Pico de Santa Ana (2.596m) Finde en Picos II

Citando a Fray Luis de León: "Decíamos ayer" que, después de saldar la cuenta que teníamos pendiente con Peña Vieja, nos habíamos ido a dormir bajo la Aguja de la Canalona. Pues bien, ahora, con las primeras luces del amanecer, nos daba los buenos días. Si acostarse en un sitio así es una pasada, despertarse en un sitio así es, es... bueno, una pasada mayor todavía.

Tampoco era muy temprano. La verdad es que yo no dormí muy bien. No pasé frío, pero tampoco estaba a gusto del todo. Y no lo entiendo, el termómetro marcaba 9 grados dentro de la tienda y en Patagonia, el saco no me había dado problemas... La congestión nasal también ayudó, desde luego. El caso es que aunque habíamos abierto el ojo sobre las siete, nos quedamos en el saco vagueando un buen rato más... De hecho no fue hasta pasadas las ocho cuando por fin salimos de la tienda para ver que, al menos por el momento, el día salía bueno. Éstas eran las vistas sobre la Torre del hoyo Oscuro, Madejuno, Tiro Llagu y compañía. Creo que la más alta de la derecha, la cumbre nevada, es la Torre Blanca, que en principio nos habíamos planteado hacer hoy para tachar, sí o sí, el techo de Cantabria de nuestra lista.

Éste es el aspecto de nuestra tienda por la mañana...

... y éste es el mío, vaya cara de dormido ¿eh? No hay que olvidar que, como decía la canción de The Velvet Undergound, era domingo por la mañana:

Tras despejarnos y desayunar, decidimos, antes que nada, subir al Pico de Santa Ana, que lo teníamos justo encima. Así, si el día se estropeaba, ya teníamos algo hecho. Después iríamos hacia Cabaña Verónica y ya veríamos. Así que, remontamos de nuevo hacia el collado de la Canalona, esta vez sin mochilas...

...y esta vez seguimos hacia la izquierda, hacia el primero de los Picos de Santa Ana.

Parecía estar ahí al lado, la nieve se pisaba muy bien y Gaspi, con renovados bríos, cogió buen ritmo de ascensión.

Andrés le seguía. En un momento dado, se dio la vuelta y me hizo esta foto, con Peña Vieja detrás. Habíamos visto a dos montañeros salir del collado y seguir la huella que abrimos ayer. Que tengan suerte, pensamos.

El viento movía las nubes y, de vez en cuando, se metían un poco.

En poco tiempo, unos veinte minutos, Gaspi había ganado la cresta. Desde abajo, me parecía más obvio haber seguido ese pasillo de nieve de la derecha, pero bueno.

Cuando llegué a la arista, Gaspi ya estaba en la cima y Andrés llegaba. La verdad es que ese patio acongoja.

Tras recorrer la cresta con exquisita prudencia, nos hicimos la foto con el patrocinador oficial en la cima del más asequible de los Picos de Santa Ana, y también el más bajito, el otro, que tiene cinco metros más, ya lo dejamos para otro día...

...que ahora tocaba bajar. Sí, sí, estamos bajando. Es que Gaspi prefirió hacer de cara al monte. Por cierto que lo hicimos por el pasillo de nieve que vimos antes. Muy cómodo y sin peligro. Mucha nieve en la que te hundías lo justo para caminar con seguridad.

Así que nada, con la nube ahora bastante metida otra vez tiramos para abajo en un descenso de esos disfrutones...

...de hecho, estos dos disfrutaron como críos...

Una pausa para una foto de alta sensibilidad...

...y ya casi llegamos al collado.

Ahí estamos, con la aguja delante y Gaspi trazando líneas para cuando dice que volvamos a subirla... bueno, bueno, todo se andará que yo de segundo y en vías cortas puedo dar algo de juego.

Desde un saliente nos asomamos a ver nuestro campamento. Ahí llega Andrés.

Hicimos el segundo desayuno, consultamos un poco el mapa (momento que recoge la foto de Andrés) y nos pusimos a recoger el campamento.

En media horita, y eran ya las 11,30h, ya estábamos listos para salir. Ahí, en el hueco donde antes estaba nuestra tienda, dejamos las mochilas de los dos montañeros que vimos y que, más listos que nosotros el día anterior, habían hecho un depósito de material.

