El olor a morcilla y unos fuertes ardores nos recordaron la expedición por el barrio húmedo de León de la noche anterior que bien nos ganamos tras la ascensión al Brañacaballo del día anterior. Pronto estábamos listos, eran 7:30 para nosotros, la 8:30 para el resto, se nos olvidó cambiar la hora. Nuevamente paradojas espacio temporales nos hacían llegar tarde… Salimos de León con un cielo despejado, la nube seguía metida en la montaña, dejando que el sol se extendiera por el resto del paisaje, nosotros desde el coche así lo veíamos. El calor se filtraba por los cristales animándonos a adentrarnos en la tormenta. Seguíamos con nuestra intención de subir el Susarón, pero los copos de nieve nos acompañaron desde poco antes de Boñar. El embalse del Porma mostraba una oscuridad que reñía con la nieve de las orillas, y asomando a ratos entre la ventisca era un espectáculo. Al llegar a Puebla de Lillo la nevada era importante.
El día anterior los cafés y las magdalenas nos habían aclarado las ideas, igual nos volvía a funcionar, probamos suerte en un bar de la plaza. La cosa no pintaba bien.
Pero ya que estábamos allí, decidimos salir. Pero poco a poco, la idea de convertir ese domingo en una jornada gastronómica tomaba fuerza. No era para menos, cada vez nevaba más.
Pero podíamos abrir el apetito en las laderas del Susarón, con bastante pereza nos dirigimos al punto de comienzo de una de sus rutas. La niebla se había apoderado de todo y la nieve caía con más alegría. Decidimos bajar hacia el sur, buscar un poco el sol. Mientras mirábamos los restaurantes en Boñar, recordé unos montes que había visto en nuestro libro de cabecera, 50 montañas de la Cordillera Cantábrica de David Atela, se trataba del pico Cerroso y la peña Rionda. Un par de fotos habían despertado mi curiosidad, sobretodo la del pueblo en el que comenzaba la ruta, Ocejo de la Peña. Para allá nos fuimos a buscar nuestra suerte. Nos recibió en plena ventisca, pero la nieve no había cuajado. Algo de abrigo en la mochila y partimos a caminar un rato.
Por encima de la comarca de Guardo y Cistierna, un pequeño desfiladero nos daba acceso a Ocejo de la Peña. El tiempo muy revuelto pero nos daba esperanzas.
Justo, sobre el pueblo un camino, nos llevaba hacia unas peñas habitadas por el buitre.
Aquí el buitre, disfruta observándonos e imaginándonos como presas entraditas en carnes.
Pequeños valles y cortados conforman un bello telón de fondo.
Desde las alturas, hago la foto que aparece en el libro de David Atela, así Ocejo de la Peña atrae a cualquiera.
Entre enormes peñas, una puerta natural con una valla metálica nos abre a un valle en las alturas de sublime belleza. Al fondo el Pico Cerroso.
Nada más cruzar este paso, clave en caso de niebla, nos encontramos con esto…
La hierba, los caballos correteando, y el paredón del pico Moro ó peña Mora para otros. Y además algunos claros nos dan a entender que será un gran día.
Mi mirada se dirige constantemente a una preciosa canal que seguro este año ha tenido nieve suficiente. Me pregunto como se llama, se podrá subir en invierno, y si se puede…podría yo??…
Más o menos por aquí decidimos intentar la Peña Rionda al verla tan esbelta. En nuestra guía indicaba que teníamos que haber ido por la otra cara, con pasos de II, por esta cara trepar al collado y luego por hierba expuesta llegar a la cima. Pues vamos desde aquí…
Durante todo el día, pequeños copos caían lentamente. La nube traía frío.
La subida era simplemente entretenida, había que utilizar las manos.
Había que tener cuidado, la roca se deshacía. La peña Mora nos atrae, hay que volver.
Al fondo, el pico Cerroso, más cerca Jorge observa como nieva en todos los montes que nos rodean, el temporal nos respetaba, nos acompaña la suerte.
