Un fin de semana más el lugar elegido para mi necesario contacto con las montañas ha sido la provincia de Salamanca, por eso no me he resistido a poner esta foto de la ciudad en la que pasé buena parte de mi infancia, toda mi adolescencia y parte de mi juventud. Bonita, ¿eh?
Bueno, el caso es que quedé con el Agüelo y con Raúl, grandes conocedores de estas tierras y con los que hacía tiempo que no salía al monte. Nos fuimos hasta Linares de Riofrío, en la Sierra de las Quilamas, para recorrer el paraje conocido como La Honfría, un precioso bosque de castaños y robles que hemos recorrido andando y en bici en multitud de ocasiones. Aunque siempre merece la pena volver. Por ejemplo, para caminar por este sendero...
...con el suelo tapizado de hojas y de castañas...
...en busca de los castaños centenarios que anuncia un cartel al inicio del desvío.
Castaños como éste. Talado en su día pero que conserva este gran tocón que da la referencia de lo que debió de ser en su día.
La luz se filtraba entre las hojas...
...la verdad es que si en hubieran aparecido Légolas o Áragorn no nos hubiera extrañado en absoluto.
Pero bueno, volvimos a la pista que fuimos remontando poco a poco. Aquí pasamos junto a otro castaño centenario...
...hasta que salimos del bosque de robles para llegar a unos pastos desde los que se veía al fondo la silueta del Cervero. Hasta allí queríamos llegar en nuestro paseo.
Aquí, pastaban las vacas. Sólo 200 metros de desnivel más, siempre por buena pista, y estaríamos arriba.
La verdad es que el día acompañó, el solecito hacía agradable el caminar mientras cogíamos altura y veíamos al fondo todo el Campo Charro.
Después de una curva ya se ven claramente la cruz y el torreón...
...un esfuercito más...
...y ya estamos arriba. 1.465 metros saliendo desde los 970 que hay en Linares de Riofrío.
Al fondo, sobre la bruma, se veía la Sierra de Béjar, por donde a esa hora pateaba mi hermano Jorgito con unos amigos, nosotros ya estuvimos allí la semana pasada.
Después de contemplar un poco las vistas, bajamos con calma hasta una de los varios merenderos que hay en la zona y nos metimos una buena dosis de colesterol entre pecho y espalda para recuperar el que habíamos quemado en el paseo. Que si no le das de lo suyo, luego el cuerpo se resiente y vienen los disgustos...
Bueno, el caso es que quedé con el Agüelo y con Raúl, grandes conocedores de estas tierras y con los que hacía tiempo que no salía al monte. Nos fuimos hasta Linares de Riofrío, en la Sierra de las Quilamas, para recorrer el paraje conocido como La Honfría, un precioso bosque de castaños y robles que hemos recorrido andando y en bici en multitud de ocasiones. Aunque siempre merece la pena volver. Por ejemplo, para caminar por este sendero...
...con el suelo tapizado de hojas y de castañas...
...en busca de los castaños centenarios que anuncia un cartel al inicio del desvío.
Castaños como éste. Talado en su día pero que conserva este gran tocón que da la referencia de lo que debió de ser en su día.
La luz se filtraba entre las hojas...
...la verdad es que si en hubieran aparecido Légolas o Áragorn no nos hubiera extrañado en absoluto.
Pero bueno, volvimos a la pista que fuimos remontando poco a poco. Aquí pasamos junto a otro castaño centenario...
...hasta que salimos del bosque de robles para llegar a unos pastos desde los que se veía al fondo la silueta del Cervero. Hasta allí queríamos llegar en nuestro paseo.
Aquí, pastaban las vacas. Sólo 200 metros de desnivel más, siempre por buena pista, y estaríamos arriba.
La verdad es que el día acompañó, el solecito hacía agradable el caminar mientras cogíamos altura y veíamos al fondo todo el Campo Charro.
Después de una curva ya se ven claramente la cruz y el torreón...
...un esfuercito más...
...y ya estamos arriba. 1.465 metros saliendo desde los 970 que hay en Linares de Riofrío.Al fondo, sobre la bruma, se veía la Sierra de Béjar, por donde a esa hora pateaba mi hermano Jorgito con unos amigos, nosotros ya estuvimos allí la semana pasada.
Después de contemplar un poco las vistas, bajamos con calma hasta una de los varios merenderos que hay en la zona y nos metimos una buena dosis de colesterol entre pecho y espalda para recuperar el que habíamos quemado en el paseo. Que si no le das de lo suyo, luego el cuerpo se resiente y vienen los disgustos...
El frío no ayudaba a desentumecer los músculos ni tampoco a despejarnos. El desánimo cundía en la tropa y empezamos a dudar si no era mejor acortar el recorrido, subir directamente al Calvitero y dejar esta "integral" para otra ocasión. Estos tres equinos pusieron una nota de color a nuestro gris comienzo.
Foto de la cima, 2.425 metros, la cuarta del día.
Desde arriba uno no tiene más que darle la razón al poeta: ¡Ancha es Castilla! A nuestros pies, Béjar, ciudad textil y Candelario, precioso pueblo de recomendable visita.
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