Esta vez las previsiones meteorológicas anunciaban buen tiempo. Un pequeño equipo de The South Face decidió probar las sensaciones que provoca la montaña en esas condiciones. Aunque nerviosos, no sabíamos como íbamos a responder al vernos cara a cara con el sol, decidimos lanzarnos a la aventura una vez más. Mientras Borja en Londres comprobaba la veracidad del rumor que circula sobre la existencia de otras cervezas aparte de la Mahou...
...nosotros buscábamos en nuestra agenda algunos montes pendientes. Nos decidimos por el valle de Curueño, yo había apuntado en mi lista hace tiempo el pico Bodón, cuando pasamos por estas tierras camino del Pico Faro en el puerto de Vegarada. Desde el bar de Tolibia de Abajo contemplábamos la imponente mole, mientras nos tomábamos un café con unas magdalenas y escuchábamos el consejo de subir desde Llamazares, por la cara norte, siempre a la sombra esperando que la calidad de la nieve fuera mejor. Y así por una carretera que se abría paso entre la nieve llegamos a Llamazares.
Nos pusimos a caminar sin mirar la hora.
En el bar de Tolibia de Abajo nos comentaron que unos muchachos habían subido el día anterior, que alegría encontrar sus huellas en la nieve blanda.
Las huellas eran profundas y nosotros no llevábamos raquetas, Jorgito no tenía y yo dejé las mías en el coche en gesto solidario.
Los animalitos del bosque habían dibujado en la nieve sus paseos nocturnos, trazos que nosotros seguíamos.
El sol iluminaba ya los montes circundantes.
Caminábamos por lo que parecía ser una pista, hasta que de repente, las huellas giran hacia el bosque.
Una vez más nos encontrábamos esquivando ramas.
Al salir del bosque habíamos ganado altura y teníamos una buena vista.
Al poco, las huellas deciden ganar el cordal a la tremenda.
Nosotros con el camino abierto, subíamos con tranquilidad y charleta
Disfrutando.
Los rebecos nos saludan tranquilos desde su atalaya.
El viento había dejado varios claros de nieve en las crestas, pero ahora no soplaba nada.
Ya al sol, nos entraba la pereza y las ganas de sestear, no estábamos acostumbrados al calorcito.
La vista desde allí nos maravilla. Vemos Valdeteja entre la nieve.
Continuamos nuestro camino por la cresta.
Nuevamente los rebecos correteaban a nuestro paso.
Seguíamos añadiendo a nuestra lista de montañas, ahora el Cueto Ancino.
La cresta nos obligaba a abrir huella.
Y en otras ocasiones apoyábamos las manos.
Perdiendo un poco de altura hubiéramos evitado tanto ajetreo.
Tan pronto caminábamos como parábamos, las vistas eran una buena excusa.
Pensábamos que la cima se encontraba más cerca, pero apareció a lo lejos.
Un monte potente.
Pues vamos para allá...
Pronto nos encontramos con una serie de escalones, en ellos las huellas se dan la vuelta, parece que esquivarlos les obligó a bajar mucho y desistieron. Nosotros observamos que un animalillo había dejado unas huellas por arriba. Las buscamos y encontramos un pequeño pasillo que nos permite una bajada fácil sin perder altura.
Nos habíamos propuesto ir por arriba y nos tocó esquivar alguna cornisa. La nieve no estaba muy bien y en algunos sitios se ponía píndia. Ya nos habíamos puesto los crampones y habíamos sacado el piolet.
Entre la nieve y la roca había que ir con cuidado, tan pronto estaba dura como te llegaba a las rodillas. Estábamos entretenidos, dejando elegantes estampas.
Pronto apareció la cuevona
Yo me acerque a ver la formación
La verdad es que es un arco fenomenal. La naturaleza poniendo su toque sorprendente.
En nuestra tendencia al primate, trepábamos por cualquier sitio.
Pronto alcanzamos el collado que lleva a la cima.
Menudas vistas, juzguen.
Por la cara sur llegaban varias canales, interesantes abismos.
Un pequeño esfuerzo más y la cima. No hay pañuelo Llamas... igual no nos la convalidan.
Pues volvemos a subir, que gozada. Jorgito, la cruz y Llamazares.
Intentamos reconocer los montes. Aquí el Espigüete, al fondo del todo el Curavacas, en un plano intermedio Peñas Pintas. Jorge me dice que dice que el primer plano es la Forqueta de Arintero. Nos cuesta encontrar el resto de montes que sabemos están por allí.
Por allí aparecen los Picos, Peña Santa...
Luego miras en otra dirección y alucinas igual.
Degustamos unas viandas y empezamos a sospechar que llegaremos de noche al coche porque de aquí sólo nos bajará el frío, cuando llegue...