Al llegar al collado la cima estaba cerca, simplemente teníamos que rodear el nevero y subir hasta la cumbre. Nada más pisar la nieve veo que no hay nada que hacer. El viento la ha dejado dura, dura. Nuestros bártulos, crampones, piolets, están en la furgoneta…el resbalón era serio. Si mis botas no agarraban, las de Jorge menos con su suela desgastada. No es plan, no vaya a ser que tengamos que llamar al amigo Tente y nos vea sin crampones… Desistimos, ya volveremos hay más días que longanizas.
Sí, quedaba poco…ir por la roca tampoco estaba claro, había una fina capa de nieve sobre ella. Aún así el Pico Moro se veía espléndido.
Pues para abajo…al principio cresteamos un poco.
Luego encontramos y destrepamos una pequeña canal para volver a la tranquilidad de los prados. La cumbre del pico Cerroso nos esperaba plácidamente iluminada por el sol.
Algunos hitos, marcaban la subida y copos despistados caían suavemente. Las nubes negras, a lo lejos, dejaban nieve en abundancia.
Últimos metros para la cumbre…
En la cumbre repito de memoria la foto que David Atela publica su libro…
Y por supuesto, foto oficial con nuestro patrocinador Bar Llamas… Al fondo se distingue perfectamente la nevada.
Otra foto de las peñas desde la cima…
Mirando a peña Rionda y al pico Moro. Les colocamos sendas X.
Otra X la tiene el pico Jaido, ya se la habíamos puesto cuando subimos a las Pintas, éstas detrás reciben la nieve.
Pico Moro y Peña Rionda la de veces que saque fotos similares a ésta.
Jorge en la cumbre.
Deambulando por la cima, el Jaido nos impide ver el pantano de Riaño al norte.
Definitivamente, había que bajar. La Peña Rionda nos ofrece un afilado perfil…
Al bajar, otra montaña capta nuestra atención, creo que es Peña Negra, se admiten, por supuesto, correcciones…
No tengo palabras para definir un paisaje de estas características.
Por si fuera poco, cómo si necesitaran más personajes para crear una sensacional imagen bucólica, aparecieron un par de caballitos... curiosos y hambrientos, se acercaban tranquilos.
Al trote llegaron unos cuantos más.
Se hacía tarde, yo tenía que tomar un autobús en Valladolid, pero me daba igual, no era momento para estresarse, aún así había que bajar…
Del pico Cerroso bajamos a Ocejo siguiendo un riachuelillo, al principio parecía que había camino, pero luego desapareció. Finalmente seguimos el regato.
Las imágenes que se sucedían eran de gran belleza.
Y finalmente volvemos al pueblo, completando una bonita ruta circular. El tiempo nos había respetado.
Tenía que pillar un autobús en Valladolid por eso salimos escopetados. Era una pena, me había hecho a la idea de que ese día tenía que terminar en una soberana pitanza, pero en lugar de eso conocimos unos montes que realmente merecen la pena.
El día anterior los cafés y las magdalenas nos habían aclarado las ideas, igual nos volvía a funcionar, probamos suerte en un bar de la plaza. La cosa no pintaba bien.
Pero ya que estábamos allí, decidimos salir. Pero poco a poco, la idea de convertir ese domingo en una jornada gastronómica tomaba fuerza. No era para menos, cada vez nevaba más.
Pero podíamos abrir el apetito en las laderas del Susarón, con bastante pereza nos dirigimos al punto de comienzo de una de sus rutas. La niebla se había apoderado de todo y la nieve caía con más alegría. Decidimos bajar hacia el sur, buscar un poco el sol. Mientras mirábamos los restaurantes en Boñar, recordé unos montes que había visto en nuestro libro de cabecera, 50 montañas de la Cordillera Cantábrica de David Atela, se trataba del pico Cerroso y la peña Rionda. Un par de fotos habían despertado mi curiosidad, sobretodo la del pueblo en el que comenzaba la ruta, Ocejo de la Peña. Para allá nos fuimos a buscar nuestra suerte. Nos recibió en plena ventisca, pero la nieve no había cuajado. Algo de abrigo en la mochila y partimos a caminar un rato.
