La Morra de Lechugales (2.444m): Cuenta saldada y triplete en el Oriental

Demasiados fines de semana sin salir al monte. Esto no puede ser... sobre todo porque así no hay quien se ponga un poco en forma para la próxima expedición al Himalaya de The South Face Extreme Nisio Team. Sí, en octubre, nos vamos con el amigo Tente a Nepal a echarle un intento al Paldor Peak (5.928m) a ver si hay suerte.
Pero vamos a lo que vamos. Mi hermano Jorgito tenía unos días libres y subió a hacernos una visita con la idea de acrcarnos a los Picos de Europa. Finalmente, nos decantamos por el Macizo Oriental, donde seguro habría menos gente, y así de paso saldaba mi cuenta personal con la Morra de Lechugales, pendiente desde hace más de dos años, entonces Andrés y yo nos tuvimos que conformar con la Pica del Jierru, Jierro, Hierro o como la quieran ustedes llamar.
Así que el viernes, me vino a buscar a la salida del curro, nos montamos en la furgo y con calma nos fuimos hasta Sotres.Allí tomamos unas sidras y nos subimos a Hitu Escarandi a dormir. Así atardecía sobre el pueblo, con las últimas luces del día penetrando por el Collado de Pandébano.

La luna salió a darnos las buenas noches. Parece que mañana va a ser un buen día.

Contra todo pronóstico, nos levantamos cuando sonó el despertador, a las 7,03h,. Mejor, las previsiones anunciaban un día caluroso, así que tras un rápido desayuno, cuando los primeros rayos del sol iluminaban las cumbres del Macizo Central, nos pusimos en marcha.

El camino hacia el refugio de Ándara lo hicimos sin muchas prisas, mientras Jorgito amenizaba el paseo con anécdotas de la Expedición Ciclista Nisio-Ramaflojista a Cuba. A ver cuándo nos lo cuenta por aquí. Ahí aparece la Pica del Mancondiú.

En la horita de rigor llegamos al Casetón de Ándara protegidos del sol por la sombra de la Pica del Mancondiú...

...una breve conversación con un chico que estaba leyendo en la puerta y seguimos para arriba, con un par de dudas en alguna de las bifurcaciones. Una vez más, en contra de lo habitual, vamos cogiendo el camino bueno. Ahí está el Castillo del Grajal. Por ese collado de la izquierda tenemos que pasar.

A Jorgito le hacen daño las zapatillas. Le rozan en el talón y le están saliendo ampollas. Ni siquiera el mágico Compeed le alivia. Como soy el hermano mayor y tengo que cuidar de él, le propongo que cambiemos de calzado, así que se pone mis botas. Tenemos más o menos el mismo número, así que por probar...

Allá vamos, hacia el Collado del Mojón, a la izquierda la loma de la Rasa de la Inagotable, qué gracia me hace siempre este nombre.

Al llegar al collado, nos asomamos a La Liébana con la Montala Palentina como telón de fondo. Ésa es la inconfundible silueta del Curavacas.

Venga, vamos a fardar de zoom. Ahí está, por esas cumbres también pasamos haces unos años...

...precisamente camino de Peña Prieta, con el Tres Provincias a su derecha...

... yun poco más allá, la blanca cara norte del Espigüete, los nisios también hemos recorrido esa arista en más de una ocasión.

Pero sigamos. Remontamos hacia el Pico del Grajal de Abajo para no perder mucha altura...

Y pronto tenemos estas magníficas vistas del meollo del macizo de Ándara. Desde la Silla del Caballo Cimero hasta la Pica del Jierro. La Morra de Lechugales está oculta detrás.

Ahora nos toca seguir el cordal...

...que a veces se estrecha un poco...

...y que santes de que nos demos cuenta nos ha situado en la pedrera que hay bajo la Pica del Jierro.

Nos asmomamos a una de las canales que caen hacia los puertos de Áliva...

...y seguimos las marcas de pintura roja. Por aquí me quedé la última vez antes de entrar en un nevero sin crampones. Sabia decisión.

Nos asomamos a la Canal de Lechugales y por fin vemos la Morra. Esto ya está hecho.

Antes tenemos un pasito en el que hay que poner un poco de atención...

...una corta y sencilla trepada...

...y ya estamos bajo el tremendo bloque cimero...

...donde está la conocida trepada que le da un pequeño aliciente a esta cumbre. Jorgito la acomete con decisión...

...y la resuelve con maestría.

Después le sigo y en un momento nos plantamos en la cima. Son las doce del mediodía, una hora inusitada para nosotros, que en muchas ocasiones comenzamos nuestras ascensiones a estas horas. En fin, nos estaremos haciendo mayores. La foto nos la sacó una pareja que llegó un poco después y que había subido por la Canal de Lechugales. Con un par. Volveríamos a encontrárnoslos a lo largo del día.

Solos en la cima, comimos mortadela con aceitunas, ese gran manjar extrañamente incomprendido, y un par de Huesitos, que nos retrotrajeron a la infancia cuando eran un bien escaso y preciado. Y de postre unas espectaculares vistas del Central, desde Peña Olvidada a los Picos Albos. ¡Anda mira, una nube!

Iniciamos el regreso con la idea de acercarnos, ya que estábamos por allí, hasta la silla del Caballo Cimero. Así que destrepamos, desandamos nuestros pasos...

...y camino de la Silla nos cruzamos con la pareja de antes. Gente maja.

Tras una cresta a ratos disfrutona, nos plantamos en la cumbre. Silla del Caballo Cimero (2.436m). Estaba llena de moscas, así que, rápida foto con el patrocinador, el mítico Bar Llamas...

...un vistazo hacia el valle de Liébana de feliz recuerdo...

...y nos volvemos por la bonita cresta, a la izquierda la Morra...

...y a la derecha la Pica del Jierro, que a mi hermano se le antojó subir...

...y como si no le doy los caprichos se me coge una rabieta, pues allí nos plantamos. Pica del Jierro (2.424m) tercera cumbre del día.

Allí nos volvimos a encontrar con la pareja del principio, que se iban a bajar por la Canal de las Arredondas, que es ese abismo que aparece delante, pues nada, nada, ánimo y buena suerte.

De bajada echamos la vista a la cresta de la Silla del Caballo Cimero por donde caminan unos montañeros...

...y sin más, vamos bajando, bajando, deshaciendo el camino de la mañana. Ahí está ya el refugio de Ándara.

Camino de Jitu Escarandi nos encontramos con una pareja de simpáticos londinenses y así charlando de esto y de aquello, la bajada se nos hizo más corta, a mí hasta se me olvidó hacer fotos. A las cinco de la tarde, después de nueve horas y pico de excursión, estábamos en la furgoneta. El cielo ya no estaba tan despejado, parece que elegimos el mejor día del verano porque tampoco hizo demasiado calor. Y las zapatillas de mi hermano también me hicieron a mí una ampolla, pero como soy mayor, yo no lloriqueé.

Y para celebrar nuestro triplete, ahí van unas Mahous de tercio en Sotres. La foto es así de mala porque la hice deprisa y corriendo, que si no Jorgito se me comía todo el queso de cabrales.