Nos pusimos a caminar sin mirar la hora.
En el bar de Tolibia de Abajo nos comentaron que unos muchachos habían subido el día anterior, que alegría encontrar sus huellas en la nieve blanda.
Las huellas eran profundas y nosotros no llevábamos raquetas, Jorgito no tenía y yo dejé las mías en el coche en gesto solidario.
Los animalitos del bosque habían dibujado en la nieve sus paseos nocturnos, trazos que nosotros seguíamos.
El sol iluminaba ya los montes circundantes.
Caminábamos por lo que parecía ser una pista, hasta que de repente, las huellas giran hacia el bosque.
Una vez más nos encontrábamos esquivando ramas.
Al salir del bosque habíamos ganado altura y teníamos una buena vista.
Al poco, las huellas deciden ganar el cordal a la tremenda.
Nosotros con el camino abierto, subíamos con tranquilidad y charleta
Disfrutando.
Los rebecos nos saludan tranquilos desde su atalaya.
El viento había dejado varios claros de nieve en las crestas, pero ahora no soplaba nada.
Ya al sol, nos entraba la pereza y las ganas de sestear, no estábamos acostumbrados al calorcito.
La vista desde allí nos maravilla. Vemos Valdeteja entre la nieve.
Continuamos nuestro camino por la cresta.
Nuevamente los rebecos correteaban a nuestro paso.
Seguíamos añadiendo a nuestra lista de montañas, ahora el Cueto Ancino.
La cresta nos obligaba a abrir huella.
Y en otras ocasiones apoyábamos las manos.
Perdiendo un poco de altura hubiéramos evitado tanto ajetreo.
Tan pronto caminábamos como parábamos, las vistas eran una buena excusa.
Pensábamos que la cima se encontraba más cerca, pero apareció a lo lejos.
Un monte potente.
Pues vamos para allá...
Pronto nos encontramos con una serie de escalones, en ellos las huellas se dan la vuelta, parece que esquivarlos les obligó a bajar mucho y desistieron. Nosotros observamos que un animalillo había dejado unas huellas por arriba. Las buscamos y encontramos un pequeño pasillo que nos permite una bajada fácil sin perder altura.
Nos habíamos propuesto ir por arriba y nos tocó esquivar alguna cornisa. La nieve no estaba muy bien y en algunos sitios se ponía píndia. Ya nos habíamos puesto los crampones y habíamos sacado el piolet.
Entre la nieve y la roca había que ir con cuidado, tan pronto estaba dura como te llegaba a las rodillas. Estábamos entretenidos, dejando elegantes estampas.
Pronto apareció la cuevona
Yo me acerque a ver la formación
La verdad es que es un arco fenomenal. La naturaleza poniendo su toque sorprendente.
En nuestra tendencia al primate, trepábamos por cualquier sitio.
Pronto alcanzamos el collado que lleva a la cima.
Menudas vistas, juzguen.
Por la cara sur llegaban varias canales, interesantes abismos.
Un pequeño esfuerzo más y la cima. No hay pañuelo Llamas... igual no nos la convalidan.
Pues volvemos a subir, que gozada. Jorgito, la cruz y Llamazares.
Intentamos reconocer los montes. Aquí el Espigüete, al fondo del todo el Curavacas, en un plano intermedio Peñas Pintas. Jorge me dice que dice que el primer plano es la Forqueta de Arintero. Nos cuesta encontrar el resto de montes que sabemos están por allí.
Por allí aparecen los Picos, Peña Santa...
Luego miras en otra dirección y alucinas igual.
Degustamos unas viandas y empezamos a sospechar que llegaremos de noche al coche porque de aquí sólo nos bajará el frío, cuando llegue...
En fin, las Mahous nos esperan, otra mirada más que tenemos que bajar.
Yo me prometo guardar la cámara, pero no paro.
Nos preparamos para adentrarnos en la sombra.
Contraluz.
Bajamos rápido por una canal que sale en dirección a Lugueros. Hubiera estado bien subir por aquí, es muy directa.
Como tantas otras veces, la luz de las farolas nos indica el camino.
Al final sí va a estar bien esto de subir con buen tiempo…
5 comentarios:
preciosas vistas compañero!! parece que hay nieve no? jeje.
Ahora no vendría mal un repor de la ascensión al Valnera! la haría yo,pero no estoy capacitado xD, mañana le veré desde la base.
Saludos!
Enrique
Si es que no se os puede dejar solos... o I can't leave you alone... que dicen por aqui... vaya ascension... lo del panuelo del Llamas, imperdonable! Habra que volver.
Saludos desde Londres
Estoy completamente enganchado a los reportajes de la familia Nisio, guapísimas fotos.
Hola Borja, un gustazo "pasear" por tu blog.
Buen año
Envidia me dais (sana)...
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