Por encima de la comarca de Guardo y Cistierna, un pequeño desfiladero nos daba acceso a Ocejo de la Peña. El tiempo muy revuelto pero nos daba esperanzas.
Justo, sobre el pueblo un camino, nos llevaba hacia unas peñas habitadas por el buitre.
Aquí el buitre, disfruta observándonos e imaginándonos como presas entraditas en carnes.
Pequeños valles y cortados conforman un bello telón de fondo.
Desde las alturas, hago la foto que aparece en el libro de David Atela, así Ocejo de la Peña atrae a cualquiera.
Entre enormes peñas, una puerta natural con una valla metálica nos abre a un valle en las alturas de sublime belleza. Al fondo el Pico Cerroso.
Nada más cruzar este paso, clave en caso de niebla, nos encontramos con esto…
La hierba, los caballos correteando, y el paredón del pico Moro ó peña Mora para otros. Y además algunos claros nos dan a entender que será un gran día.
Mi mirada se dirige constantemente a una preciosa canal que seguro este año ha tenido nieve suficiente. Me pregunto como se llama, se podrá subir en invierno, y si se puede…podría yo??…
Más o menos por aquí decidimos intentar la Peña Rionda al verla tan esbelta. En nuestra guía indicaba que teníamos que haber ido por la otra cara, con pasos de II, por esta cara trepar al collado y luego por hierba expuesta llegar a la cima. Pues vamos desde aquí…
Durante todo el día, pequeños copos caían lentamente. La nube traía frío.
La subida era simplemente entretenida, había que utilizar las manos.
Había que tener cuidado, la roca se deshacía. La peña Mora nos atrae, hay que volver.
Al fondo, el pico Cerroso, más cerca Jorge observa como nieva en todos los montes que nos rodean, el temporal nos respetaba, nos acompaña la suerte.
Al llegar al collado la cima estaba cerca, simplemente teníamos que rodear el nevero y subir hasta la cumbre. Nada más pisar la nieve veo que no hay nada que hacer. El viento la ha dejado dura, dura. Nuestros bártulos, crampones, piolets, están en la furgoneta…el resbalón era serio. Si mis botas no agarraban, las de Jorge menos con su suela desgastada. No es plan, no vaya a ser que tengamos que llamar al amigo Tente y nos vea sin crampones… Desistimos, ya volveremos hay más días que longanizas.
Sí, quedaba poco…ir por la roca tampoco estaba claro, había una fina capa de nieve sobre ella. Aún así el Pico Moro se veía espléndido.
Pues para abajo…al principio cresteamos un poco.
Luego encontramos y destrepamos una pequeña canal para volver a la tranquilidad de los prados. La cumbre del pico Cerroso nos esperaba plácidamente iluminada por el sol.
Algunos hitos, marcaban la subida y copos despistados caían suavemente. Las nubes negras, a lo lejos, dejaban nieve en abundancia.
Últimos metros para la cumbre…
En la cumbre repito de memoria la foto que David Atela publica su libro…
Y por supuesto, foto oficial con nuestro patrocinador Bar Llamas… Al fondo se distingue perfectamente la nevada.
Otra foto de las peñas desde la cima…
Mirando a peña Rionda y al pico Moro. Les colocamos sendas X.
Otra X la tiene el pico Jaido, ya se la habíamos puesto cuando subimos a las Pintas, éstas detrás reciben la nieve.
Pico Moro y Peña Rionda la de veces que saque fotos similares a ésta.
Jorge en la cumbre.
Deambulando por la cima, el Jaido nos impide ver el pantano de Riaño al norte.
Definitivamente, había que bajar. La Peña Rionda nos ofrece un afilado perfil…
Al bajar, otra montaña capta nuestra atención, creo que es Peña Negra, se admiten, por supuesto, correcciones…
No tengo palabras para definir un paisaje de estas características.
Por si fuera poco, cómo si necesitaran más personajes para crear una sensacional imagen bucólica, aparecieron un par de caballitos... curiosos y hambrientos, se acercaban tranquilos.
