Otra de las cosas de tener muchos hermanos es que tienes una casa en cada sitio. El fin de semana pasado, cada sitio fue Oviedo. Una ocasión perfecta para saldar cuentas pendientes con alguna clásica de la Cordillera Cantábrica más occidental que, dicho sea de paso, es una zona que tenemos bastante olvidada. En principio, nos íbamos a juntar una buena muchachada, pero al final las iniciales previsiones de mal tiempo echaron para atrás a la mayoría, que se bajaron al Sistema Central y nos quedamos solos mi cuñado Luis y un servidor de ustedes.
La verdad es que no nos costó mucho decidirnos por un objetivo: Peña Ubiña, que ya le tenía yo ganas. La intención era acercarse por allí y esperar que no hubiera mucha nieve, que no estuviera muy helada o muy reciente, vamos que la cosa no estuviera peligrosa, porque esta montaña no es como para andar jugándosela...
Luis ya había subido por Tuiza de Arriba, en la parte asturiana, y yo prefería hacerlo por la vertiente leonesa. Así qu, a eso de las nueve y pico de la mañana estábamos en Torrebarrio listos para empezar a caminar, eso sí, entre la niebla.
No hace mucho frío, sobre las bajas nubes se intuye un cielo azul y de la nieve, ni rastro. ¡Vaya inviernito que llevamos! Eso sí, la pista que seguimos está peerfectamente embarrada y nuestra botas duplican su peso a cada paso.
El arranque no da tregua, todo para arriba. lo bueno, que pronto empezamos a ganar altura y a surgir entre la niebla, como aquellas cumbres del fondo, hacia la parte de Somiedo.
Como no podía ser menos y para no perder la tónica de mis últimas salidas, voy reventado. No me dan ni las piernas, ni los pulmones, ni el corazón. La práctica inactividad y que ya no tenemos 20 años se notan. Pero da igual, todo apunta a que va a ser un magnífoco día de montaña.
De camino nos juntamos con tres paisanines de Mieres con los que compartimos un rato de excursión y algunas charlas. Después nos indicaron el desvío de la pista hacia Peña Ubiña que ya empieza a aparecer entre la bruma y siguieron hacia otra cima. Gente maja estos asturianos.
Hacia atrás la niebla en los valles ha alcanzado el grado de espectáculo de la naturaleza...
...y llegamos al desvío, perfectamente señalizado hacia el collado del Ronzón. Vamos allá.
Hacia atrás, tirando de zoom, descubrimos que alguien sigue nuestros pasos. Así desde lejos parecen la Comunidad del Anillo de camino a las tierras de Mordor.
Mientras nosotros caminamos hacia el azul...
...abajo ese mar blanco parece querer cubrirlo todo. Pero, ¡qué ganas tenía de salir al monte!
Y eso que no voy nada fino. Mientras yo camino a paso de ochomil, Luis anda a buen ritmo y de vez en cuando se para a esperarme. La niebla ya se ha disipado y al fondo aparece Peña Ubiña pequeña...
...no tarda en aparecer el collado...
...nada, ya estamos allí. Precioso lugar donde pararemos a reponer fuerzas con un poco de queso y embutido...
...antes de afrontar la ascensión hacia la cumbre que desde aquí es evidente. Todo para arriba.
Las primeras rampas se hacen pesaditas por la hierba húmeda y el resbaladizo barro...
...pero pronto llegamos a terrreno más cómodo con una senda bien marcada entre divertido pasitos de roca en los que, alguna vez, utilizaremos las manos.
La verdad es que la ascensión empieza a ser divertida y, a pesar de mis justas fuerzas, empiezo a disfrutarla como un enano.
Encontramos un poco de nieve en esta zona. Poca, pero con cierto peligro, ya que vamos sin crampones, pero con un poco de cuidadito se pasa...
Luis me deja adelantarle un momento para hacer esta foto. La verdad es que ese valle es una pasada.
¡¡¡Yupi!!! Parece que Luis ya ha alcanzado la arista final...
...que es así de bonita...
...así de espectacular...
...y así de pelada... que esto con nieve tiene que ser ¡¡espectacular!! Habrá que volver por aquí.
Foto en la cumbre tras algo más de tres horas y media de ascensión, con los preciosos Picos del Fontán detrás y el banderín del Bar Llamas en la mano. No está mal para ser la primera del año...
Abajo, hacia el sur, está Torrebarrio, de donde hemos salido...
...al fondo, hacia el este, los Picos de Europa, donde destaca, impresionante Peña Santa de Castilla, también identifico la máxima altura del Macizo Central, Torre Cerredo...
...y un poco más allá, el mítico Espigüete y lo que tiene delante no sé si es Peñas Pintas...
...allí abajo, por la parte asturiana, Tuiza de Arriba...
... y tirando de zoom, el refugio de Meicín.
Después de un ratín en la cima, empezaba a soplar un poco de aire y empezamos a bajar. Nos cruzamos con el grupito que vimos antes a lo lejos...
...y disfrutamos como enanos de la bajada, a pesar del dolor de rodillas y de cuádriceps...
...y ya de regreso, sí que pudimos ver a las ubiñas en todo su esplendor. ¡Vaya día! Por supuesto, params a tomar unas cervezas, pero se me olvidó sacar una foto, si es que... ¡estábamos en Babia!
4 comentarios:
Muy guapas esas fotos.., señor chef.
Un saludote
Felicidades por esa Ubiña, es una montaña que me encanta!! Ya veo que la nieve se esté haciendo de rogar por allí, igual que aquí... :)
Un fuerte abrazo.
Guapa Ubiña!!. Pues para estar sin apenas salir de monte, no podías haber escogida un montañón mayor en toda la cordillera, no. Mira por donde a pesar de las veces que la he subido, nunca lo hice desde Torrebarrio ¿¿??. La pena es lo pelada que está la cordillera. Un día, uno, me he calzado los crampones y las raquetas ni las he sacado del trastero. En fin!.
Un saludo
Pues se trata de una gran montaña, que nos ofrece muchas posibilidades e imponentes vistas de cumbre como las que nos muestras.
¡Una ascensión que tenemos pendiente... como tantas!
Ese mismo finde también nosotros estuvimos por Babia y el hielo nos dejó a menos de 50 mts. de la cumbre del Montihuero; eso sí, las impresionantes vistas no nos las quitó nadie.
Un saludo desde Pucela.
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