis con las mochilas además del conductor? Vamos a comprobarlo...
...pues parece que sí... cuatro atrás y tres delante. Sólo falto yo...
Vamos allá. La estrella del Mercedes apunta directamente hacia nuestro objetivo. "Beaucoup de neige", dice el amigo taxista. Sí, sí, mucha nieve, si por eso vamos... en las casi dos horas de viaje observamos el paisaje cambiante, charlamos con el conductor. Dos millones de kilómetros tiene el coche encima...
...y ahora, 65 kilómetros más. Llegamos a Imlil, le pagamos los 250Dh=25€ acordados y nada más bajarnos en este aparcamiento aparecen unos cuantos guías locales ofreciéndonos todo tipo de servicios: desde alojamiento hasta mulas, crampones y piolets. Se lo agradecemos pero tenemos de todo. Se quejan de que entonces ellos de qué van a vivir... no preocuparse, hombre, que ya llegarán después otros menos rudos que nosotros que necesiten porteadores para subir...
En un ratín hacemos las últimas compras. "Un poco" de pan... esto es una ironía, por eso va a entrecomillado. Lo que tiene Edu entre las manos es sólo una ínfima parte del pan que subimos. Los compañeros ramaflojistas se pusieron a echar cuentas: que si somos tantos a tantos panes por día... como en primero de EGB con las sumas... y al final llevábamos... ¡unos ochenta panes! Lo que más me llamó la atención es que luego se pasaban todo el día con la frase: "Pero no seas tonto, ¡no te hinches a pan!", especialmente el amigo Juanillo. Curiosa gente estos ramaflojistas, sí.
Aquí estamos ultimando las mochilas. Tarea ardua ya que había que estar a embutir las cosas dentro mientras le explicabas a un amable bereber que no te interesaba la cimitarra o la "piedra preciosa" que quería venderte...
En fin, que después de un rato, la verdad es que tanto ramaflojistas como nisios compartimos la filosofía de tomarnos las cosas con calma, conseguimos ponernos en marcha y, sobre las 11,00h empezamos a caminar por las calles de Imlil con nuetras pesadas mochilas a la espalda. La mía rondaría los 25 kilos y ya en las primeras rampas empecé a pensar que para qué demonios seríamos tan rudos habiendo mulas y porteadores. Débil de espíritu que es uno.
A pesar de las pesadas mochilas, valga la redundancia, el buen día que nos ha salido y el ánimo de empezar nos hacen más llevadera la carga. Al ánimo de empezar, la gloria de concluir, suele decir mi amiga Susana. Nunca he sabido muy bien el significado de este adagio, pero bueno, si lo dice Susana, por algo será. Sin prisa pero sin pausa vamos dejando atrás las casas de Imlil...
...y ganando altura. Pronto el pueblo, que en realidad está distribuido en diversos núcleos diseminados por el valle, queda nuestros pies. Imil está a 1.740m y el refugio a unos 3.200m, tenemos pues por delante 1.500m de desnivel, que según la guía de David Taura que llevamos se puede hacer en 5 horas. Nosotros tardaremos más, lo sabemos antes de dar el primer paso y nuestro ritmo lo confirma.
No tardamos en llegar a la cota de nieve. Efectivamente, beaucoup de neige, beaucoup de neige. Nos cruzamos con alguna mula que continúa minando mi moral...
...y pasamos el pueblo de Aremd. En sus afueras unos niños juegan en la nieve con improvisados patines y esquíes se lanzan por las pendientes, hacen guerras de bolas de nieve... vamos que se lo pasan pipa. Nosotros caminamos. Tenemos que atravesar este valle y, al fondo, remontar hasta la mitad la ladera de la izquierda. El camino no tiene pérdida.
Una vista atrás hacia Aremd, que está a 1.900m.
Y otra hacia adelante, siguiendo las huellas en la nieve. Me paro para hacer fotos pero, como es habitual en mí, aprovecho para tomar un respiro. La verdad es que no me he entrenado específicamente para esta expedición y, para variar, mi estado de forma no es el mejor del mundo. Pues nada, despacito y, como dice el anuncio: a sufrir en silencio.
Tras otra serie de pendientes durillas, nos situamos a media ladera. Abajo discurre el arroyo, Assif n´Isougouane se llama. Ya queda menos para la mitad del camino de hoy.
Sólo cruzar este puente...
...y, después de unas tres horitas de marcha, llegamos a Sidi Chamharouch, un lugar santo. De hecho muchos musulmanes van hasta aquí en peregrinación nosotros adelantamos a un matrimonio no precisamente joven y la mujer caminaba descalza. Bueno, en calcetines. Acuden a rezar a la gran piedra blanca. Aquí paramos a tomar un té con los bereberes que viven aquí y no paran de pedirte que, a la vuelta, pases por su tienda: "Sólo mira", decían. Bueno, bueno, a la vuelta que ahora hay que seguir subiendo. Estamos a 2.350m, sólo quedan mil metros de desnivel...