Habíamos descendido sólo unos metros cuando aparecieron. Echamos una charla y, Belén, así se llamaba la chica, nos ofreció un trago de su bota de vino que no dudamos en aceptar.

Ahora sí con el interior un poco más reconfortado, tomamos el camino hacia Cabaña Verónica siguiendo las huellas de Belén y su compañero, Andrés, que habían subido desde allí por la mañana. El cielo estaba así y da un ambiente más invernal a esta imagen, con la Aguja Bustamante, creo, al fondo.

Tiramos a buen paso hacia abajo...

...y dejábamos atrás la Aguja de la Canalona. Gran foto me sacó Andrés, sí señor.

Llegados a este punto, Andrés y Gaspi me dijeron que era más fácil bajar desde donde yo estaba. Vale, nos vemos luego.

Ésta es la foto que me hizo Andrés cuando nos reencontramos... mejor no resbalarse y, por si acaso, el piolet en la mano.

Al llegar a la huella que llega desde el cable, nos encontramos con más gente y ya veíamos ahí arriba Cabaña Verónica.

Ahí vamos llegando...

...y ya casi estamos. Entre pitos y flautas llegamos a las 13,00h. Entramos en el refugio a comer algo y allí coincidimos con un grupo con el que nos sentamos a compartir viandas y conversación. Como suele ocurrir descubrimos amigos comunes y cuando nos quisimos dar cuenta nos habíamos tirado casi una hora zampando.

Una mirada a las dos cimas de este fin de semana, Al fondo Peña Vieja y, más cerca, los Picos de Santa Ana. Nosotros subimos el de atrás, el menos triaungular y más fácil como nos confirmó Blanco, un forero de Foropicos, que nos encontramos aquí.

Sólo quedaban cuatro horas para el último teleférico de bajada. Hace tiempo que habíamos descartado intentar la Torre Blanca. Andrés tenía ganas de subir algo, el Tesorero decía. Pero yo, la verdad, prefería tomármelo con más calma y no tener que andar con prisas para abajo. Al final, decidimos dar un paseín hasta Horcados rojos, asomarnos a ver el Picu y bajar tranquilamente.

Y eso hicimos. Cómo me gusta este mirador.

Ya volvemos, esta vez, sin las mochilas, que habíamos dejado más abajo. Al fondo, al izquierda, se ve la doble cumbre del Curavacas, la pirámide negra de Peña Prieta, un cordal que recorrimos en su día y, más cerquita, el Coriscao.

Cogimos las mochilas y empezamos a caminar. La temperatura había subido y la nieve estaba más paposa. Además, decidimos regresar por la huella que había por abajo...

...arriba, bajo la imponente pared de la Torre de los Horcados Rojos, caminaban, con raquetas, dos montañeros.

Caía el sol y con esa luz de las tardes de invierno, las sombras se alargaban.

Aquí nos adelantó Blanco, que iba con su amigo Oso. Con el tema de los esquíes fue visto y no visto.

Mientras, nosotros nos hundíamos cada vez más y el regreso se hacía pesado...

No por ello dejábamos de hacer fotos. Ahí está Andrés con el Tesorero a su espalda y la Torre de Horcados Rojos.

Parece que no vamos a tener problemas para llegar al teleférico. Ahora pensamos que hicimos bien no intentando subir a ninguna montaña...

Sobre las cinco y cuarto llegamos a la estación superior. Sí, habríamos andado pero que muy justos de tiempo si, tan tarde, hubiéramos intentado una cumbre.

En fin, que una vez abajo, hicimos el acto oficial de entrega de la primera remesa de camisetas The South Face. Habrá una de éstas para aquel montañero que encuentre una de las tarjetas de cima que iremos dejando en los buzones de las montañas que subamos. Belén y Andrés ya tienen las suyas porque encontraron, al día siguiente, la que dejamos en Peña Vieja. Vaya pinta de grupo de rock duro de tres al cuarto tenemos ¿eh? Muy patético.

La cerveza, como no podía ser de otra manera, nos la tomamos en las bodegas Peña Vieja, en Espinama. El colofón perfecto para un fin de semana perfecto. Salud.