Al trote llegaron unos cuantos más.
Se hacía tarde, yo tenía que tomar un autobús en Valladolid, pero me daba igual, no era momento para estresarse, aún así había que bajar…
Del pico Cerroso bajamos a Ocejo siguiendo un riachuelillo, al principio parecía que había camino, pero luego desapareció. Finalmente seguimos el regato.
Las imágenes que se sucedían eran de gran belleza.
Y finalmente volvemos al pueblo, completando una bonita ruta circular. El tiempo nos había respetado.
Tenía que pillar un autobús en Valladolid por eso salimos escopetados. Era una pena, me había hecho a la idea de que ese día tenía que terminar en una soberana pitanza, pero en lugar de eso conocimos unos montes que realmente merecen la pena.
9 comentarios:
Preciosa zona... ¡cuándo podré visitar tantos sitios tan chulos...!!
Oye el Pico Moro ese me ha encantado. También le pongo una X...
Saludos!
Buenos días Borja, con todas las reseñas que vienes publicando podías realizar una ampliación del libro de Atela; seguro que tendrías varios lectores garantizados...
Bonita actividad y con la prudencia por bandera. Sois grandes.
Jefoce, es lo que tiene hacer un blog a pachas que cuando uno no puede hacer monte el otro sí y así vamos haciendo cositas... el amigo Andrés que es un artista...
Por eso: ...y yo, cuándo podré ir yo, compañero Kunzuilh...
Buena elección de ruta en estas condiciones y muy buena renuncia a Peña Rionda según estaba el tema... ya da miedo seca y en verano así que no quiero pensar con humedad y nievecilla... hay otra opción de subida por la arista que da hacia el Pico Moro, trepada de II+ en roca más segura que la opción de las rampas de hierba creo yo... Muy guapa la actividad que enlaza Pico Moro (las dos cumbres) y la Peña Rionda, suficiente pa ganarse un buen plato de Fabes!!!
¿Visteis algún resto del avión estrellado o la placa?... nostros anduvimos mirando y no vimos nada...
Saludos Esgalleros!!!
Efectivamente Vidal, leímos que se podía subir por la otra arista más seguro, pero ya estábamos en el collado y no teníamos tiempo para volver atrás. Así volvemos y subimos también el pico Moro que tiene muy buena pinta. Del avión estrellado no vimos nada, pero tampoco buscamos, lo cierto es que cuando empezamos la ruta teníamos muy poca información de la zona, un par de lecturas rápidas mientras viajábamos en la furgoneta, de ahí nuestra sorpresa al ver esas montañas.
Mr. Churches
Hola, acabo de ver tu viaje por Ocejo, nací allí, aunque ahora vivo en Coslada (Madrid), gracias por publicar fotos tan bonitas, me alegra un montón que disfrutáseis del viaje, saludos...
Enhorabuena por las fotos, son fantasticas.Me ha encantado verlas.Cuando estas arriba... es uno de esos sitios que por mas q miras nunca te casas de ver...
Por cierto, aunque buscarais restos del avion no encontrariais nada.Hace uno años habia una Lápida con los nombres de los fallecidos.Pero ahora apenas quedan los restos de la Lápida. Una pena, pues hay mucha gente q pregunta por ella;quizas se pueda hacer algo ...
Desde aqui saludo a mis montañas , mi pueblo, y mi gente ... y a vosotros.
Olvi uno de los que figuraba en esa placa era mi tío. ¿ Es cierto que no quedan restos de la ella ?, ya se que del avión no queda nada, porque me han contado el resto de mis tíos que fueron a recogerlos cuando mejoró el tiempo que ocasiono el accidente y fué entonces cuando pusieron la placa. Que excursión tan bonita.
Pues acabo de enterarme de que un chico del pueblo la ha reconstruido.... me alegro . Asi es que, si , volvemos a tener la lápida .GRACIAS a Eloy.
la lápida sera fotografiada y colgada en el Facebook de Ocejo de la Peña.
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