Vamos para allá. Esta foto la sacó Pere. La verdad es que no iba nada bien. Mucho peso. Pero ya queda menos. De vez en cuando nos cruzábamos con porteadores que bajaban las mochilas de grupos de esquiadores: dos y hasta tres cada uno, y andando por la nieve con botas katiuskas...
Edu insistía en que le pasara la tienda de campaña, que él iba bien. Tras dejarle insistir tres o cuatro veces, acepté su ofrecimiento. Literalmente me quité un peso de encima.
Empezaba a caer la tarde y la verdad es que noté los tres kilos de menos de la tienda. Empecé a caminar a mejor ritmo y cambió también mi humor, que no estaba yo para muchas fiestas, no. Ahora, me detenía a apreciar el impresionante valle que remontábamos.
Tras el fuerte repecho que hay tras Sidi Chamharouch, ahora el camino gana altura muy poco a poco. El valle es largo. Al fondo tienen que estar los refugios.
Una vista atrás y ahí está Edu, hecho un chaval, bueno, es que es un chaval, con la tienda que le he pasado. El sol que cae empieza a colorear la nieve de las montañas. ¿Habéis visto qué corredores se trazan en esa pared negra?
A las 18,48h llego al Refugio del Muflón. Edu y Juanillo llegan conmigo. Ya casi es de noche. Hemos echado casi ocho horas en subir, con una parada en Sidi Chamharouch de casi una hora. Lo que decía: mucho peso y mucha calma. Pero ya estamos aquí, cansados pero estamos aquí. Abdul, el guarda del refugio nos dice que pasemos, pero le explicamos que vamos a dormir fuera en las tiendas de campaña. En cualquier caso insiste en que pasemos dentro a tomar un té en lo que llegan los compañeros.
Ahí llegan. No tardan mucho, pero la luz casi se ha ido por completo.
Dejamos las mochilas fuera y pasamos a tomar el té que sabe a ambrosía de los dioses y sienta de maravilla. Entre sorbo y sorbo el grupo debate. Estamos cansados y montar la tienda de noche es un quilombo. Un grupo de españoles que hay por ahí nos dice que por dormir cobran 80Dh=8€. Llegamos a la conclusión de que mejor esta noche dormimos en el refugio nos recuperamos bien de la paliza y mañana cuando bajemos del monte, si eso, ya plantamos el campamento. Somos rudos, pero no tanto... Creo que le voy a colocar a este reportaje la etiqueta de Al filo de lo impresentable... Una foto del interior del refugio con la omnipresente foto del rey Mohamed VI.
Nos instalamos en una habitación y bajamos a hacernos la cena. Aquí el derecho a cocina es gratis. Devoramos la pasta a la carbonara con cus-cus y salchicón acompañado de pan, eso sí sin hincharnos, y buscamos sitio en la chimenea. Es el único sitio calentito del refugio que está a unos 4º y con mucha humedad. El otro refugio, el Neltner, situado veinte metros más arriba es más calentito, pero cuesta 150Dh=15€ sólo dormir, por ese precio aquí tienes desayuno y cena. Aprovechamos para secar los botines y los calcetines, somos nisios y no nos pusimos las polainas, así que pies húmedos durante unos días.
Cansados pero satisfechos nos vamos a dormir. Hemos decidido que mañana no madrugaremos mucho, queremos descansar y levantarnos con calma para, también con calma, intentar el Toubkal. A ver qué tal nos recuperamos de la paliza y a ver qué tal eso de la altura.
8 comentarios:
Esperando impacientemente la próxima entrega. Así me tienes Borja...
Que pasada! Bufff!
Por mi parte cuando vaya,solo con montarme en el taxi-mercedes , ya tengo el viaje más que amortizao!!!! jajaajjaaj
Impaciente a la siguiente entrega ;)
Nos tienes en un sin vivir, queremos másssssssssss...jejeje
Impresionante, el repor wapo y con ganas de ver el desenlace :)
Salu2
De cuantas plazas dices que era el Mercedes?¿?¿
;)
Que recuerdossss... pero sin nieve
No pares, sigue sigue
Vaya si hay nieve!! Que aventura nos tienes encandilados A ver la siguiente entrega jejeje!! Gracias
men deussss!!!!!como diria la princesa.
42 dias para que empieze la fiestaaaaa!!!!!!
cuando tengas un ratico pon el resto pliiiisssssssss.
enhorabuena por esta experiencia que seguro que fue conchanuda.
bravo!!!
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